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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Uno más de la familia rota

La mayoría de las peleas por la custodia de la mascota se resuelven con pactos, pero a veces llegan a los tribunales, casos que cada vez son más frecuentes por falta de acuerdo
J. Guerrero - B. Rico / Almería | Actualizado 11.09.2011
"Si me abandonas, sólo quiero los perros", cuenta Martina Navratilova que le decía su ex pareja, Judy Nelso, con quien luego protagonizaría una de las batallas judiciales más sonadas de la historia de la prensa rosa. Juntos, esta pareja, llegó a tener 17 mascotas en común. Hoy en día cada vez son más las parejas, homosexuales o no, que en vez de tener hijos optan por tener mascotas. Y, cuando se acaba el amor y empieza la guerra, puestos a fastidiar al rival, el cariño por el perro o el gato se puede exagerar para convertirlo en el talón de Aquiles del contrario.
Así las cosas, cada vez más los jueces tienen que hacer frente a disputas por la custodia de la mascota. Y tan cruentos son los enfrentamientos y tal es la falta de buena voluntad que si algunos ex cónyuges pudieran, entrenarían a la mascota para matar y no fijaría el régimen de visitas.
Los primeros casos en España se remontan a abril de 2006, cuando la Audiencia de Barcelona rechazó un convenio regulador planteado por un matrimonio que preveía visitas al perro de la pareja, previo consentimiento de la ex esposa. La sentencia determinó que aquel acuerdo no se podía hacer cumplir por la vía forzosa, ya que los términos del acuerdo establecían el régimen de visitas a la disponibilidad y la voluntad de quien se quedaba con la custodia. Debido a que la sentencia no se considera ejecutable, finalmente el perro Yako se quedó en exclusiva con su dueña.
Frente a ese criterio, sin embargo, en 2002 un juzgado de San Vicente del Raspeig (Alicante) resolvió la disputa de una pareja por un caniche al establecer que el animal permaneciera con la mujer, quien debería encargarse de su alimentación y cuidados, pero que el ex marido podría visitarlo durante los fines de semana.
Otras veces, en vez de visitas a la criatura los juristas optan por soluciones más salomónicas. En octubre de 2010 un juzgado de Familia de Badajoz aceptó la petición de un hombre para disfrutar de la custodia compartida del perro de la pareja. La mujer recurrió a la Audiencia de Badajoz que en febrero de este año ratificó la primera sentencia, de modo que el animal desde entonces reside seis meses con cada uno de sus dueños.
Martín de los Reyes Martínez, un abogado almeriense que ha divorciado a tantas parejas como han casado algunos curas, sabe muy bien de qué va el tema. En su opinión lo importante es que las parejas en proceso de ruptura regulen de forma privada estos pactos, "sin acudir al juzgado", un contencioso que es posible una vez que no se llega al mutuo acuerdo.
El magistrado comprende la pretensión de la pareja y reconoce que éste será un fenómeno en auge "porque cada vez las familias tienen menos niños y más animales domésticos", no obstante, entiende que éste no es un asunto objeto de litigio y resolución judicial.
La opción alternativa, por otra parte, es el acuerdo previo al matrimonio, en el que se establezcan las opciones a las que se enfrente cada uno una vez que los cónyuges puedan aportar mascotas a la unión, que normalmente quedan en manos de sus legítimos propietarios, a no ser que se pueda demostrar que ha habido intención expresa de compartir la propiedad (a partir de cambios en los registros o en el chip de la mascota). Lo importante es que queden claras las medidas que se han acordado para cuando llegue la crisis. Salvo el caso de los niños, todo lo demás se puede pactar, recuerda el letrado, con la única excepción establecida en el Código Civil de que se atente contra la ley, la moral o las buenas costumbres familiares.
Los veterinarios también reconocen que los animales domésticos constituyen un punto de fricción importante en las separaciones, aunque "lo habitual es que no se acuda al juzgado, sino que se resuelva entre ellos", indica Fernando Sanz. Aún así, admite que entre sus clientes conoce algún caso en el que los animales domésticos han sido objeto de acuerdos privados de custodia compartida. Legalmente se establece que la propiedad del animal corresponde a la persona cuya identidad figura en los datos del chip de la mascota. Este argumento ha conseguido apaciguar algunos ánimos enervados.
El grado de afecto por los animales, principalmente perros, cada vez es mayor en las familias, aunque eso es algo difícilmente comprobable e incluso medible. Lo único que se puede poner sobre la mesa es una realidad, que en la actualidad el 30 % de los hogares españoles cuenta con una mascota. En total, los almerienses se gastan 600 millones de euros al año en el bienestar de sus mascotas; lo que no evita que en muchas ocasiones el mejor amigo del hombre no se convierta más que en un carro de batalla en una guerra ajena; sobre todo, de juzgado en juzgado, cuando seguramente el propio perro preferiría estar paseando de parque en parque.

http://www.elalmeria.es/article/almeria/1061630/uno/mas/la/familia/rota.html

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