Posteado por Lourdes Peralta el 27/07/2011 -
El caso de la pelea entre la concejala Pepa Kostianosvky y la señora María Cristina Bonnin de Molinas, donde, por supuesto, cada una contó su versión de los hechos, no es más que un botón de muestra de lo que siempre ha habido.
Los esquemáticos y repetitivos planes de “violencia doméstica”, “violencia de género”, “violencia intrafamiliar”, “violencia patriarcal”, totalmente basados en mecanismos legales de denuncia, parece que no resultan a pesar de la millonada que se invierte en ellos. Y lógico, si se quisiera de verdad acabar con la violencia, lo primero que se haría sería no dividirla, no crear bandos como están haciendo.
Las ministras paraguayas, que se dicen comprometidas con la causa mujer, nunca se explayan sobre temas concernientes a violencia entre mujeres. Pero estoy segura de que a la gente le gustaría saber en este caso, donde hubo no solo ofensas verbales sino también agresión física, qué opinan. ¿Y qué hubiera sucedido si quien abofeteaba a la señora era un hombre? Las mujeres, aunque ejercen más violencia psicológica que física, también van a los golpes.
En el Congreso argentino, el año pasado la diputada Graciela Camaño le pegó un tremendo cachetazo a su colega Carlos Kunkel.
Motivos y justificaciones hay de aquí y de allá. Cómo saltan los nervios, ¿la poca educación?, ¿el cero autocontrol? No somos capaces de contenernos, o tal vez así somos y la propuesta moderna que enseña derechos y más derechos, denuncias y más denuncias para lograr “la igualdad” no tiene una base realista.
En nuestro caso local, según leí, la discusión fue por un lugar para estacionar en el supermercado, (acá no hubo motivos familiares, aunque existen abundantes casos de maltrato de mujer a mujer en los hogares). Hace unos años, también, debido a una pelea en el Estadio Defensores del Chaco, Norma de Gamarra acusó a Lorena Arias por delitos de intento de homicidio, lesión personal, amenazas de muerte y delitos contra el honor y la reputación de las personas.
Y sabemos, lastimosamente cada día más, de alumnas que se enroscan brutalmente en un “mano a mano” a la salida del colegio.
Es un poco extraño que las mujeres políticas hablen de violencia cuando ellas mismas no se contienen. Si se las puso en una función es para servir al pueblo y deben dar el ejemplo, ¿no saben ser políticas? Ser políticas en el sentido de habilidad en el manejo de situaciones. Pasar por estos espectáculos bochornosos no habla a favor de las mujeres como líderes, al final es más de lo mismo que critican.
Y si LA concejala hubiera sido EL concejal, ya el caso hubiera ido a parar al patíbulo feminista para enardecer a la gente.
Hombres violentos, mujeres violentas. La violencia está en todos, sin discriminación sexual (fíjense cómo utilizo el lenguaje inclusivo y tolerante)
Pero lo importante sobre la violencia (fuera de todos los adjetivos de moda) es entender que no viene de un solo lado, por eso es que se genera, mantiene y alimenta.
No todo es culpa de él, ni de ella. ¿Entonces? La verdad la conocemos a medida que nos conocemos a nosotros mismos y somos capaces de analizar nuestras historias de vida con madurez. Los casos violentos que vemos o escuchamos a diario hay que pasarlos primero por un cedazo y luego reflexionar, para plantearnos un ambiente social, no sé si decir pacífico, pero sí más cumplidor de básica urbanidad y respeto entre sus habitantes.
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