Prohibir el derecho a ejercer como padre es ir en contra de los derechos fundamentales del niño.
Un derecho que no debe estar escrito en ningún lugar, cada padre y madre debe sentirlo en su interior. Vemos a varones que salen en defensa de mujeres, ¿cómo es posible que se prive a un padre de procurar el amparo a sus hijos?
No solo es la falta de cariño y afecto, esa es una de las carencias que más repercuten en la infancia de un menor, que cada domingo por la tarde haya de separarse de su padre llorando y a la fuerza, como cuando un niño acude por primera vez a la guardería, y su papá o su mamá se aleja de él. Más adelante cuando los menores crecen, precisan otro tipo de apoyo por parte de tanto la figura paterna como la materna, y este no es menos importante que el afectivo de la infancia. Conforme el menor crece y entre en la preadolescencia, va necesitando la atención de sus mayores, es otra etapa en su vida, la cual puede encaminarse de muy diversas formas si su padre y su madre no están pendientes de ellos. Los menores aprenden en esta etapa que la figura paterna no dispone de capacidad de corrección, pues nadie mejor que ellos para entender que son visitantes, y que como visitantes sus límites solo pueden establecerse en un momento dado muy concreto, y encima a su alcance se muestra una serie de herramientas para que si las normas que impone esta figura paterna ocasional no quieren aceptarse, evitar el contacto con él.
Fuente:
Asdim Vigo
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