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viernes, 20 de mayo de 2011

Arduo calvario para sepultar a niña asesinada

Viernes, 20 de Mayo, 2011
El cuerpo sin vida de Sayun, la pequeña de 14 años de edad que murió al ser golpeada salvajemente por su madre, permaneció tres días en la plancha del anfiteatro de la ciudad sin que las autoridades ministeriales se apiadaran de sus hermanitos y la devolvieran para que fuera sepultada.
La tarde del martes, Christopher y Eiston, adolescentes de 16 y 15 años, estaban desesperados porque nadie los apoyaba a sacar a su hermanita del anfiteatro.
Sayun, de 14 años, murió por síndrome del menor maltratado, traumatismo profundo craneoencefálico producido por arma blanca, anemia aguda, choque convulsivo hipovolémico, estallamiento de hígado, bazo y riñones provocado por policontusión profunda.
La victima fue hallada acostada en su cama por los adolescentes luego de que ellos fueran a pedirle asilo a su mamá para no dormir bajo la lluvia.
Sabían que esto les costaría una paliza o al menos un regaño de su madre, por la violencia sufrida es que Chistopher eligió irse a vivir con su novia y Eiston prefiere refugiarse en las drogas y vivir en la calle.
El lunes en la madrugada, después de que Eiston salió de la municipal, luego de que lo capturaran fumando marihuana, fueron a ver a su mamá, quien al verlos, les pidió que fueran a ver a Sayun, que agonizaba.
Al salir a avisarle a su mamá que Sayun estaba muy mal, ésta había escapado con otra de sus hermanas, de 10 años.
Sayun presentaba a simple vista, huellas de los golpes recibidos a los largo de su vida. Los niños insistieron que su mamá los golpeaba a todos y por eso ellos prefirieron irse. Una vez que se llevaron el cadáver al anfiteatro, siguió el calvario de sus hermanos.
Nadie se preocupó por ayudarlos. Querían sepultar a Sayun y en las oficinas ministeriales les indicaron que tenía que ser una persona mayor de edad que respondiera.
Se trasladaron a las oficinas del DIF estatal, donde no quisieron apoyarlos. Una vez que los escucharon, les informaron que no podían hacer nada para ayudarlos.
El dueño de la funeraria “El Señor de Equipulas” se conmovió ante el dolor de los hermanitos, que estaban desolados en la entrada de la Cruz Roja.
“¿Qué pasó? ¿No les han entregado el cuerpo de su hermanita?”, les preguntó.
Los adolescentes le contestaron que no, además de que no tenían dinero para pagar los gastos funerarios.
“No se preocupen, yo les regalo la caja y traslado el ataúd a donde quieran que se lleve a velar a su hermana y los ayudo con los trámites”, dijo sin titubear.
Los pequeños, sorprendidos porque nunca les han tendido la mano desinteresadamente le insistieron en que no tenían dinero. “No te preocupes yo te regalo todo”, fue la respuesta.
Durante la tarde los menores insistieron ante el Ministerio Público, pero nadie les ponía atención. Les explicaban una y otra vez que tenía que ser un familiar mayor el que realizara el trámite ante el representante social.
El licenciado Víctor Alonso Altamirano, subprocurador general de la Zona Norte, aseguró que se encargaría de que les entregaran el cuerpo sin vida; sin embargo, las horas pasaban y la postura era la misma: no podrían recuperar el cadáver.
Los pequeños no sabían qué hacer. Al poco rato llegó Roberto, cuñado de Christopher, quien los acompañó en las vueltas.
Como las horas pasaban, el propietario de la funeraria les dijo que a la hora que les entregaran el cuerpo sin vida, ya tenía lista la caja y la llevaría en su camioneta, mientras les daba su número celular.
Al rato oscureció y la lluvia caía a cántaros, así que al darse cuenta que no podrían hacer más, se retiraron a su casa a descansar, para iniciar el miércoles en su búsqueda de apoyo a otras dependencias, pues a las recorridas hasta ese día, les negaron ayuda.
Confiaban que al difundir la información de su tragedia, alguna alma caritativa se acerca a ayudarlos. Estaban desesperados.
Esa mañana la mamá de los jóvenes, Karen Telma Amador, les habló por teléfono para preguntarles lo ocurrido.
“Mi mamá me llamó hace unas horas y me pidió respuestas de lo que pasó. Sólo le pude contestar ‘mi hermana tiene golpes, sólo tú sabes lo que pasó”, contó uno de ellos.
Agregó que su mamá le confió que no podía ir a la cárcel sin despedirse de una hija que tiene en la Ciudad de México, que vive con unos familiares, pero que después regresaría para entregarse a la justicia.
Ayer en la mañana, diversas dependencias de gobierno empezaron a llamar a los reporteros de la sección para pedirles que los ayudaran a localizar a los adolescentes y poder auxiliarlos.
Tal es el caso del DIF estatal, donde después de negarles la ayuda a los dos adolescentes cuando fueron a suplicar apoyo para sacar a su hermanita del anfiteatro, se lo negaron.
Como locos buscaban a los jovencitos para remediar el error y falta de solidaridad que mostraron.
En la mañana, funcionarios del DIF se trasladaron a las oficinas de la Procuraduría General de la Justicia del Estado, donde informaron que su imagen fue manchada por no ayudar a los niños abandonados por sus familiares y que les urgía localizarlos.
Al mediodía los trabajadores y procuradora del DIF estatal buscaron a los menores e insistieron con los reporteros de la fuente para localizar a los adolescentes, encontrándolos en las oficinas del Ministerio Público, donde Roberto Flores Hernández, el cuñado de Christopher, realizaba la identificación legal del cadáver.
Encima de todo, los prepotentes trabajadores del DIF, al llegar a las oficinas de la Procuraduría, exigieron que se ayudara a los menores, cuando fueron ellos quienes les negaron el apoyo.
La funcionaria del DIF les aseguró a los adolescentes que cualquier apoyo que necesitaban, la dependencia se encargaría.
Enseguida, le indicó al Ministerio Público que sería la dependencia la que se encargaría del funeral, ya que el DIF estatal se encargaría de comprar la caja y los trámites de la sepultura.
En ese momento los adolescentes recibieron una llamada. Se trataba del dueño de la funeraria, quién les preguntó si lograron recuperar el cadáver.
“Ya, ya vamos señor, sólo falta que nos firmen unos papeles y nos vamos a verlo para que nos apoye con la caja y el traslado”, le contestó uno de los adolescentes y éste les contestó que no se preocuparan, que los esperaba afuera del anfiteatro.
Pasaban las horas y no se sabía nada de los adolescentes, por lo que el dueño de la funeraria insistió, pero el teléfono estaba apagado; después se supo que la funcionaria les indicó que no le contestaran, pues la dependencia se haría cargo.
Reporteros esperaban en el anfiteatro. Cuando finalmente llegaron los adolescentes en una camioneta oficial, un agente estatal de investigaciones, al que le dicen “Chávez”, le gritó a Christopher: “Agáchate, agáchate, que ahí están esos cabrones”.
El menor obedeció las indicaciones del agente y se quedó acostado en el asiento trasero, como si estuviera detenido.
Atrás de ellos llegó una carroza de color negra, de donde se bajaron cuatro abogados que llevarían el caso de los adolescentes.
“No se le acerquen, déjenlo, ya no le digan nada”, ordenó la funcionaria del DIF cuando descubrió al dueño de la funeraria que esperaba con su ataúd.
Al darse cuenta de la situación, el dueño de la funeraria dijo que sólo esperaría que le confirmaran que ya no utilizarían la caja.
“Siquiera como atención a su buena voluntad del señor que te iba a apoyar con los gastos funerarios cuando nadie te apoyaba, dale las gracias, pero que salga de ti”, recriminó un reportero.
La caja del hombre que iba a donar de buena voluntad se quedó en su camioneta, mientras subían el féretro de la menor a la carroza para trasladarla a la Villa de Etla, donde será velada en compañía de cinco licenciados que estaban al tanto.
Paradójicamente, un día antes, nadie quería apoyarlos, ni siquiera para regalarles un vaso de agua.
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