Miércoles, 9 de Junio de 2010
La euroorden de protección a maltratadas “no tiene el mandato de los Veintisiete para seguir adelante” y no se aprobará con Zapatero al frente de la UE
El fenómeno de la violencia doméstica se ha visto fatalmente multiplicado en los últimos días tras el asesinato de cinco mujeres en tan sólo una semana. La última víctima se produjo el pasado domingo, 6 de junio, en Salt (Girona), cuando Mónica González murió degollada a manos de su pareja, elevando así a 32 el número de feminicidios en España en lo que va de año.
De seguir esta tendencia, 2010 podría cerrarse con más de 74 mujeres muertas a manos de su pareja, una cifra sólo superada en 2007, con 78 feminicidios, y en 2008, el peor año con 81 muertes por esta causa.
No deja de sorprender como, ante estas estadísticas, una cierta ceguera institucional continúa dando argumentos inútiles para resolver el problema de la violencia de género que, lejos de ir a menos, mantiene actualmente una estadística de muertes como en los peores momentos de su historia reciente. Aún así, hay que destacar que, en España, la tasa de feminicidios está muy por debajo de la media europea.
Muchas denuncias, poca eficacia
De las 32 víctimas mortales por violencia doméstica que llevamos este año, apenas hay patrones comunes a excepción de que la mayoría de las víctimas no habían denunciado nunca a sus parejas, tan sólo cinco de ellas lo hicieron y una retiró la denuncia.
Así, cabe preguntarse para qué sirve la denuncia. Hay decenas de miles de denuncias acumuladas y, porcentualmente, una gran desproporción con el número de muertes por esta causa.
Sirva como ejemplo que, según un informe del CGPJ, en el primer trimestre de 2008 se recibieron 33.950 denuncias por violencia contra la mujer y se solicitaron 9.514 órdenes de protección, y las cifras no paran de aumentar: las denuncias crecen un 7% anual y las órdenes de protección, más de un 9%.
También se habla del mito de las denuncias falsas, pero no existe ninguna base para mantener este punto de vista. De hecho, jueces y fiscales vienen advirtiendo de que se dan demasiados casos de denuncias falsas, tal como explicaba recientemente Diego de los Santos, eurodiputado y adjunto del Defensor del Pueblo Andaluz y hombre de izquierdas.
“De las 600.000 denuncias por ‘malos tratos’ desde la aprobación de la ley hasta junio del 2009, un 86% son abusivas”, señalaba en su ensayo Las mujeres que no amaban a los hombres. El régimen feminista en España. De los Santos calificaba en su estudio la ley como “fracasada e inhumana”.
La clave del conflicto, la ruptura
A raíz de los últimos acontecimientos se afirma que en muchos de los casos las parejas que protagonizan esta violencia han vivido durante años juntos, mientras ella recibía continuados malos tratos, hasta que al final él acaba matándola.
De esta forma se prejuzga que se ha dado a lo largo del tiempo una circunstancia de violencia porque se pretende dar la idea de que existe violencia estructural que daña a la mujer. Por contrapartida, no se tratan estos hechos como patologías concretas fruto de un conflicto: ruptura.
La realidad es que el conflicto puede haberse dado durante años o no. Este tipo de asesinatos no son una tendencia sino una circunstancia puntual que cabe estudiar.
Al generalizar el fenómeno de la violencia machista se impide actuar contra la circunstancia concreta, sobre la que habría que crear nuevos procedimientos. Tal como se afronta ahora, es como si se estuvieran haciendo campañas para frenar los infartos y paralelamente no atendiéramos a las personas que están en un factor de riesgo concreto.
Desde esta perspectiva, habría que considerar que, en el caso de continuar la tendencia, esas más de 70 mujeres muertas en un año no son una epidemia, sino el fruto de una patología que deviene casi siempre del conflicto generado tras una ruptura.
El ‘manual’ de lo políticamente correcto
Por otra parte, cada vez que una mujer muere a manos de su pareja o ex pareja el ‘manual’ de lo políticamente correcto dice que tiene que haber una gran repercusión en los medios de comunicación y concentraciones.
En ese sentido, José Sanmartín, catedrático de Filosofía de la Ciencia y director de la Universidad Internacional Valenciana, se preguntaba en un estudio el “por qué la percepción de este problema en la sociedad española es casi como si estuviéramos en una guerra abierta”.
“Los medios de comunicación [...] pueden sesgar la visión de la realidad haciendo que se perciba, por ejemplo, más violenta de lo que ya es de por sí”, añadía.
Al mismo tiempo, se ha querido ver que los asesinatos por violencia doméstica provocan un efecto de imitación. Pero, el análisis que se hace es insuficiente, ya que no se ha demostrado que exista una correlación matemática de ese efecto imitación. En cualquier caso, hasta ahora se venía realizando una política equivocada y habría que preguntarse qué se va a hacer para rectificar.
En definitiva, a pesar del fracaso de la ley, que las estadísticas se empeñan en demostrar, el pensamiento políticamente correcto continua engañándose e intentando engañar.
La euroorden, sin “mandato de los Veintisiete”
También parece entenderlo así la comisaria europea de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía, Viviane Reding, quien el pasado sábado, 5 de junio, lanzó una andanada a las políticas del Gobierno de Zapatero en esta materia.
Concretamente, Bruselas se opone de momento a aceptar la euroorden de protección a maltratadas, un ‘invento’ del presidente del Gobierno español que intenta colar durante su presidencia de turno al frente de la UE.
“La presidencia española utiliza a la UE como una marioneta al servicio de su interés circunstancial para conseguir efímeras proezas políticas”, llegó a decir la comisaria europea.
Reding se refería a la insistencia del Gobierno español en sacar adelante la euroorden, una iniciativa que propone que toda mujer que cuente con medidas de protección en su país las vea garantizadas si viaja a cualquier otro estado de la Unión.
Pero, todo apunta a que el Ejecutivo de Zapatero no podrá aprobar la euroorden durante su Presidencia europea. El problema radica en que la llamada Ley de Violencia de Género es atípica e insólita en relación a la legislación en Europa.
Hasta siete países se suman a las reservas de la Comisión Europea ante la propuesta de euroorden de Zapatero.
“No tiene el mandato de los Veintisiete para seguir adelante [...] Espero que las próximas presidencias las formen gentes razonables”, concluyó Reding.
¿Y la conciliación?
Y es que el problema no se soluciona tanto con las denuncias como identificando los casos y las causas, y aplicando las medidas oportunas, como se hace en Europa.
Así lo planteaba ya en 2007 la entonces presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, María Eugenia Alegret, quien afirmaba que había que cambiar la Ley de Violencia de Género, por ser una excepción en Europa, y consideraba que la única forma de descongestionar los juzgados es recurrir a la conciliación, una opción ignorada hasta ahora por Zapatero.
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