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lunes, 9 de septiembre de 2013

Niños expuestos a alarmante suba de alteraciones psíquicas

Lunes, 9 de Septiembre, 2013
Los cuadros se dan con mayor frecuencia y exacerbación, y son sintomáticos del ritmo de vida. Ansiedad, angustia, depresión, violencia, trastornos que sufren entre el 10% y 20% de los chicos.
Ansiedad, angustia, depresión, violencia, trastornos que sufren entre el 10% y 20% de los chicos
En la realidad que se palpa en escuelas o barrios, en los consultorios médicos, se observan y registran cada vez más diversos trastornos que padecen los niños. Esas patologías psíquicas o psiquiátricas tienen relación con el contexto social, con el ritmo de vida, con nuestra forma de vivir, con nuestro comportamiento social.
Sufren más trastornos de ansiedad, de depresión y de angustia, y se relacionan de modo más agresivos con los demás; es decir, quedan sumergidos o expuestos a una violencia social que se manifiesta, por ejemplo, en las escuelas.

Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud estiman que entre un 10% y un 20% de la población infantil padece disfunciones, perturbaciones, alteraciones o trastornos psicológicos.
Al tratarse de la población más vulnerable, sean cada vez más, sean menos, un solo caso basta para que duela en el corazón y el alma.

Calidad y condiciones de vida hacia los niños y en definitiva, las bases que la sociedad está asentando para su futuro, aspectos que vale reflexionar con el miembro fundador de la Sociedad Psicoanalítica de Paraná, Alejandro Monzón (Matrícula Nº 431).

—¿Es lo que creemos ver o cada vez más se advierten en la actualidad niños con problemas de trastornos psíquicos o psiquiátricos?
—En primer lugar, el uso del término trastorno es actualmente muy extendido pero no está absolutamente aceptado en el campo de la Psicopatología o de la llamada Salud Mental y su uso es más propio de la Medicina. Para resumir, se puede decir que muchos, la mayoría incluso, de los motivos de consulta y cuadros susceptibles de tratamiento psicológico no son alteraciones o disfunciones psíquicas del niño, de él en sí mismo, como de algún modo sugiere el término trastorno, sino emergentes sintomáticos o cuadros configurados a partir de la interacción de factores extrínsecos al niño. Por ejemplo, la dinámica familiar, las pautas y modos de relación de los padres, entre otros.
Otro equívoco es el de suponer que existen cuadros psicológicos que serían los menos graves y otros más complejos o graves que serían los cuadros psiquiátricos. O que a los niños se los trata con psicopedagogo, al adulto con psicólogo y al adulto más grave con psiquiatra.
Pero considerando la pregunta, actualmente crece y en algunos casos de modo alarmante la prevalencia de distintas formas de expresión de alteraciones psicológicas o que conllevan algún grado de inadecuación y malestar psíquico.
Si bien es muy complejo poder determinar estadísticas fehacientes, la Organización Mundial de la Salud considera que entre el 10% y el 20% de los niños en edad preadolescente se dan distintas manifestaciones de varios cuadros psicológicos distintos, que son considerados disfunciones, perturbaciones, alteraciones o trastornos. Es decir, que no están contemplados como esperables para determinado momento evolutivo.

—¿Cuáles son esos trastornos más comunes, y a qué causas obedecen, sociales, hereditarias, familiares?
—Pueden establecerse en principio tres grandes categorías. Una sería los problemas emocionales y su correlato a nivel del comportamiento, en los que se incluyen cuadros de angustia de separación, fobias diversas, retraimiento, aislamiento, cuadros ansiosos de diversa manifestación, alteraciones del ánimo que incluyen a la depresión infantil, enuresis y encopresis (pérdida del control de esfínteres urinario y anal respectivamente), agresividad, rebeldía y no aceptación de pautas que les establezcan límites, aburrimiento constante, dificultad para soportar la frustración de sus deseos vividos como urgentes; esta es una enumeración de lo más observable a nivel emocional.

También se puede describir una segunda categoría; en la que se incluyen síndromes y cuadros más severos, pero con una frecuencia muy inferior, formas de autismo, o patologías del vínculo social como el síndrome de Asperger, síndrome de Rett, el llamado trastorno generalizado del desarrollo, entre muchas otras.
Y finalmente, la tercera categoría en las que se encuentran las distintas manifestaciones de problemáticas escolares y relacionadas con el aprendizaje, en la que se incluye la polémica entidad del trastorno por déficit de atención que puede ser con o sin hiperactividad. Digo polémica porque la entidad en sí misma es cuestionada en diversos marcos teóricos y también porque es sobrediagnosticada y ha sido medicalizada y sobretratada con psicofármacos, muchas veces sin una comprensión del cuadro familiar, social, escolar en el que está inmerso el niño y que determina o influencia el cuadro.
—¿En qué casos se deben al ritmo de vida? Se suele plantear que trastornos de ansiedad en niños obedecen a motivos familiares, al ritmo de vida de sus padres, a la transmisión de problemas…
—Sin dudas que el incremento de los cuadros psicológicos, ya sea por la frecuencia con que aparecen , por la exacerbación y multiplicidad de formas con que se presentan están en relación con el ritmo de vida, pero no debemos olvidar que también este “ritmo” de vida acelerado, ansioso, urgente es secundario a otra cosa que es lo principal, más amplio y profundo y que es el sistema en el que vivimos, que a esta altura es el capitalismo globalizado que induce formas de sufrimiento que son propias de los valores y disvalores que propone o de las incertidumbres existenciales, económicas, de seguridad, el desinterés por los otros y la necesidad de afirmación personal a ultranza que son sus consecuencias.

No son invenciones de este sistema global, pero sí el modo actual de organización de la civilización las profundiza de un modo nunca visto y genera en los adultos un nivel cada vez más creciente de sensación de anomia, de inermidad y los niños expresan sintomáticamente ese déficit adulto de poder ser estructurantes y protectores para con los niños. Lo digo sabiendo que es una generalización, y por lo tanto un esquema.
—Eso revela que hay en nuestra sociedad más condiciones para generar trastornos. ¿Cuáles son esos cambios sociales que favorecen la aparición de estas enfermedades?
—Bueno, es una pregunta muy interesante porque habría que considerar si es posible algún modo de organización social que no genere alienación y neurosis. Personalmente considero que no, en la misma línea de lo planteado por Freud en El Malestar en la Cultura, en ese texto analiza el hecho de que para estar con un otro, u otros, para vivir en sociedad, debemos resignar muchas aspiraciones personales puramente egoístas, todos debemos hacerlo para poder funcionar como grupo social, y eso es una ganancia y un progreso, pero a cambio de lo que tuvimos que resignar.
Esa sería la idea. Pero es cierto que hay formas y formas de organización social y desde las mas reguladas e integradoras, las llamadas “sociedades primitivas” hasta las sociedades modernas ha habido una serie de transformaciones que favorecen la aparición de múltiples patologías.
En el caso del estado de la condición humana en el siglo XXI, es quizás como nunca antes, de indefensión, inermidad, confusión, soledad y extravío de ejes fuertes de sentido para la vida.
Así entonces tantos adultos hacen lo que pueden con sus vidas, quedando sin resto para regular e intervenir de un modo continente respecto de los hijos y por lo tanto transfiriendo o recreando en los chicos similares sensaciones de indefensión, inermidad, confusión y demás.
—A modo de tendencia, ¿cuáles son los trastornos que asoman cada vez más comunes y que incluso constituyen una tendencia en ascenso?
—Encuentro que las formas de perturbaciones ansiosas son crecientes en la población infantil, también las depresiones y diversas presentaciones de cuadros de angustia.
Otro ítem muy importante y preocupante es el aumento de modos de relación agresivos o directamente violentos en diversos ámbitos, sobre todo en la escuela. Lo que ahora se le llama bullying.
—¿Qué impacto en la personalidad y en la salud ocasionan en los niños ser víctimas de agresiones o bullying, por ejemplo?
—El denominado bullying o acoso escolar es en realidad la exacerbación con mayor nivel de ensañamiento de formas típicas de agresión como necesidad de autoafirmación de niños con situaciones personales y familiares complicadas que efectúan distintas formas de hostigamiento y agresión hacia otro, ya sea en forma individual o en grupo. Creo que no es nuevo, cuando yo era chico en la canchita, en el barrio y en la escuela se daban formas de “cruce” en los que había que bancarse distintas gastadas o sarneadas, digo que había que ganarse el lugar o ser agarrado “de pollo” como dicen los chicos ahora.
No obstante las formas actuales son muchas veces tan virulentas y en particular en los algunos casos que protagonizan adolescentes que llevan armas blancas o de fuego como amedrentamiento, ostentación o amenaza. Incluso es cada vez más frecuente encontrar violencia física de adolescentes mujeres o niñas que golpean a otra por envidia, no hace mucho sucedió que en una escuela le cortaron la cara a otra compañera. En fin, las situaciones son muchas y las consecuencias son variables dependiendo de la modalidad de la agresión, ya que hay desde bloqueo social hasta violencia física, pasando por hostigamiento y distintas formas de maltrato que siempre impactan negativamente sobre la víctima, la que es “elegida” en función de cierta característica que lo hace más vulnerable, puede ser más callado, retraído, y siempre genera consecuencias nocivas sobre su autoestima y sobre la valoración de lo grupal y la confianza social.
Estos fenómenos cada vez más frecuentes son alarmantes, ya que revelan una descomposición de los valores grupales y sociales.

Responsabilidades

Por un lado, hay también mayor presión de los padres hacia los niños, que se hace nítida en el deporte pero también acontece en otras actividades. Eso es causante también altos niveles de frustración que afectan el desarrollo de la personalidad de un niño.

Al respecto, Monzón sostuvo: “Esa presión sobre el nivel de rendimiento y obligatoriedad no les permite el disfrute a los niños. No debemos olvidar que el ser humano siempre disfruta de jugar y eso es mucho más marcado aún en la niñez, donde el juego, lo lúdico, es una de las formas de mayor expresividad y gratificación; cuando se lo hace vivir como obligación o un trabajo, se va produciendo un distanciamiento del niño respecto de esa actividad. Siempre hay que intentar estimular y no imponer”.

Además, en cuanto a la conducta de los niños, planteó que “habría que ver si no se ha flexibilizado tanto la crianza, en tal extremo, que se observa en muchas situaciones como algunos padres se excusan en que sus hijos son “caprichosos” y su posición es de debilidad tal que los hijos le marcan el ritmo y le dominan la vida, aunque es un tema de extenso análisis”.
Acto seguido, citó que para observar los diferentes síntomas de estos problemas “hay que estar atento al rendimiento escolar, a las ganas de ir a la escuela o jardín o al surgimiento, luego de haberse adaptado, de evitación o negativa por ir a la escuela, lo que nos hablaría de algo nuevo y desagradable que le está pasando. También hay que observar si mantiene sus intereses y actividades habituales, así como su alimentación, sus ritmos y tiempos de sueño y vigilia, sus funciones fisiológicas.
Y por supuesto, hablar con los niños, preguntarles y apoyarlos, algo que lamentablemente en muchas situaciones no ocurre porque las familias están desintegradas o no se registra el estado del niño; y muchas veces ocurre que quien detecta un nivel de sufrimiento o alteración psíquica en el niño sea alguien ajeno a la familia, como maestros por ejemplo”.
http://www.unoentrerios.com.ar/laprovincia/Nios-expuestos-a-alarmante-suba-de-alteraciones-psiquicas-20130908-0002.html

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