Jesús Maeztu el defensor del pueblo andaluz es el protagonista entrevistado en el artículo de la entrada que nos ocupa. Argumenta tres razones por las cuales se produecen las agresiones de menores a sus propios progenitores, dos de ellas creemos que guardan una profunda relación.
De esas razones una de ellas es la atribuida a los menores que padeen algún trastorno mental, y las otras dos de las cuales hemos hecho referencia antes es una muy posible relación con los menores que se encuentran víctimas de algunas adicciones, y menores que han crecido bajo una educación basada en la permisividad y falta de dedicación hacía ellos. De este último se habla mucho en los medios, pero sin embargo se oculta datos.
Las separaciones y divorcios conellevan de forma inmediata en un 90% de casos la figura del padre biológico desaparezca de la vida del menor, pues de vistias no se es padre. Los menores al principio en la infancio echan mucho de menos a sus padres, y las despedidas de las tardes de los domingos en muchas ocasiones son dramáticas, pues el padre ha de soltar los bracitos de sus pequeños aferrados a su cuello por la fuerza, para que vuelvan con la madre. No es este hecho un síntoma de que los niños no desean retornar con la madre, sino de que les apartan de su juguete preferido. Luego, con el paso de los años, los menores van elaborando sus propias defensas ante tal situación injusta, y con la edad van aprendiendo también las ventajas de que el padre se haya convertido en un visitantes, pues ellos son los primeros que aprenden por la vía de los hechos reales que la posibilidad del padre para cortar ciertas conductas se encuentran más que limitadas. Nos encontramos con niños desampardos de la obligación de un padre de educar y formar en valores por su parte la conducta de su hijos, y por otro lado a una madre sobre la cual recaen todas las obligaciones y responsabilidades, pero que también tiene que vivir su vida. Es por ello que muchos de estos menores campan a sus anchas por la casa, mientras que la madre se dedica a las tareas del hogar o a chatear intentando encontrar rehacer su vida sentimental, que por supuesto a ello tiene derecho. En muchas ocaciones se mete en la vivienda familiar a una nueva pareja por parte de la madre que dispone de más tiempo por descontado con los menores que su propio padre, pero éste no es su padre, y hay una línea muy marcada en cuanto a su actucación con respecto al comportamiiento de esos menores. Se mantiene oculto que la violencia que ejercen los menores sobre sus padres es sobre todo contra la madre, y que detrás de muchos de estos casos se encuntra por medio una separación ó divorcio y la madre con la guarda y custodia de los menores. Al igual que muchos menores que son ingresados en centro de menores por su mala conducta provienen de hogares desestructurados bajo la custodia de la madre.
Este es uno de los resultados de la desaparición de la figura paterna de la vida de los menores. El padre sufre, pero para quienes son las peores consecuencias de todo ello es para los menores, que se les aparte no solo del derecho a jugar con su padre, sino del derecho a recibir una educación y formación por parte de ellos,
Fuente:
La violencia de los menores
http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/2076331/la/violencia/los/menores.html
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