Se argumento que el instinto maternal conlleva de forma innata el amor a los hijos, y ello queda más que demostrado que no es así, pues es más un tópico que realidad. Con la aparciión masiva de divorcios la sociedad comprueba día a día como para muchas madres sus nuevas parejas son más importantes que sus propios hijos. Amar a un hijo no es besarle constantemente, no es repetir cada día más fuerte "te quiero", ni es llevar su foto en el móvil o en la cartera. Amar a los hijos es demostrar que a pesar de que haya que tomar decisiones que te gustaría, en favor de ellos se descartan, como por ejemplo cuando por un nuevo novio en otra provincia, o incluso país, se aleja al menor no solo de su entorno social, sino de su padre. O cuando se acude a los juzgados pidiendo la menor relación del menor con el padre, o la madre, obstruyendo el tiempo de estancia con el otro progenitor, o usando a los menores como moneda de cambio en las "negociaciones con el padre".
Fuente:
Papáco Hernandez Almirante.
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