Lunes, 19 de Diciembre, 2011
http://www.laopiniondemurcia.es/comunidad/2011/12/18/casos-hijos-pegan-padres-abuelos-disparado/372248.html?utm_source=rss&mid=55947O.L.T El titular del Juzgado de Menores 1 de Murcia, Rafael Romero, lleva cinco años trabajando con menores. En este lustro, se han duplicado los expedientes que entran en el juzgado, que ha tenido que reforzarse con un segundo órgano judicial, con otra jueza al frente. Este dato no mina el esfuerzo de Romero para «hacer la labor social y educativa» de enseñar a los menores a que vayan por el buen camino, alejándose de la delincuencia.
Desde que usted llegó al Juzgado hace cinco años, ¿entran más casos de delitos de menores?
Sí. En los cinco años que yo llevo aquí no ha dejado ningún año de aumentar. En el año 2006 acabamos el año, existiendo un sólo juzgado, con unos 500 expedientes. Este año, ya con dos juzgados, vamos a acabar con 550 o 600 cada uno, es decir, unos 1.200 expedienets en un año, más de el doble. Además de aumentar el número de menores que cometen hechos delictivos, también se ha multiplicado el número de hechos delictivos, ahora hay más tipos de delito.
¿Cuales son los nuevos delitos cometidos por adolescentes?
Han aumentado, pero muchísimo, los delitos relacionados con la violencia doméstica. Agresiones de menores hacia hermanos, padres, abuelos o tíos. Es uno de los mayores problemas que se dan y, además, se da en todos los estratos sociales, sin distinción por ingresos ni nivel cultural.
¿A qué atribuye este aumento de agresiones a familiares?
Ataques de ira, trastornos de conducta, conseguir un dinero, un objeto, no querer cumplir unas normas... las razones que lleva a los adolescentes a agredir a sus padres o abuelos son muy numerosas. Me imagino que la violencia doméstica se ha disparado por un cambio en la sociedad. El imperante consumismo, la pérdida de valores y la falta de respeto hacia los mayores y a las normas, han incidido en el cambio, al igual que los cambios en las familias.
Con la tendencia a que la delincuencia juvenil esté aumentando y se multiplique la violencia familiar, ¿hay que alarmarse?
No. Estamos hablando de un tanto por ciento de la sociedad murciana muy pequeñito. La proporción de menores murcianos de entre 14 y 17 años que cometen delitos, es muy pequeña. Y el índice de reinserción muy alto.
Habla de reinserción. ¿Es más fácil reeducar a los 14 que a los 17?
Cuanto más jóvenes, más fácil es que aprendan, como pasa con los idiomas. Pero igual que se han doblado los expedienets que entran también hay muy buenos datos de reinserción, gracias al buen funcionamiento de los centros de menores y al programa de libertad vigilada que llevamos a cabo. El índice de reincidencia está solo en un 30%. De cada 100 menores que pasan por aquí, 70 no vuelven a aparecer, 15 cometen uno o dos hechos delictivos más, y otros 15 son multirreincidentes.
Dice que el programa de libertad vigilada influye en la reinserción...
Sí. Lo primero que tiene que hacer el menor que pasa por aquí es asumir que ha hecho algo mal; en segundo lugar, saber por qué lo ha hecho mal y, por último, darle instrumentos para que no vuelva a hacerlo. El objetivo último es que cuando acabe el programa de libertad vigilada el menor pueda estar normalmente en sociedad, como un joven más, con sus amigos, familia y en la escuela, facilitándole herramientas que a lo mejor no tenía para que no vuelva a delinquir. La libertad vigilada consiste en controlar que el menor cumple sus obligaciones, como ir al instituto o al trabajo. Además tiene que hacer actividades deportivas. Por ejemplo el otro día tuvimos a un chico que le gustaba jugar al fútbol; pues inscribirle en la escuela de fútbol. Adaptar la medida a él para que esté motivado. Lo importante es que cumpla un horario. Incluso estipulamos la hora a la que tiene que llegar a casa.
Y le obligan a dejar las malas compañías, como hemos visto en una reciente sentencia...
Sí, intentamos inculcarle que no debe ir con otros menores que cometan hechos delictivos, aunque explícitamente no digamos «prohibido ir con malas compañías». Es una norma que se impone a los menores para encauzarlos. Algunas de estas normas son comunes a todos los jovenes que pasan por aquí, y otras son se ajustan al perfil de cada chico. Por ejemplo, si consume estupefacientes o alcohol, que vaya a una asociación que le ayuden. Que es un problema derivado de un delito contra la libertad sexual, pues un programa dedicado a la educación sexual.
Intentamos que todos los chicos que pasan por aquí encuentren su camino, aprendiendo un oficio o habituándose a estudiar.
Con estas actividades apenas les quedará tiempo libre. ¿Está relacionada la falta de actividad con la delincuencia de menores?
Sí, influye tener mucho tiempo libre. Con el día ocupado no tienen tiempo de plantearse hacer otras cosas. Eso es lo que procuramos con nuestros programas, que tengan el tiempo ocupado, pero no de cualquier manera, ocupado con cosas que sean útiles y que se adapten a su personalidad. Si ponemos a un menor haciendo una cosa que no le interesa lo más mínimo, lo que va a hacer es incumplir la medida. Por ejemplo, a un chico que vive en el campo y no está acostumbrado a relacionarse con la gente, pues no lo vas a poner en una piscina municipal, pero estará contento si lo pones en el bosque en un parque forestal. Si le gusta el estudio, a ayudar al bibliotecario a colocar libros. Eso es lo que se hace en los juzgados de menores.
Controlar que un chico de 14 años vaya al instituto es tarea de los padres antes que de un juez ¿acaso sus familias no les han enseñado esas cosas básicas?
Si está aquí es porque esas cosas básicas no las ha hecho bien o hay alguien que no las está haciendo funcionar. Evidentemente, muchos de los menores que vienen aquí provienen de una serie de familias que no les han llevado por el camino más adecuado. Sobre todo por falta de atención, no se les ha controlado suficientemente, o por el entorno social en que residen.
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