Viernes, 8 de Julio, 2011
Una encuesta dada a conocer el viernes en Estados Unidos afirma que dos-terceras partes (o el 64%) de los norteamericanos están convencidos que la joven madre, Casey Anthony, definitivamente o probablemente es la culpable en la muerte de su hija Caylee. Más allá de lo que opinemos los que no fuimos invitados a ser miembros del jurado, la difícil y dura realidad es que no existe evidencia clara de que concluya que ella fue quien acabo con la vida de su pequeña.
Los seres humanos en estos tiempos de tanta información tenemos la tendencia a juzgar muy severamente a las personas, con muy poca información sobre quienes son o las circunstancias de su vida. Simplemente llegamos a nuestras propias conclusiones con lo que nos dicen los medios de comunicación de una manera rápida y concisa, pero con muy poca profundidad. Esto también nos debe preocupar, porque nuestra rapidez para juzgar a las personas nubla nuestro entendimiento real de los hechos y podemos caer en la trampa de dejarnos llevar por emociones pasajeras y no interesarnos por llegar a conocer la verdad de los hechos.
Entiendo que lo más frustrante en este caso es nunca saber lo que realmente le ocurrió a esta niña inocente de dos años, ni poder ver al culpable – sea quien sea – ser llevado a la justicia por este crimen horrible. Pero, estoy convencido que Dios si lo sabe y al final solo El tendrá la última palabra en este y en todos los casos. Creo que el origen de la frustración de gran parte de los que han visto este caso desenvolverse, es que no podemos negar que si existen fuertes evidencias de abuso y negligencia infantil contra Casey Anthony, pero estas no tienen mucho peso por la forma en el que el caso fue presentado. Varios expertos legales me han confirmado que quizás si la hubieran acusado de abuso y negligencia infantil – y se hubieran enfocado más en esto – el resultado hubiera sido totalmente diferente. No lo sé. Ahora, nos debe preocupar mucho el mensaje que estamos enviando al mundo, especialmente a tantos padres adolescentes que hoy día se embarazan y aceptan la gran responsabilidad de la maternidad y paternidad, sin realmente entender lo que requiere dicha bendición; la de traer hijos a este mundo.
Me da tristeza pensar que el padre brille por su ausencia. ¿Donde estas? ¿Quién eres? ¿Acaso no has visto las noticias? ¡A tu hija la asesinaron! Pero, nada sabemos del padre. Y de la joven madre, lo que sabemos con certeza es que estuvo 31 días sin reportar a las autoridades la desaparición de su hija – una niña de dos años. Solo ese dato, nos tiene que hacer pensar sobre el nivel de negligencia que existió en este caso. Nunca he conocido un padre de familia cuyo hijo de 17 años se desaparezca que no esté llamando a la policía ese mismo día, mucho menos de dos años.
Nuestra sociedad y nuestras familias tendrán que hacer lo posible por seguir denunciando el abuso y la negligencia infantil. Si las cortes no lo pueden hacer, lo tendremos que hacer todos nosotros. Tenemos que insistirles a nuestros jóvenes que cuando se tienen hijos, y especialmente cuando esos hijos desaparecen por más de un mes o tienen cualquier problema, no es momento para ir a bailar, ponerse tatuajes, ni para andar con los amigos riéndose y gozando como si nada estuviera pasando. Ese comportamiento es negligencia y puede fácilmente catalogarse como “abuso infantil” ya que los hijos dependen de sus padres para todo; comer, ir al baño, estar protegidos, educados, etc.
Como sacerdote he tenido el privilegio de acompañar a padres de familia a las cortes familiares y he sido testigo de cómo – sin muchas pruebas – son capaces de quitarle los hijos por supuesto “abuso” o “negligencia”. He visto el sufrimiento de estos padres, cuando sus hijos caen en la custodia del gobierno y luchan años para recuperarlos. El hecho que nuestras cortes no pudieron identificar la negligencia y el abuso infantil tan evidentes en este caso es frustrante. Estoy seguro que a esto se debe que la gran mayoría de las personas encuestadas dicen no estar de acuerdo con el resultado de este caso. Y por eso nadie, que buscaba justicia para la pequeña Caylee, puede estar satisfecho. Que en paz descanse – en brazos del Juez y Padre eterno..
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Padre Alberto Cutié es el autor del libro best seller del New York Times ‘Dilema: La Lucha de un sacerdote entre su fe y el amor’ y pronto será el presentador del programa diario ‘Father Albert’, que debutará en Fox en el verano del 2011. Ha tenido el privilegio de entrar a millones de hogares alrededor del mundo con sus programas de radio y de televisión, además de sus columnas de consejos en los diarios. Fue el primer Sacerdote en presentar un ‘talk-show’ diario como parte de una gran cadena en televisión nacional e internacional. Su primer libro de auto-ayuda, ‘Ama de verdad, Vive de verdad’ fue publicado por la empresa Penguin y se convirtió en uno de los libros más vendidos en español. Ahora es un sacerdote casado en la Diócesis Episcopal en el Sureste de la Florida.
Para más información, visita las páginas www.padrealberto.com o sus páginas en Facebook, Twitter y el Huffington Post.
http://www.pysnnoticias.com/2011/07/08/casey-anthony-lecciones-del-caso/
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