10/02/2011
A Pedro, un Juzgado de la Comunidad de Madrid, le acaban de confirmar el secuestro emocional de sus hijos. Hace ya más de tres años que no los ve. Tras tardar un tiempo sospechoso de años en ser resuelto, el auto, para el que apenas hubieran necesitado cinco minutos, la juez dicta el auto que fundamenta en un informe que nada tiene que ver con el procedimiento abierto, pero que viene muy bien para argumentar la conveniencia de que sus hijas, para recuperar la relación con el padre, sigan sin verlo. Todo ello bajo el fundamento científico de unos “sospechosos” comportamientos que un psiconazi detectó en Pedro, como sin duda es que Pedro les regalara un libro de SAP escrito por José Manuel Aguilar.
La intervención de los equipos psicosociales en los juzgados sin garantía alguna, la sana crítica del juez, la capacidad de hacer lo que les de la gana sin dar explicaciones a nadie, para bien o para mal y alguna cosa más ha conseguido legalizar el secuestro emocional de sus hijas. Las niñas ahora tienen a una mujer por madre y otra por padre.
Sus hijas pasaron por el centro del caso de esta sentencia contundente que alerta sobre el lavado de cerebro que sufrían los menores, sin que nada se haya investigado. Dicen que los fiscales tienen instrucciones de mirar para otro lado en estos casos.
Llama la atención que mientras le impiden ver a sus hijas, le permitan ser padre de otro hijo que tiene con su actual pareja. Parece que para este hijo, Pedro no representa el peligro que dicen representa para sus otras hijas. ¿En qué reside la diferencia? ¿En las políticas de género? ¿En las conveniencias del Poder político? …. Mientras tanto aquí no se investiga nada, sólo se condena basándose en la íntima convicción del juez, que muchas veces se alimenta del dogma de género, lo que contribuye al maltrato institucional a los menores, que empieza por no investigar lo que deberían. Parece como si la mejor forma de que no exista un maltrato a menores fuera no investigarlo, al menos, para que nadie se entere.
No es de extrañar que a uno le venga a la mente el suicidio como forma de acabar con el sufrimiento que la separación de un hijo produce. Sin duda un gran logro de las políticas perversas de género.
¿Por qué psiconazismo?
Porque hay muchos elementos comunes con el nazismo.
En primer lugar el empleo de la ciencia. Hitler cuenta en su curriculum con haber hecho avanzar a la medicina del momento. Gracias a él se sabe cuanta sangre hay en el cuerpo humano, que averiguó sacándole la sangre a muchos judíos. Hoy tenemos psicólogos que se ofrecen a averiguar si la mujer tiene el inexistente síndrome de mujer maltratada, o si el padre tiene el inexistente perfil de maltratador, para condenar al de siempre: al hombre.
También empleó la ciencia para justificar sus genocidios: librar al mundo de la “escoria” judía en “beneficio” de la “perfecta” raza aria. Hoy se emplea la Psicología para determinar el grado de separación de un padre y sus hijos cuando se divorcia, o para determinar cuanto maltrata psicológicamente el hombre a la mujer, cuando sabemos que en maltrato psicológico predomina el de la mujer sobre el hombre.
Por supuesto el mundo se veía bajo una dicotomía: raza perfecta (aria) imperfecta (negros, judíos …) a los que había que extermjnar. Hoy tenemos a una mujer víctima y un hombre maltratador por cuestiones genéticas que hay que perseguir y condenar sin pruebas. El dogma de género habilita para ello.
A todo esto hay que añadir la “obligación” que Hilter se arrogó la obligación de exportar al resto del mundo las bondades de su régimen salvando así al mundo de su propio y dudoso destino, mejor dicho, a una parte del mundo, la que representaba la raza aria. En España, yo particularmente, me echo a temblar cuando veo la palabra “bien supremo del menor”, cuando lo veo en un informe psicosocial, o una sentencia, porque me temo que se aproxima una carnicería emocional contra esos menores.
Todo se construía sobre un delirio. Es interesante examinar las percepciones de Hitler. Narcisita delirante creía que hacía un favor al mundo con la limpieza étnica que emprendió y llegó a pensar que el resto del mundo no supo entender su grandiosa empresa. Cuando caía Berlín, creía que las tropas que tenían en reserva iban a actuar, tropas que nadie más conocía que él, y que por supuesto nunca aparecieron. El ministerio de la propaganda se encargaba de transmitir ese dilirio al resto de los ciudadanos convirtiéndolo en realidad.
Hoy en España, vivimos un delirio con la violencia de género. Mientras los medios de comunicación siguen los manuales de tratamiento de la violencia de género en los que se recalca el origen machista de toda muerte de mujer en manos de su pareja, se ocultan otras posibles causas, al igual que las muertes de hombres en manos de sus parejas, o el maltrato que ejerce la mujer sobre los niños. También se da uu mensaje: ¿denunció?, ¿tenía orden de alejamiento?. El primero para animar a denunciar y así fomentar de paso la denuncia falsa, que al no existir, refuerza el delirante dogma del maltrato. Al final las mujeres que vienen a nuestro país perciben un peligro proveniente del varón español, que no se da en otros países europeos, cuando la violencia de nuestro país es de las más bajas de Europa. Este es el delirio fundamentalista de género.
Como veis toda una reflexión inquietante sobre la que no se que sugerir.
http://www.alertadigital.com/2011/02/10/psiconazismo-en-las-politicas-perversas-de-genero/
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