De las nuevas declaraciones de Inmaculada Montalbán, presidenta del Observatorio de Violencia de Género (integrado en el CGPJ), se desprenden dos conclusiones:
1. Manipula los datos para alimentar mitos.
y 2. Actuó con voluntad injuriosa cuando declaró que el juez de familia Francisco Serrano no conocía los datos ni la realidad de la violencia doméstica, especialmente la referida a la ejercida sobre una mujer.
http://ecodiario.eleconomista.es/sociedad/noticias/1896803/02/10/Violencia-genero-inmaculada-montalban-cgpj-no-se-puede-confundir-denuncias-falsas-con-sobreseimiento-o-archivo.html
Son dos actitudes graves, máxime en el caso de alguien que representa a la Justicia y al CGPJ.
Según un estudio del CGPJ que el juez Serrano cuestionó con argumentos, referencias y datos sin recibir una réplica que contara con ellos, las denuncias falsas por violencia de género inexistente son un 0,18%. Ahora Inmaculada Montalbán dice que no son más en porcentaje que las que pretenden imputar cualquier otro delito no cometido, las cuales representan según las mismas fuentes un 4%. Aparte de que esas cifras pretenden esconder realidades muy abultadas que afectan a miles de personas (cfr. nuestros posts ”Mis hijos no ganan”:http://www.acciclm.org/?p=43; “Las típicas denuncias del divorcio o Mi (ex)mujer me denuncia lo normal”:http://www.acciclm.org/?p=45; y “En el 0,18% del CGPJ no está la cucaracha”: http://www.acciclm.org/?p=57), la disparidad de porcentajes ya es clarificadora y lleva al q.e.d. en el punto 1.
El juez Serrano conoce esa cifras y otras que se ocultan, como el número de suicidios de hombres durante los procesos de divorcio o después, en ocasiones entre denuncias interesadas, expresión no suficientemente transparente de lo que se pretende con ellas. Cualquier referencia a su desconocimiento y cualquier mención de sus intenciones encierra una actitud aviesa de descalificación que en este caso procede nada menos que del CGPJ.
Con todo, Inmaculada Montalbán (repetimos, presidenta del Observatorio de Violencia de Género, integrado en el CG del Poder Judicial, uno de los tres pilares de un Estado libre) no se apea de la burra, en este caso del Clavileño de la violencia de género que tantas alegrías ha dado a muchas no víctimas sino antes victimarias a costa de las penas de muchas víctimas reales e intenta aclarar que el sobreseimiento o el archivo no implican denuncia falsa omitiendo que tampoco implican culpabilidad y omitiendo que ha habido y hay denuncias sin fundamento que han conllevado una orden de alejamiento o de incomunicación y la catalogación automática del denunciado como maltratador, sin que las circunstancias derivadas de ello (divorcios resueltos en quince minutos y condicionados en sus revisiones por esa catalogación) reviertan en cuanto no se pruebe la culpabilidad; y omitiendo que también se retiran las denuncias el día anterior del juicio para prolongar sus efectos al máximo y a la vez evitar que una sentencia que incluyera referencias a la falta de fundamento de la denuncia o a su voluntad perversa podrían volverse contra la denunciante, hurtando así esa posibilidad al denunciado y ofendido con sello oficial. Esa falla en un Estado de Derecho que pretende (finge) defender la presunción de inocencia y la igualdad ante la justicia es saltada dolosamente por Inmaculada Montalbán cuando responsabiliza al juez Serrano de declaraciones para ella irresponsables.
Tenemos desde hace años (2005) en este país un caso Dreyfus en el que Dreyfus son todos los varones juzgados sin garantías y en el que Zola bien podría ser el juez Serrano. Ese famoso caso que costó a Francia un cambio de República aquí aboca a una ignominia sepultada. Cada vez que eso se hace se suelen borrar también las huellas de la sepultura. Será por eso que hoy en Francia hay custodia compartida y aquí no, que allí se reabrió aquel caso y aquí ni por asomo parece que se vaya a hacer con ninguno.
Según un estudio del CGPJ que el juez Serrano cuestionó con argumentos, referencias y datos sin recibir una réplica que contara con ellos, las denuncias falsas por violencia de género inexistente son un 0,18%. Ahora Inmaculada Montalbán dice que no son más en porcentaje que las que pretenden imputar cualquier otro delito no cometido, las cuales representan según las mismas fuentes un 4%. Aparte de que esas cifras pretenden esconder realidades muy abultadas que afectan a miles de personas (cfr. nuestros posts ”Mis hijos no ganan”:http://www.acciclm.org/?p=43; “Las típicas denuncias del divorcio o Mi (ex)mujer me denuncia lo normal”:http://www.acciclm.org/?p=45; y “En el 0,18% del CGPJ no está la cucaracha”: http://www.acciclm.org/?p=57), la disparidad de porcentajes ya es clarificadora y lleva al q.e.d. en el punto 1.
El juez Serrano conoce esa cifras y otras que se ocultan, como el número de suicidios de hombres durante los procesos de divorcio o después, en ocasiones entre denuncias interesadas, expresión no suficientemente transparente de lo que se pretende con ellas. Cualquier referencia a su desconocimiento y cualquier mención de sus intenciones encierra una actitud aviesa de descalificación que en este caso procede nada menos que del CGPJ.
Con todo, Inmaculada Montalbán (repetimos, presidenta del Observatorio de Violencia de Género, integrado en el CG del Poder Judicial, uno de los tres pilares de un Estado libre) no se apea de la burra, en este caso del Clavileño de la violencia de género que tantas alegrías ha dado a muchas no víctimas sino antes victimarias a costa de las penas de muchas víctimas reales e intenta aclarar que el sobreseimiento o el archivo no implican denuncia falsa omitiendo que tampoco implican culpabilidad y omitiendo que ha habido y hay denuncias sin fundamento que han conllevado una orden de alejamiento o de incomunicación y la catalogación automática del denunciado como maltratador, sin que las circunstancias derivadas de ello (divorcios resueltos en quince minutos y condicionados en sus revisiones por esa catalogación) reviertan en cuanto no se pruebe la culpabilidad; y omitiendo que también se retiran las denuncias el día anterior del juicio para prolongar sus efectos al máximo y a la vez evitar que una sentencia que incluyera referencias a la falta de fundamento de la denuncia o a su voluntad perversa podrían volverse contra la denunciante, hurtando así esa posibilidad al denunciado y ofendido con sello oficial. Esa falla en un Estado de Derecho que pretende (finge) defender la presunción de inocencia y la igualdad ante la justicia es saltada dolosamente por Inmaculada Montalbán cuando responsabiliza al juez Serrano de declaraciones para ella irresponsables.
Tenemos desde hace años (2005) en este país un caso Dreyfus en el que Dreyfus son todos los varones juzgados sin garantías y en el que Zola bien podría ser el juez Serrano. Ese famoso caso que costó a Francia un cambio de República aquí aboca a una ignominia sepultada. Cada vez que eso se hace se suelen borrar también las huellas de la sepultura. Será por eso que hoy en Francia hay custodia compartida y aquí no, que allí se reabrió aquel caso y aquí ni por asomo parece que se vaya a hacer con ninguno.
Esto decía Anatole France en las exequias de Zola, aplíquese a Serrano y esperemos que su fin no sea tan tortuoso como el de Zola, sino que el peso de la Justicia caiga antes sobre quienes propalan el mito de la mujer-víctima a costa de la desgracia de niños y hombres torturados por un sistema infame que decidió olvidar por qué existe y un Estado que prefirió seguir insultando a sus ciudadanos.
«Ante el recuerdo de la lucha emprendida por Zola por la justicia y la verdad,
no me es posible guardar silencio sobre estos hombres ensañados a la ruina de un inocente,
quién sintiéndose perdido fue salvado,
mientras lo agobiaban con la audacia desesperada en el miedo.
«Ante el recuerdo de la lucha emprendida por Zola por la justicia y la verdad,
no me es posible guardar silencio sobre estos hombres ensañados a la ruina de un inocente,
quién sintiéndose perdido fue salvado,
mientras lo agobiaban con la audacia desesperada en el miedo.
¿Cómo apartarlos de su vista, mientras que debo mostrarle a Zola que se levanta, débil y desarmado ante ellos?
¿Puedo callar sus mentiras? Esto sería callar su rectitud heroica.
¿Puedo callar sus crímenes? Esto sería callar su virtud.
¿Puedo callar los ultrajes y las calumnias con las que lo persiguieron? Esto sería callar su recompensa y sus honores.
¿Puedo callar su vergüenza? Esto sería callar su gloria.
No, hablaré.
¿Puedo callar sus mentiras? Esto sería callar su rectitud heroica.
¿Puedo callar sus crímenes? Esto sería callar su virtud.
¿Puedo callar los ultrajes y las calumnias con las que lo persiguieron? Esto sería callar su recompensa y sus honores.
¿Puedo callar su vergüenza? Esto sería callar su gloria.
No, hablaré.
Envidiémosle: honró a su patria y al mundo por una obra inmensa y un gran acto.
Envidiémosle, su destino y su corazón le hicieron la suerte más grande.
Envidiémosle, su destino y su corazón le hicieron la suerte más grande.
Él fue un momento de la conciencia humana.»
Y esto decía Quevedo, otro acusado por una denuncia falsa instada desde las más altas esferas del poder, de un juez cualquiera:
Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!,
menos bien las estudias que las vendes;
lo que te compran solamente entiendes;
más que Jasón te agrada el Vellocino.
El humano derecho y el divino,
cuando los interpretas, los ofendes,
y al compás que la encoges o la extiendes,
tu mano para el fallo se previno.
cuando los interpretas, los ofendes,
y al compás que la encoges o la extiendes,
tu mano para el fallo se previno.
No sabes escuchar ruegos baratos,
y sólo quien te da te quita dudas;
no te gobiernan textos, sino tratos.
y sólo quien te da te quita dudas;
no te gobiernan textos, sino tratos.
Pues que de intento y de interés no mudas,
o lávate las manos con Pilatos,
o, con la bolsa, ahórcate con Judas.
o lávate las manos con Pilatos,
o, con la bolsa, ahórcate con Judas.
Hoy no diremos nada del hogarthiano Silvertongue, el presidente del Consejo General de la Abogacía Española, el lúcido, que no lucido.
http://www.acciclm.org/
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