Que un padre obtenga la custodia compartida parece coherente con haber compartido todas las responsabilidades previas, tal y como impone la ley y el discurso vigente con razón. Pero no: en el momento del divorcio, los hijos siguen siendo cosa de la madre. Hasta ese instante, sostener algo así sería obviamente un acto de machismo
Luego nos extraña que caiga el Ibex y suba el pan
Por Antonio R. Naranjo
LUNES 31 DE ENERO DE 2011
Paradoja del velo. En España es o era progresista, hasta ahora al menos, defender esta variante del cinturón de castidad: a Bibiana Aído la pusieron como a un camionero borracho de la A-2 por decir lo obvio, y empezó a decir lo presuntamente decente: Que vayan tapadas, que es su cultura y su elección, que es cuestión de libertad religiosa y personal. Algunos pensábamos que está más cerca de la ablación que de la moda y que no hay argumento presentable para justificar que en un país democrático se tolere un símbolo de la opresión de la mujer, ni aunque lo pida. Hoy las mujeres de Túnez se lo quitan, y las de Egipto también. Tal vez les venga bien el velo extirpado a todos esos valientes que las preferían con él puesto, no sea que cojan frío al salir de esa trinchera con jacuzzi tan parecida a un cheslong.
Paradoja del dinero sucio. Si la banca fue una de las responsable de la crisis financiera, ¿cómo se explica que vuelva a ser inevitable salvarla con 26.000 millones de euros para luego revenderla, limpia de polvo y paja, al petrodólar chino, ruso o árabe? Madoff acabó en la cárcel perseguido por Obama, pero aquí no existe siquiera ese leve consuelo: los que controlaban a las Cajas y los que controlan las Cajas son los mismos que pueden jubilarse con siete años de cotización.
Paradoja del alguacil. Los firmantes no se aplicarán la reforma de pensiones, ni por edad ni por condición. Tampoco están afectados por el paro: el 20% de la población lo sufre, pero el 100% de la política mantiene el pleno empleo. Ni por los cierres: 140.000 empresas abandonaron el año pasado, por falta de crédito en los bancos que ahora serán recapitalizados por decisión de las mismas personas que no pierden su puesto con tan traumática estadística, que no incluye ningún organismo público. Aquí el alguacil jamás se alguacila ni cotiza ni responde ni padece ni hace fila en el INEM.
Paradoja de la nariz roja. El presidente de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia, dimitió por considerar insuficiente la Ley Sinde, pero ahora es jaleado por quienes simplemente rechazaban ley alguna. Y además se queda, en el limbo. Al baladista de la trompeta le ha podido la comunidad, que se pone en su honor una nariz roja de payaso. Algunos jueces podrían considerarlo una confesión en toda regla.
Paradoja de la igualdad. La búsqueda de ese concepto absoluto y necesario no incluye un sentido mínimo de la justicia. Que un padre obtenga la custodia compartida parece coherente con haber compartido todas las responsabilidades previas, tal y como impone la ley y el discurso vigente con razón. Pero no: en el momento del divorcio, los hijos siguen siendo cosa de la madre. Hasta ese instante, sostener algo así sería obviamente un acto de machismo.
Paradoja del votante. Cuanto más gobierna y menos juega a delegado de instituto, peor le va a Zapatero. Y cuanto menos cuenta de sus intenciones Rajoy, más progresan sus expectativas electorales. Ambos quedan faltal en la fotografía, pero no queda mucho mejor la sociedad que oscila entre aplaudir mentiras deliciosas o jalear silencios estridentes.
Paradoja de la sucesión. En tiempos de agotamiento y hastío e indignación hacia los políticos, el mejor colocado para suceder al campeón vigente es el que lleva más tiempo en la función. Es como si el Real Madrid llamara a Santillana para solventar sus problemas en ataque. Y Santillana aceptara.
Paradoja de Aznar y Glez. Los dos ex presidentes saben bien cómo arreglar los problemas y tienen una inmensa habilidad para identificarlos: desde el modelo autonómico hasta el mercado laboral, pasando por el desarrollo económico, educativo o empresarial. Llevan un español dentro, que siempre sabe cómo ganar un Mundial y qué jugadores son los adecuados. Pero olvidan el matiz que les convierte en únicos en la grey de intelectuales de copa y puro: ellos sí tuvieron ocasión de hacer la alineación. Una parte de esta bosta es suya.
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