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jueves, 1 de mayo de 2014

Adela Montesdeoca, la hija 14 de José María Ruiz-Mateos

Jueves, 1 de Mayo, 2014
22/03/2014

Reclama el apellido

Adela Montesdeoca, supuesta hija de José María Ruiz-Mateos.
Este lunes, 24 de marzo, se presentará en los juzgados de Madrid una demanda de paternidad contra José María Ruiz-Mateos y Jiménez de Tejada (82). La mexicana Patricia Montesdeoca asegura ser madre de una hija, hasta ahora desconocida, fruto de una relación sentimental con el empresario, fechada en la década de los 90. Adela María -de 23 años, con residencia en Chicago y nacionalidad americana- asegura que ha mantenido puntualmente relación telefónica y personal con su presunto progenitor hasta que, hace unos meses, de forma unilateral, Ruiz-Mateos cortó toda comunicación.

La joven asegura que ha seguido en contacto con su padre hasta hace unos meses

¿El motivo? Tanto madre como hija le solicitaron de forma taxativa que reconociera su paternidad, cediera su apellido y dispensara trato habitual a la joven, muy preocupada por el delicado estado de salud del jerezano. "Necesito volver a estar al lado de mi padre, sentirle cerca, saber que puedo estar con él en estos momentos", confiesa Adela a LOC. "Sé que no le queda mucho tiempo y me gustaría poder pasarlo con él".
La reiterada negativa del fundador de Nueva Rumasa a reconocerla como hija ha provocado que Patricia y Adela hayan acudido a la prestigiosa abogada Teresa Bueyes, quien confirma a LOC que la demanda se presentará el lunes. Convertida en el azote del empresario, la letrada solicitará medidas cautelares para que "con toda la celeridad posible se practiquen las pruebas de ADN dada la precaria salud de José María", asegura.
No es la primera vez que madre e hija buscan amparo en la Justicia. En 2006 contactaron con una abogada estadounidense, Jacquelyn C. Haynes, para pedirle que iniciara los trámites legales de una demanda de paternidad. Sin embargo, su solicitud fue denegada por incompatibilidad con la jurisdicción española, tal y como queda acreditado en el documento al que ha tenido acceso LOC.
Desde entonces, Patricia se ha enfrentado a un absoluto calvario. A nadie parece interesarle que denuncie -tanto públicamente como en los tribunales- que es la madre de una hija secreta del empresario. Montes de Oca afirma en la demanda que recibió reiteradas llamadas telefónicas en las que se le exigía absoluta discreción. "No lo he pasado bien", asegura Patricia, que trabaja de relaciones públicas en un hotel de Chicago y que, preocupada por criar a su hija, no ha podido rehacer su vida sentimental. "Ha sido muy difícil tomar esta decisión, pero Adela tiene derecho a ser reconocida como lo que es, además uno de los hijos de José María es conocedor absoluto de esta historia".

Los abogados de Adela cuentan con imágenes de una reunión de la joven con su padre en una habitación de hotel

Patricia se refiere a Zoilo Ruiz-Mateos, a quien su padre habría confesado la citada relación extramatrimonial. Sin embargo, tampoco él estaría allanando el camino para el deseado reconocimiento, actitud que enoja a la demandante, que sigue sin entender el motivo por el que la tratan con desprecio: "No sé por qué mis hermanos, que tienen conocimiento de mi existencia, no me permiten ver a mi padre y tener relación con él", se lamenta. "La única opción que tengo para formar parte de esa familia es poner esta demanda de paternidad. De otra manera, sería imposible", asegura a LOC.
Tal y como ha sabido LOC, existe material gráfico y audiovisual, que será aportado en el momento procesal oportuno, en el que padre e hija mantienen conversaciones en la habitación de un hotel. Aunque la relación entre ellos parecía extraordinaria, el desconocimiento de Teresa Rivero sobre la existencia de Adela habría provocado el absoluto cerramiento de José María. Y eso que las dos mujeres del empresario se conocieron durante un viaje que Patricia realizó cuando estaba embarazada: "Me llevó a su casa cuando yo estaba embarazada sin saber que me iba a encontrar con su mujer y sus hijos. Con sangre fría me miró y me dijo: 'Te presento a Teresa, mi esposa'", relata Patricia.

El primer encuentro

Chicago. Noviembre de 1989. Patricia Montesdeoca asegura que esa fue la primera vez que coincidió con José María Ruiz-Mateos, en una distendida cena con amigos en común. Desde el inicio de la velada, la buena sintonía entre ellos llamó la atención al resto de comensales que, sorprendidos, observaban cómo José María galanteaba con la joven.
Él, casado desde hacía décadas con Teresa Rivero, apenas quiso contarle quién era y cuáles eran sus intenciones. Ella, enamoradiza e ingenua, aceptó la invitación del empresario para disfrutar de unos días juntos en España. Guardó su tarjeta de visita en su diminuto bolso y, con ella, una ilusión que se había proyectado en forma de flechazo. Aquel beso de despedida no sería el último que saborearían sus labios.
Cinco meses después, en abril de 1990, Patricia viaja a España para descansar. Tiene ganas de volver a encontrarse con el hombre misterioso por el que, inexplicablemente, siente una fuerte y poderosa atracción. Negarse a proporcionarle detalles sobre su vida le había generado un interés mayúsculo, tan desesperante como fascinador.

En 2006 pidieron ayuda a una abogada en EEUU que les indicó que presentaran la demanda de paternidad en España

Siempre según el relato de Patricia, el empresario respondió a su llamada. Cortés y directo, la citó en el Hotel Castellana de Madrid. Juntos disfrutaron de una noche plagada de risas y placer. Fue el inicio de una relación que cambiaría sus vidas para siempre.
El Puerto de Santa María, en Cádiz, fue testigo de noches de largas conversaciones y amaneceres de abrazos y carantoñas. Pero, según Patricia, él respondía con silencio cuando ella preguntaba. Seguía sin querer contarle cuál era su oficio y beneficio. Tampoco si tenía hijos, si era divorciado o viudo, o si por el contrario mantenía con ella una relación extramatrimonial.
Esta última posibilidad atormentaba a Patricia. La idea de que podría estar viviendo una realidad irreal apenas le dejaba descansar. Sus indicios no eran equívocos: sus tiempos extraños y desiguales, las llamadas desde teléfonos desconocidos, la imposibilidad de verse sin justificaciones... Todo hizo que Patricia buscara respuesta a sus incógnitas en el exterior.
Así fue como Patricia se dio de bruces con una realidad abrumadora. José María era comediante de un sinfín de titulares en la prensa de esa semana. Era él, inconfundible. Su gesto impávido, su mirada desafiante, sus huesudas manos... Aquella mañana sintió un frío helador por todo el cuerpo. Reconocerse como la amante de un hombre como él le producía vértigo y desazón.

Con el embarazo, Patricia puso rumbo a Miami para pasar las Navidades junto a José María. Luego llegaría Washington y más tarde de nuevo el adiós

Por aquel entonces ya era una mujer enamorada que tenía la necesidad de permanecer a su lado. Cuántas veces se había prometido que lo dejaría si se confirmaban sus sospechas... Pero, lejos de lo imaginado, Patricia dice que afianzó su relación con José María.
Ya no había mentiras ni medias verdades. Ahora jugaban al mismo nivel. Sus encuentros se multiplicaron. Ella decidió hospedarse sine die en los Apartamentos Juan Bravo, desde donde fijaban los lugares en los que se producirían sus citas.
Septiembre de 1990. Hotel Plaza. José María y Patricia comparten, una vez más, sábanas y confidencias. No es una noche más. Aquella se convertiría, aún sin saberlo, en una fecha imborrable. Su intuición tampoco en esta ocasión era errónea.
Lo supo desde el último suspiro, aunque días más tarde buscaría explicaciones ilógicas a su malestar físico. Vomitaba en exceso y su equilibrio era nulo. Patricia se había quedado encinta por primera vez. Un embarazo de alto riesgo que la llevó a permanecer encamada durante semanas. Perdió mucho peso y su salud se vio resentida.
Ante la confesión del embarazo, Ruiz-Mateos no dio crédito. No había sopesado esa opción. Él, que amasaba una gran fortuna y un colosal imperio inmobiliario, se enfrentaba a un escándalo de dimensiones inimaginables. Pero tampoco parecía importarle.
Patricia trasladó su residencia a Chicago. Necesitaba estar en contacto con su familia durante los meses de gestación. Al menos las primeras seis semanas, como le habían aconsejado los facultativos. Al recibir el alta, Patricia puso rumbo a Miami para pasar las Navidades junto a José María. Luego llegaría Washington y más tarde de nuevo el adiós. La despedida amarga.
Seis meses más tarde, el 11 de junio de 1991, nacería Adela María. La hija adulterina. La niña despreciada. La mujer que ahora lucha por su apellido. Y por volver al lado de su padre.

La familia: "Es una locura"

Los Ruiz-Mateos reaccionaron con estupor a la noticia de que Patricia Montes deoca prepara una demanda de paternidad contra el patriarca del clan. Ante las preguntas de LOC, la esposa, Teresa Rivero, insistió en que "no tiene constancia" de la existencia de una hija secreta en Estados Unidos. "Es una locura", añadió. Ninguno de los hijos del empresario respondió las insistentes llamadas de LOC, pero sí que hicieron declaraciones hace un año, cuando este diario reveló por primera vez la existencia de Adela. Uno de los más tajantes fue el primogénito, Zoilo, quien según Joaquín Yvancos, el abogado de Ruiz Mateos, siempre estuvo al corriente de que tenía una hermana secreta. "Todo es mentira", aseguraba entonces. ¿Mantendrá ahora su versión?

A la caza del hijo negro

El número aparecía, una y otra vez, en el registro del móvil privado de Ruiz Mateos: +1 773 870 XXXX. El destinatario de tanta llamada era un teléfono de Chicago. Una de las hijas del jerezano obtuvo este número en el verano de 2012 y consultó al ex abogado de su padre: Joaquín Yvancos. "¿Qué hay en Chicago?", preguntó. "Allí sólo está tu hermanito", replicó él. Aquella conversación resucitó un viejo rumor de los 'ruizmateólogos': que no tenía 13 hijos, sino 14. Su último vástago habría nacido de una amante negra en 1990. El número de teléfono llegó a la redacción de este periódico, que se propuso comprobar la veracidad de ese runrún. Tirando del hilo, averiguó que tras el teléfono de Chicago no había una mujer negra, sino una mexicana llamada Patricia. Además, la mujer tenía una hija de la misma edad que el presunto retoño de Ruiz Mateos: la bella Adela, tal y como desveló el suplemento 'Crónica' bajo el titular "¿Una hija en EEUU? La última sorpresa de Ruiz-Mateos" (24-03-13). Tras infinitos intentos, Patricia respondió su teléfono, pero colgó en cuanto oyó hablar de Ruiz-Mateos. Igual de escueta fue la charla con Adela: "No vuelvas a llamar". A esas alturas, aún tenían buena relación con el jerezano y guardaban su secreto. Con la demanda de paternidad, ese pacto ya está roto.
http://www.elmundo.es/loc/2014/03/22/532c9fa4ca4741c1278b457f.html?a=9dc3601ed48d8019e03272279ce76a4c&t=1395488068

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