José Manuel Canalejo junto a su esposa actual en la que era la habitación de su hijo. Cati Cladera
Juan Riera Roca Palma
miércoles 09/06/2010
El 2 de septiembre de 2009 la madre de Gabriel Canalejo Fettelschoss, un niño de seis años de edad, debería haberlo llevado de regreso a casa de su padre, José Manuel Canalejo Ochogavia, en cumplimiento de la sentencia judicial de custodia compartida vigente tras la separación del padre y la madre.
Sin embargo, la madre, Bettina, prefirió cumplir las amenazas que le había hecho a su ex compañero sentimental desde que se enteró de que había rehecho su vida y mantenía una nueva relación de pareja: incumplió una orden judicial y se fue con su hijo a Alemania.
Han pasado 9 meses. José Manuel, Manel, no sabe casi nada de su hijo Gabi, como es conocido en Algaida. Solo que su madre se lo ha llevado a una localidad cercana a Überlingen. La Justicia alemana, inexplicablemente, se niega a responder a la Justicia española.
Al dolor de un padre que se ha quedado sin su hijo se une la frustración de no obtener respuesta del Estado alemán. Y la duda de si Gabi estará convenientemente atendido de la enfermedad cardíaca que padece.
Tras nueve meses de espera y, sobre todo, tras la callada como respuesta de la Justicia alemana, Manel ha escrito una carta donde recuerda la situación médica de su hijo:
Gabriel "ya fue intervenido en el Hospital Vall d’Hebron (Barcelona) en dos ocasiones y con excelentes resultados, que le permitieron llevar una vida completamente normal y sin tratamiento alguno por su dolencia cardiaca".
Tras las operaciones, el niño debe ser sometido a revisiones periódicas en el Hospital Son Dureta. Algo que será difícil, aún trasladando el proceso a Alemania, ya que "la madre en su huida se ‘olvidó’ de su historial clínico, imprescindible para sus futuras intervenciones" explica en la carta el desolado padre.
Pero lo más extraño es el silencio alemán. La respuesta a una solicitud judicial española vía Interpol a sus homólogos en Konstanz, resultó que éstos «se limitaron a desplazarse a Überlingen, tomando declaración al abogado de Betina Fettelschoss.
Tras esta toma de declaración, añade Manel Canalejo, "se limitaron a contestar que ellos no estaban obligados a informar sobre el estado físico-psicológico del menor ni a facilitar su ubicación exacta". Ante esta respuesta se emitió desde España una comisión rogatoria.
Este tipo de solicitud judicial, canalizada también a través de Interpol y con carácter de urgencia, suele ser contestada en un plazo de dos meses. En este caso y por motivos que los afectados desconocen, se está tardando mucho más en obtener una respuesta que permita avanzar en el proceso.
Se solicita a las autoridades alemanas "que informen a Betina Fettelschoss de que de no presentarse de inmediato a declarar en calidad de imputada y devolver el niño a su padre, quien ostenta la guardia y custodia, se decretaría orden europea de detención".
"Bien —añade Manel en su carta—, si la primera respuesta fue ofensiva [aquella en la que se negaban a informar sobre el niño], tardó 20 días aproximadamente, mientras que la contestación de la comisión rogatoria tramitada como urgente tarda ya tres meses".
Tras 9 meses sin saber absolutamente nada de su hijo, Manel se ha reunido con el cónsul de Alemania en las Islas "que muy diplomáticamente me dio a entender que extraoficialmente intentaría conseguir al menos información sobre su salud". Así han pasado dos meses más.
En estos momentos Manel e Iraima se preguntan qué va a pasar, qué han de hacer para que la Jusiticia alemana responda, aunque sea en contra de sus peticiones. Y se preguntan, al borde del llanto, cuánto tiempo habrá pasado y qué vida habrá pasado Gabi cuando todo esto termine.
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/06/09/baleares/1276110242.html
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