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martes, 31 de diciembre de 2013

Ni ellos son simples ni ellas retorcidas

Martes, 31 de Diciembre, 2013
- Las diferencias de género responden a un proceso de socialización
- Hombres y mujeres durante siglos han sido educados diferentes
- Los estereotipos, según los expertos, forman parte del pasado
Durante siglos, hombres y mujeres han sido educados de manera muy diferente.
Dentro de nuestros círculos más íntimos y desde que el mundo es mundo, se ha defendido la idea de que hombres y mujeres hablamos idiomas diferentes. O que sólo por el hecho de ser hombres y mujeres, tenemos diferentes puntos de vista que afectan en nuestro comportamiento, por ejemplo, ante una discusión o un conflicto. Pero, ¿realmente es así?
"No hay naturaleza que diga que ellos son simples y ellas retorcidas", afirma firmemente Delfine Mieville, socióloga, sexóloga experta en género y en derechos humanos. El ser humano, mantiene, es un conjunto bio-psico-social donde cada parte de su ser influye y es influida por las demás. También, Silvia Cintrano, directora del área de sexualidad del Instituto de psicología Centta de Madrid, asegura que generalizar sobre el comportamiento de hombres y mujeres es un error, pues el ser humano es una mezcla de factores biológicos y culturales: "Las dos terceras partes de nuestros actos se componen de hechos aprendidos y, como consecuencia, son modificables", mantiene.
Pero un reciente estudio elaborado por la Facultad de Medicina de Pensylvania afirmaba que el cerebro de hombres y mujeres responde de manera diferente, y por ello el porqué de las diferencias de género en muchas de nuestras conductas. Y tal como defiende Mieville, bilogía y cultura no deben separarse: es como un lazo de Moebius. "¿Por qué tenemos que enfrentar biología y cultura? Todo influye mutuamente", afirma.

Lenguajes distintos

Durante siglos, hombres y mujeres han sido educados de manera muy diferente y, por tanto, sí existe una socialización diferenciada por género en términos generales. Por ejemplo, "siempre se ha dicho que las mujeres tienen menos capacidad espacial que los hombres, y sin entrar en si es cierto o no, hace algunos años las mujeres no podían ir solas por la calle. Literalmente, debían de ir del brazo de un hombre. Es evidente que esto no permite la exploración del espacio por parte de las mujeres", comenta Mieville.
Al haber sido educados de forma diferente, hombres y mujeres han desarrollado también un lenguaje diferente. Es decir, los hombres han sido socializados siendo más proclives al desarrollo de mundo racional y su lenguaje suele ser funcional y descriptivo. Por su parte, las mujeres han pertenecido al mundo de lo relacional (cuidado de la casa o los hijos) y su lenguaje ha respondido más a lo afectivo. "Ambos son ricos y válidos. Sólo que pueden entrar en conflicto porque son dos idiomas diferentes", expone.
Pero, hoy en día, asegura convencida, las cosas están cambiando, ya que poco a poco se están creando nuevas formas de lenguaje, y de ahí que los cursos sobre inteligencia emocional o asertividad estén teniendo tanto éxito en nuestros días. "Las mujeres, en la actualidad, estamos desarrollado más claridad y más asertividad, al igual que los hombres más empatía y profundidad en las interpretaciones", apunta.
Del mismo modo, el autor del libro '¿En qué piensan los hombres?' José Bustamante, sexólogo y secretario general de la Asociación Española de Especialistas en Sexología, mantiene que durante mucho tiempo hombres y mujeres nos comportábamos de maneras muy predecibles: se sabía que se esperaba de cada uno de los géneros y parecía sencillo saber cómo eran ellos y ellas.
Hoy, cosas que antes eran consideradas para ellas, también lo son para ellos, y viceversa. Por eso defiende convencido que "los estereotipos de género son cosa del pasado". La realidad de nuestros días, asegura, es otra bien distinta a la que dibujaba el psicólogo John Greye en su archiconocido libro 'Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus', en la que hombres y mujeres parecíamos venidos de diferentes planetas.

Compañerismo y rivalidad

Otro aspecto de ese proceso de socialización es en lo referente al compañerismo y la rivalidad. "Hace años, el hombre ha tendido a defender a los de su sexo, y ellas se quejaban de un compadreo atávico y tenían una mayor tendencia a la rivalidad", explica Bustamante.
Todo esto puede relacionarse, según Mivielle, al tipo de lenguaje desarrollado. El patriarcado, explica, ha facilitado la solidaridad entre hombres que han sido socializados en el pacto entre caballeros y la lealtad y las mujeres, por su parte, en la competencia, en ver a sus compañeras como enemigas. Un ejemplo, señala, es la relación entre nuera y suegra, que responde a la idea del 'divide y vencerás'. Y aunque todavía, confiesa Bustamante, queden restos de esa cultura en las consultas, "la realidad es que esa competitividad femenina y compañerismo masculino dejan de tener sexo: encontramos a mujeres compañeras y hombres competitivos entre sí, mujeres que relativizan los pequeños problemas y hombres que se quedan anclados en ellos". Estos estereotipos, insiste, forman parte del pasado.
Todo responde, según el especialista, a un componente educativo y la forma que tengamos cada ser humano de entender las cosas en el amor, en las relaciones laborales, etc. Por ejemplo, en la amistad: "Para ti puede ser terrible no saber nada de un amigo durante meses, para mí puede que eso sea normal porque entiendo la mistad de otra forma".

La clave: hablar claro

Y así, pese a todo, sigue habiendo diferencias, sobre todo, relacionadas con la comunicación: ya sea entre hombres y mujeres, hombres y hombres y mujeres y mujeres. A modo de ejemplo, señala la experta en sociología, alguien le manda un mensaje a otra persona diciendo: "hoy no puedo quedar", como estrategia para que el otro o la otra insista. Sin embargo, el otro lo puede interpretar simplemente como "no puedo quedar", y surgir de esta manera el conflicto y la frustración.
La clave de todo esto es: ¿Qué es lo que quiero comunicar? Lo importante es pensar primero en solitario (hombre y mujer) lo que queremos decir y ser consciente de lo que queremos obtener al comunicarnos. Y segundo -para ayudar a la comunicación-, es fundamental tener conversaciones cortas, claras y desde la empatía.
http://www.elmundo.es/salud/2013/12/27/52bdbbde268e3e030c8b4576.html?cid=MNOT23801&s_kw=ni_ellos_son_simples_ni_ellas_retorcidas

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