Laura Luz Morales
11-Mayo-2011
más relaciones terminan y padres y madres vuelven a rehacer su vida. Los hijos, sea cual sea su edad, necesitan tiempo, comprensión y diálogo para adaptarse
Saltillo, Coahuila. Ayer celebraste el Día de las Madres. ¿A quién felicitaste? ¿A tu mamá? ¿A tu abuelita? ¿A tu tía? ¿A la esposa de tu papá? Dicen que madre sólo hay una, pero la realidad es que en la época actual las familias son diferentes y vivimos, aprendemos y amamos a personas diferentes que forman parte de nuestro hogar.
Algunas veces, resulta difícil convivir con varias familias, cambiar de casa cada cierto tiempo o, en el caso de los jóvenes, obedecer a diferentes figuras de autoridad. Sin embargo, estas situaciones se han vuelto comunes y cada miembro del hogar debe poner de su parte para lograr la armonía.
La familia cambia
“Hay muchos factores que han influido en los cambios del núcleo familiar”, explica la psicóloga María Barragán. “Los cambios de roles, por ejemplo, que la mamá trabaje, que la edad para procrear incremente, que las mujeres conciban sin un hombre en el hogar, todo eso ha provocado que la sociedad se ‘reacomode’, por así decirlo, y en ese sentido debemos trabajar en nuestras situaciones actuales, no pasadas ni futuras”.
Estos factores modifican el concepto de familia tradicional. Incluso, la percepción social también cambia poco a poco y el “qué dirán” disminuye, también a paso lento, pero seguro. El conflicto, considera la terapeuta, es más bien al interior del nuevo núcleo familiar.
“Lo externo no debe importarnos si estamos bien con lo interno. Nunca podremos cambiar la percepción que tiene el mundo de nosotros, pero sí podemos cambiar nuestra percepción del mundo. Es lo mismo con la familia, tal vez queramos cambiar a nuestros padres, madrastras, hermanastros, abuelos o tías, pero eso será más difícil que si intentamos, cada quién, poner de nuestra parte para comprenderlos”.
Cómo mejorar el ambiente
La famosa psicóloga Louise Hay, autora de “Tú Puedes Sanar tu Vida”, parte de la idea de que se debe comprender a los papás porque hacen lo mejor que pueden con el conocimiento que poseen, es decir, con la experiencia que obtuvieron de sus propios padres.
Si nos basamos en este concepto, cada persona hace lo mejor que puede para convivir con los demás, dependiendo de sus propias experiencias. Si éstas fueron difíciles en su niñez, seguro reaccionará de manera difícil en su etapa adulta. Lo bueno del asunto, considera la escritora, es que todos tienen la capacidad de modificar sus ideas y cambiar sus relaciones familiares.
¿Qué puedes hacer tú, hoy, por mejorar tu relación con los miembros de tu familia, sean éstos consanguíneos o políticos? Las claves se encuentran en palabras como diálogo, entendimiento y acuerdos.
Papás: fortalezcan su relación
Según el sitio inteligencia-emocional.org, al formar una familia compuesta, el nuevo matrimonio necesita mantener una comunicación abierta y respetuosa para conseguir un acercamiento genuino con los hijos de ambos.
“Si ellos están bien como pareja, se comunican, toman decisiones juntos y se mantienen unidos, será más sencillo enfrentar los problemas cotidianos con los hijos, porque ellos tendrán confianza de esa fortaleza en la pareja de autoridad”, dice Beltrán.
El sitio web recomienda a los miembros de la nueva pareja compartir un tiempo para ellos y alimentar la relación. “Para lograrlo, no deben temer dejar a los hijos e hijastros al cuidado del otro progenitor o de otras personas”.
Los expertos en inteligencia emocional también aconsejan iniciar una nueva vida en familia en un espacio diferente, donde cada miembro se sienta único y en su propio hogar.
Padre y madre –o en su caso la abuela o la tía– serán siempre esenciales para los hijos, tanto el que pasa con ellos la mayor parte de la semana, como el que aprovecha los fines de semana. Ninguno debe excluirse a sí mismo, ni ser excluido por el otro o por la nueva pareja.
“Pero ni el padre ni la madre pueden actuar como si la nueva pareja no existiese. En este punto, los acuerdos son esenciales, y el diálogo en favor de los hijos debe sobresalir ante los sentimientos negativos, muchas veces lógicos”, señala el portal.
Casi siempre, los hijos tienen una atracción muy fuerte hacia los padres. Hay que tratar de que sientan que también pueden querer al padrastro o a la madrastra, sin que ello signifique querer menos o quedar mal con el progenitor.
“De hecho, el rechazo de un padrastro o de una madrastra, por lo general, no tiene ninguna relación con sus características personales. Padrastros y madrastras afectuosos y bien intencionados pueden encontrarse en medio de severos conflictos con sus hijastros si éstos no tienen ‘permiso’ para llevarse bien con ellos.
“Las relaciones entre los adultos mejorarán si, tanto unos como otros, aceptan que los hijos pueden ser cuidados por más de dos adultos”, indica el sitio. “El padre o la madre que formó nueva pareja, debe permitir que el otro progenitor participe en la crianza y educación de los hijos. Éste, a su vez, debe comprender que su ex-cónyuge ya no está solo o sola, que debe compartir sus decisiones con su nueva pareja y que es inevitable que ésta tenga con sus hijastros, con el tiempo, una relación directa de protección y cierta autoridad”.
Para que esto se logre con cierta facilidad, es importante que los ex-esposos tengan una relación respetuosa entre ellos, aunque les resulte difícil.
Hijos: Apoyen, dialoguen y respeten
El mejorar la relación entre los papás será muy positivo para los hijos, ya que así no quedarán acorralados entre dos padres hostiles. Los jóvenes tendrán menos necesidad de tomar partido y podrán utilizar los elementos positivos de la situación. Esto es igual si viven con padrastros o madrastras, o con abuelos, padres solteros o cualquier otro tutor.
“Los jóvenes deben apoyar a las dos familias con las que ahora conviven, o en su caso, seguir en contacto con quien les brindó cariño desde pequeños, como muchas veces lo hacen las abuelas”, expresa Beltrán.
Las familias constituidas por el padre o madre separado, su nueva pareja y los hijos de la anterior unión, poseen necesidades emocionales y de estructura diferentes. Es normal que como joven en uno de estos casos, experimentes tristeza o frustración con este cambio.
“Forzar a los hijos a llevarse bien con sus padrastros o madrastras es algo que resultará imposible. Lo mejor es que, como en cualquier nueva relación, los jóvenes conozcan poco a poco a la nueva persona con la que convivirán, planeen alguna actividad juntos y se les apoye, si es necesario, con ayuda profesional para comprender la situación y adaptarse a ella”.
El sitio inteligencia-emocional.org asegura que en este modelo de familia se comparten costumbres y tradiciones diferentes, que pueden enriquecer la vida de todos los miembros. “Pero es inevitable que se cuestionen mutuamente sus costumbres personales. Aun cuando acepten los nuevos modelos, elaborar nuevas alternativas llevará tiempo y paciencia. Para la mayoría de estas familias serán necesarios constantes planteos y replanteos.
“Ser padrastro o madrastra es una tarea poco clara y a veces difícil. El mito de la madrastra malvada puede producir malestar en muchas mujeres; y factores personales, culturales y estructurales afectan el rol del padrastro. El ser padrastro o madrastra es generalmente mucho más productivo si la persona crea su propio rol”.
Si a pesar de los esfuerzos, la relación entre los nuevos miembros de la familia no es buena, será necesario recurrir a un consejero especializado o a un terapeuta familiar.
http://www.vanguardia.com.mx/lanuevafamiliamama%E2%80%A6%C2%BFsolohayuna?-719336.html
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