Tres usuarios de Mediante cuentan su experiencia y explican cómo ha mejorado su situación gracias a este centro
28.07.11 - A. DOÑA | JEREZ
Los hijos de Esther están con su padre, condenado por violencia de género
«He ganado en tranquilidad, porque aquí
siempre controlan los encuentros con la madre»
Se muestran nerviosos y en sus caras reflejan una honda preocupación que en muchos de los casos arrastran desde hace años. Son usuarios de la asociación Mediante, a la que han acudido por conflictos familiares graves con hijos de por medio. Hay casos para todos los gustos como el de Antonio, un joven que se separó de su mujer por los problemas de ésta con el alcohol y mantiene la custodia de sus hijos, quienes ven a su madre en el punto de encuentro del centro.
Como relató a este medio, al principio todo fueron problemas ya que su expareja alteraba a los menores cuando estaban con ella e incluso bebía en su presencia. «Yo no sabía qué hacer y mi abogado me recomendó que viniera aquí. Tenía una intranquilidad tremenda cuando se llevaba a los niños, porque lo pasaban mal e incluso llegaron a adelgazar un montón de kilos».
Ahora, todo ha cambiado gracias a la asociación, a donde ella acude a ver a sus pequeños y esos encuentros están controlados en todo momento. «He ganado en tranquilidad, porque siempre hay alguien presente y así tampoco puede manipular a los niños. Aquí pintan, juegan con ella y están mucho más contentos».
El caso de Juan es diferente, puesto de que desde que se separó sus hijos, ya adolescentes, le fueron relegando a un segundo plano en sus vidas hasta el punto de que ya no querían quedarse con él, en parte «manipulados por su madre». La cuestión es que comenzaron a surgir una serie de conflictos por los que la expareja acabó utilizando el servicio de mediación. Con ellos, la abogada de familia ejerció de mediadora y sentó las bases de un régimen de visitas que, a trancas y barrancas, se ha ido cumpliendo. Gracias a esta intervención se ha llegado a parar incluso alguna denuncia interpuesta por la madre, aunque Juan confiesa apesadumbrado que aún queda mucho camino por recorrer.
«Hemos tenido cierta mejoría en la relación, porque sobre todo se ha frenado la judicialización del conflicto. Pero ellos no se terminan de adaptar a mí, y yo creo que es cosa de su madre. Antes estaba desesperado; sin este apoyo no sé qué hubiera hecho».
Sin custodia por una bofetada
Pero sin lugar a dudas, el testimonio más impactante ofrecido ayer a este medio fue el de Esther, que ha perdido la custodia de sus hijos por haberle dado una bofetada a uno de ellos, y ahora viven con su padre sobre el que pesa una condena por violencia de género. Como manifestó la presidenta de Mediante, Josefina Benítez, se trata de «un caso insólito» pues resulta incomprensible que por ese motivo el juez haya dictaminado a favor de una persona condenada por maltrato.
La perjudicada, por su parte, admite estar pasando el peor momento de su vida y no se explica lo ocurrido. «Mis niños viven en un entorno que les perjudica, pues su padre convive con sus hermanos y todos ellos tienen antecedentes penales. De hecho, yo me he ido de la ciudad en la que vivía porque estaba amenazada. En el colegio me han dicho que los niños están desatendidos y que no rinden, y encima los tiene totalmente manipulados».
Esther cuenta que su matrimonio fue un calvario que duró más de una decena de años de malos tratos hasta que en 2009 decidió separarse. Entonces, abandonó el hogar conyugal «con una mano delante y otra detrás» y desde ese momento los niños, que veían a su padre con regularidad, empezaron a echarle en cara la situación y a reprocharle que los había alejado de su entorno. El progenitor, según ella, estaba esperando el momento propicio para tomarse una revancha que ocurrió cuando le dio una bofetada a uno de los niños, él le denunció y le retiraron la custodia de dos de ellos, algo que tampoco se explica.
En la actualidad, ella puede ver a uno de sus hijos en el punto de encuentro pero debe permanecer alejada de los otros dos durante un año, en virtud de una sentencia judicial que no para de recurrir. Para ella, encontrarse con Mediante ha sido una tabla de salvación. «He tenido suerte, porque al menos aquí están muy pendientes del caso y puedo ver a mi niño». No obstante, la lucha continúa y esta madre asegura que tocará todas las puertas hasta que sus hijos tengan lo mejor, que es estar al lado de ella.
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