23/06/2011http://www.elmundo.es/elmundo/2011/06/23/cultura/1308817736.html
Lorenzo Silva
Nadie ha dicho nada. Nadie ha condenado nada. Nadie les ha pedido perdón. Nadie. Ni a él, ni a su hijo, a quien le fallaron todos esos que 48 horas después callan.
Al principio, eso sí, dieron la noticia. Y quizá ya deba darse por satisfecho con eso, con que al menos el hecho no quedara silenciado. No ha mirado ningún periódico, no sería capaz de leer lo que dicen, pero en uno de los taxis que ha cogido en los dos días anteriores, sin ánimos ni serenidad para conducir, oyó una ráfaga de la noticia en la radio. Una descripción neutra de los hechos: una madre separada ahoga a su hijo con una almohada y luego intenta suicidarse. Y al final, como coletilla, algo que si lo analiza resulta sumamente extraño: "Se desconoce si padecía problemas psiquiátricos". O lo que es lo mismo, una no-noticia.
¿Por qué precisar, en este caso y no en otros, lo que se descono-ce, y por qué entre todo lo que se desconoce se selecciona, como colofón de la información, aquello que, ignorándose, podría excusar la conducta? ¿Qué tiene el hecho de que un niño perezca ahogado por su propia madre que merezca esa consideración, la atenuación hipotética que se deja, sin base alguna, flotando en la mente del radiooyente? ¿Por qué no se dice que se desconoce el estado mental de un atracador, de un terrorista suicida, o del adulto que mata a otro tras una discusión de tráfico?
No será porque el hecho sea leve, ni menos aún porque resulte insólito. En un momento de masoquismo, ha hecho la prueba en Google escribiendo las palabras "madre mata hijo". En la primera página ya le salen seis resultados escalofriantes: "mujer mata a su hijo de cuatro años", "madre mata hijo porque no le dejaba jugar a Farmville", "madre mata hijo por romperle el televisor con la Wii", "mujer asesina a golpes a su bebé al saber que su marido había tenido un hijo con otra mujer", "madre ma-ta a su hijo de dos años con un destornillador", "mujer mata a su bebé y se come partes de su cuerpo".
O mejor habrá que decir siete resultados, porque Google también le escupe la noticia de su hijo. Rematada, por cierto, con la indefectible coletilla acerca de eso que no consta respecto de la salud mental de la madre. Nadie especula sobre el sufrimiento del niño, previo al asesinato y en el momento de perpetrarlo. Nadie sobre el estado en que se en-cuentra él, el padre a quien han apagado de golpe la vida.
Hay una ministra que comparece siempre, en caliente y con gran soltura verbal, para condenar otras muertes, sin cuestionarse jamás el estado mental de sus autores. No la ha visto hablar de ésta. La ministra suele, en esos otros casos, preguntarse con honda preocupación por los fallos del sistema, que im-pide proteger a las víctimas. Pregunta más que pertinente, y para la que debería buscarse respuesta, siempre pensó él.
Pero sobre la muerte de su hijo, ni siquiera se pregunta. No parece haber más interrogante (y ése ya lo han formulado de oficio los medios, así que nada hay que añadir) que la presumible demencia absolutoria de la autora. Ni siquiera la llevan a pre-guntarse las cuatro denuncias que él interpuso ante la justicia antes de que se produjera el asesinato, y que de nada sirvieron para proteger al niño de quien finalmente acabaría con él.
Al silencio de la ministra se une el silencio de esa justicia que se inhibió, y ahora, pasado el primer impacto, el silencio de los medios. Porque aquella incertidumbre que cerraba la noticia acaba de quedar resuelta. El psiquiatra forense que ha examinado a la asesina (presunta), ha certificado que su estado mental la hace imputable y que debe ingresar en prisión. Pero esto ya pasa casi inadvertido. Prevalece, al fin, la no-noticia.
Reunión de los lunes
domingo, 1 de septiembre de 2013
El silencio de la ministra
Domingo, 1 de Septiembre, 2013
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