En lucha. Raúl García muestra una de las sentencias
acumuladas en el largo proceso judicial.
Esta enrevesada historia arranca en el verano de 2006, cuando se termina la relación sentimental entre Raúl y la progenitora de Alejandro. Concluyó de una forma tormentosa. Ella, incluso, lo denunció por malos tratos: “La Fiscalía me pidió seis años de cárcel. Yo era inocente, pero los abogados me aconsejaron llegar a un acuerdo porque podía haber acabado en la prisión”. Tras el juicio, celebrado en 2008, este jiennense fue condenado a realizar 1.080 días de trabajo en beneficio de la comunidad, una pena que todavía hoy está cumpliendo.
Paralelamente, se abrió un procedimiento de divorcio, en el que se fijaba el régimen de visitas que Raúl tendría con su hijo Alejandro: podría verlo los fines de semana y vacaciones alternas. Todo fue bien los primeros años. No obstante, el calvario de este padre comenzó el pasado 10 de junio, cuando el abogado de su expareja le envió un fax en el que le anunciaba que suspendía las visitas: “Fue una decisión que tomó ella sin ningún tipo de cobertura legal, es decir, no está amparada por juez alguno”, explica Miguel Lemus, el letrado de Raúl. Y añade: “Adoptó esta determinación en virtud de un informe de un psicólogo privado, contratado por ella misma, que decía que el niño mostraba conductas agresivas”. Desde entonces, este padre jiennense no ha podido ver al niño: “Es una situación que no me entra en la cabeza”.
Poco después, la madre del niño presentó una demanda de modificación del régimen de visitas en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Martos. Lo que la progenitora reclama es que la juez cambie las condiciones actuales en las que Raúl ve a su hijo. El procedimiento está en marcha y la juez ha pedido un informe psicosocial para analizar la situación de los padres y del menor: “Puede tardar meses, incluso más de un año, en realizarse. Y, mientras tanto, yo sigo sin poder ver al niño”, reclama Raúl García.
Cada dos fines de semana, el padre acude a la Guardia Civil o a un juzgado para interponer una denuncia contra la madre de su hijo por incumplir el régimen de visitas. “Le he puesto más de 30”, dice con cierta resignación. Algunas han acabado ya en una condena por una falta de desobediencia, castigada con el pago de una multa.
Lo que más critica Raúl es que la Justicia no ejecuta el actual régimen de visitas, ese que le permite ver a su hijo los fines de semana alternos y un mes en las vacaciones de verano. También lamenta que sus padres no pueden disfrutar del pequeño Alejandro: “Ellos no tienen culpa de nada de lo que haya podido pasar y, sin embargo, tampoco puede estar con su nieto”, explica. Incluso, cuando nació su segundo hijo, fruto de la relación con otra mujer, Raúl pidió al Juzgado que permitiera a Alejandro estar en la ceremonia del bautizo: “Nos dijeron que no. Pienso que no hay derecho”. Durante todo este larguísimo proceso, además del sufrimiento emocional, este jiennense dice haberse arruinado: “Sin embargo, no dejaré de luchar por conseguir lo que es mío”, concluye.
http://diariojaen.es/index.php/menujaen/25-notlocales/36762-un-ano-sin-ver-a-su-hijo
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