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domingo, 29 de enero de 2012

Dieciocho querellas

Domingo, 29 de Enero, 2012
ENRIQUE MONTIEL DE ARNÁIZ
Ya lo dice el refrán, a la decimoctava va la vencida. Es raro pensar en un magistrado de la Audiencia Nacional que atesore tanta querella en su contra, igual que no es usual ver a uno que haya formado parte, en sólo un año, del poder judicial, el legislativo y el ejecutivo; que haya sacudido los cimientos orgánicos de los partidos de izquierda y derecha por igual o que haya instruido causas contra dictadores extranjeros o asesinatos de la guerra civil. Todo eso, al tiempo que ha escrito libros, ha sido objeto de biografías y documentales y nombrado Doctor Honoris Causa por universidades de prestigio.
Baltasar Garzón se encuentra ya con tres querellas admitidas a trámite en el Supremo y bracea en aguas jurisdiccionales, buscando no hundirse en el fondo del lago oscuro de la inhabilitación, cuyas sirenas de toga y puñetas tienen agarrado por los pies a compañeros suyos como el Juez Francisco Serrano. Las causas abiertas se refieren a la vulneración del derecho de defensa por las escuchas ilegales a abogados en la trama Gürtel, la atribución de competencia para enjuiciar los crímenes perpetrados durante el franquismo (nunca me he enterado si se refería a todos los crímenes en general o sólo a los de una de las facciones), y, por último, también ha sido imputado por un delito de cohecho impropio (como lo fue Camps en el pleito de los trajes, recientemente resuelto), al haber requerido aportaciones de bancos con los que tenía causas judiciales pendientes, en aras de la financiación de los cursos por él impartidos en Nueva York, por los que percibió unos 2,5 millones de euros en apenas dos años.
Conozco muchos magistrados, gran parte de ellos personas de valía personal y profesional que con mayor o menor fortuna buscan ser justos. E independientes. Nada henchida más a un juez que aludir a su total independencia a la hora de enjuiciar un asunto. Sin embargo, esa independencia está cada vez más puesta en entredicho por la ciudadanía, asqueada de esta crisis de valores e instituciones que nos sobrepasa volando como un buitre hambriento de carroña. Algún juez me ha reconocido que llevan mal que los abogados -algunos, no todos- cobren más que ellos, que, a fin de cuentas, son los que ponen la sentencia. Y bastante más, en algunos casos. Desconozco exactamente el sueldo de un magistrado de la Audiencia Nacional, pero imagino que no ganará 1,25 millones de euros al año. ¿Y esa independencia queda, por tanto, mediatizada? De ningún modo, puesto que no debe ir enlazada con la remuneración percibida.
En cualquier caso, yo no me atrevería a decir que nuestro otrora juez estrella exiliado hoy cual Cid Campeador, sea un prevaricador, pero me falta boca para expresar, a voz en grito, una opinión ya expuesta en alguna ocasión en este altavoz: El Juez Garzón quería pasar a la Historia y lo ha conseguido. Aunque para ello ha necesitado de dieciocho querellas.
http://www.lavozdigital.es/jerez/prensa/20120129/opinion/dieciocho-querellas-20120129.html

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