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miércoles, 18 de mayo de 2011

Dos historias terribles

por Paula Ballesteros
DOMINGO 8 DE MAYO DE 2011
La noticia saltó en la prensa de Granada bajo un gran titular: “La Policía detiene a un agente de la Local por amenazas a su pareja”. Y continúa informando de que al parecer, bajo las siglas I.F, sus propios compañeros le han detenido cuando acudía a su trabajo. Se le interviene el arma y se abre expediente en la jefatura que queda paralizado por el expediente penal, hasta que este no tenga resolución.
Para el lector se trata de otro caso más de violencia de género, la denuncia contable en el ranking que justifica las grandes cifras que el Instituto de la Mujer y los juzgados de familia reciben , no explica que la persona víctima de una denuncia por violencia: sufre expediente administrativo, juicio mediático en su propio trabajo con el deterioro de su derecho al honor y la propia imagen.
La prensa, como lo políticamente correcto consiste en que sus rotativos sean los primeros en publicar un caso de violencia, estamos llegando a extremos en que sin contrastar, herimos la dignidad de cualquiera, provocamos el juicio mediático de la sociedad contra quienes sufren generalizado la lacra como causantes de la violencia con apellido.
Desde que la LIVG trabaja como defensa de la mujer dejando al resto de colectivos excluidos de su derecho a la protección, el negocio va viento en popa dedicando sumas espectaculares del dinero público a financiarlo y la prensa, sobre todo en Autonomías como la ciudad en la que surge esta noticia pertenecen. La persecución y aceptación como principio básico de la culpabilidad del denunciado constituye la base del procedimiento judicial y por tanto su publicación.

Se conculca el derecho a la inocencia, el denunciado tiene que demostrarla. La denunciante no recibe sentencia ejemplarizante (recogida en el Código Penal) y la prensa contribuye con su irresponsabilidad a la publicidad de una gran organización que financiamos todos y por ahora no beneficia a nadie.

Las verdaderas víctimas reciben poca ayuda, las casas de acogida y quienes las dirigen tienen denuncias de las mujeres internadas como protección en ellas, quienes se atreven a querellarse por las difamaciones de representantes de este colectivo feminista soportan el descaro de sus invectivas públicas. El negocio es el negocio y aunque las cifras con las que se financia resultan ofensivas, cuando ese dinero público utilizado para ello remediaría muchas situaciones límite que se viven en la sociedad, lo peor está por llegar.
Nuestros jóvenes varones crecerán con el estigma de seres peligrosos por su condición sexual, las mujeres seremos devaluadas moralmente y a este paso los hijos nacerán en probeta. Los únicos que parecen tener todos sus derechos garantizados son los que se declaran homosexuales. Como advertencia para aquellos que necesiten acusarme como justificación a sus reivindicaciones, hago dos advertencias: como mujer no permito el maltrato, como heterosexual eduqué a mis hijos en la obligación a respetar a las personas sin preguntar su condición sexual.
Tengo en mi poder, condición que siempre exijo, la sentencia absolutoria de la persona de la que publico su historia. A ello no me lleva ninguna razón que no sea la de informar a una sociedad mediatizada por lo que la LIVG esconde. Los miles de hombres inocentes tratados peor que los delincuentes, que según proclama la ley, tienen derechos y entre ellos, a una defensa justa aunque se les pille cometiendo el delito.
Hemos llegado al punto en que los pelos en la lengua sobran y personalmente, no los he tenido nunca, por eso declaro como contribuyente mi exigencia a disponer de total claridad y conocimiento en lo que se emplean mis impuestos y a negarme, como ciudadana de un Estado de Derecho, gobernada por una Democracia, a qué con el se mantengan instituciones que se pasen por el forro los artículos de la Constitución .
Reclamo así mismo, en nombre propio y de todos aquellos profesionales de la información, la dignidad y respeto de la que se nos ha privado, metidos en el mismo cesto de los que el derecho al honor y la propia imagen, ocupa el segundo lugar detrás del derecho a la información.
Este derecho se ejerce en bien del ciudadano, no confundamos información con influir a la ciudadanía, por lo tanto yo cumplo con esta condición. Informo sin que nadie me financie, con todas las garantías de veracidad, de lo que sucede en una sociedad que para defender a la mujer, hace preceptivo considerar al hombre enemigo peligroso devaluando a las féminas que conocemos el derecho a la igualdad ante la ley sin necesidad de que nos pongan niñera.
Sigo diciendo que la sociedad, está dormida, se queja pero acepta como mal irremediable comportamientos anticonstitucionales que como lastre, crean una sociedad crispada, desconcertada, sin fe en la Justicia. Harta de pagar impuestos que no repercuten en el avance social gobernado por un partido que suprime los crucifijos al tiempo que proclama libertad de religión. Prohíbe fumar y aumenta los puntos de venta, arrincona las humanidades en la enseñanza sustituidas por "educación a la ciudadanía" (En tiempos de Franco se impartía Formación del Espíritu Nacional).
A pasos agigantados se consigue que el ciudadano retroceda hasta la inconsciencia de sus derechos y obligaciones. Porque los primeros no existen sin asumir la responsabilidad que comporta tenerlos y adocenados hemos llegado a la condición de indigentes morales, los derechos se han transformado en limosnas institucionalizadas, de las que una gran parte de indigentes morales aplauden al gobierno que se las concede sin advertir que las pagamos todos y que como las limosnas, siempre a quien las da, le queda mucho en el bolsillo

La historia de Miguel Folgoso
Soy el policía local de Granada detenido el 221-03-2011 a la entrada de mi trabajo de uniforme y en presencia de mis compañeros. Esposado se me introdujo en vehículo policial hasta los calabozos en los que pasé toda la noche.
No había ni una sola prueba en mi contra. La sola palabra de mi ex-suegra que manifiesta haber sido amenazada de muerte por mi. Se me encerró sin comprobar las contradicciones en las declaraciones y el motivo de la denuncia, No dejarme ver a mi hija.
Ya he estado seis meses sin tener acceso como padre que soy, ahora llevo más de mes y medio sin poder verla.
Todo el proceso ha estado plagado de mentiras, he sufrido robos en mi piso, me han amenazado, insultado, denunciado por violencia de género, se ha mentido en documentos oficiales con el más absoluto descaro, llegando a declarar que soy chatarrero, que ella vive conmigo, que abuso de drogas y me convierto en autodestructivo causando daños en mi propia vivienda.
No se comprueba nada y mis propias compañeras del grupo de la mujer, puede que cumpliendo su cometido, la apoyan mientras yo sufro un vacío y rechazo.
Es humillante comprobar como la denuncia que puso su madre le sirve para declarar que ahora me tiene mucho miedo, pero no la impide mudarse al bloque al lado del de mi madre y destrozar el buzón de correos (como reconoce en el mismo juzgado). El día que me detuvieron vino a la puerta de mi trabajo para presenciar mi detención ( la pregunta de quién publica es ¿tan segura estaba de la detención? Yo sola me respondo: claro es el método impuesto) Miguel continúa narrando los insultos que sufren los amigos que le apoyan, de los abogados, ahora expedientados, por no haber ejercido su defensa con la garantía e imparcialidad en favor de la parte contraria, que todo acusado tienen derecho a esperar de su defensor.
De todo ello tiene pruebas y está dispuesto a aportarlas y reclamar que se admitan para demostrar que la única intención de todo el calvario al que se ve sometido es la apropiación de su vivienda y una pensión, despojándole a él como padre de su derecho a ejercer la paternidad, ya que en contra de lo que el juzgado prescribe, ella se niega a traerme a mi hija.
La última hoja de la sentencia absolutoria dice: que debo absolver y absuelvo libremente a Miguel Folgoso de los delitos de amenazas y malos tratos que se le venía acusando en esta causa, declarando de oficio, las costas procesales causadas. Contra la presente se podrá recurrir dentro de los cincos días siguientes a su notificación escrita del que conocerá La Ilma. Audiencia Provincial de Granada. Notifiquese al Ministerio Fiscal y a las partes. Así por esta mi sentencia, lo pronuncio, mando y firmo.
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Ante esta sentencia la reflexión no puede ser de otra manera ¿quién compensa a un hombre privado de su arma, relegado en sus funciones, sufriendo el acoso, el paso por el calabozo, el juicio mediático de compañeros y conocidos, su peregrinaje por los juzgados, la privación del derecho a la paternidad a pesar de una medida establecida por el juzgado, pérdida de su domicilio, insultos, acusaciones falsas Y ABSUELTO?
Las secuelas que cualquiera de nosotros debería esgrimir como prueba al derecho de indemnización, en los juzgados de violencia de género el inocente queda sin cobertura, la denunciante libre. La justicia debe garantizar el derecho al honor contemplado en el Artículo 18 de la Constitución, que se esgrime con facilidad en una querella que el famosillo de turno, paseando su privacidad con intereses pecuniarios como único objeto, pone con suma facilidad cuando alguien se atreve a publicar sobre ese personaje sin previo pago por ello. La Justicia está tan devaluada como cualquier cosa que se utiliza con poco respeto por su esencia y actualmente sufrimos la indefensión de cualquier régimen bananero con discursos programados para captar al ciudadano convertido en masa, a la que maneja con el poco respeto de un dictador.
Como profesional con ética reclamaría al Granada Hoy que con la misma rapidez de su primera noticia dejando el por si acaso de un maltratador, exculpase a quien ha visto el titular de una historia que no corresponde con la suya, con una portada y gran titular que contribuyese a limpiar la imagen de un inocente. La sentencia está, a disposición de cualquier medio que esgrima la justicia por encima de lo políticamente correcto.

Artículo 18 de la Constitución.
1. El derecho al honor
Tribunal Constitucional
El derecho a la propia imagen tiene como objetivo controlar la reproducción de la imagen física y el uso que se hace de estas reproducciones.
El derecho a la propia imagen tiene como objetivo garantizar no ver reproducida la imagen física a través de cualquier medio o soporte tecnológico que la haga identificable, incluida la caricatura; así como también el poder disponer del uso que de la misma se haga una vez captada.
El artículo 18 de la Constitución Española garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, sin embargo no sólo la Constitución Española recoge estos derechos, de hecho, aparecen en todas las Declaraciones de Derechos Universales.
Estos derechos conceden a la persona un poder para proteger la esencia de su personalidad y sus cualidades y su interpretación debe ser restrictiva y en los supuestos de duda hay que tomar la decisión que proporcione mayores cotas de libertad, es decir, se debe aplicar el principio pro-libertad.
(Pueder leer más en ESTE ENLACE DE Suite101)
Artículo 199.
1. El que revelare secretos ajenos, de los que tenga conocimiento por razón de su oficio o sus relaciones laborales, será castigado con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses.2. El profesional que, con incumplimiento de su obligación de sigilo o reserva, divulgue los secretos de otra persona, será castigado con la pena de prisión de uno a cuatro años, multa de doce a veinticuatro meses e inhabilitación especial para dicha profesión por tiempo de dos a seis años.
Como reflexión les dejo otra historia para terminar: como todas, podría ser el guión de una película.

HISTORIA DE UNA DENUNCIA FALSA
Por J.P.T.
Llevo dos años divorciado y tengo una hija de nueve años a la que veo fin de semana sí, fin de semana no. Hace algunos meses la niña empezó a quejárseme de su madre porque la deja todo el tiempo con su abuela que está muy mayor y no la atiende bien, hasta el punto de que enfermó y no se dio cuenta nadie hasta que yo la recogí un viernes, habiéndome sucedido en dos ocasiones, que la niña me ha venido con piojos el fin de semana y nadie se ha dado cuenta.
Asímismo la niña se queja del trato que le dispensa su abuela materna con la que pasa todo el tiempo y que le grita constantemente. Se lo reprobé a su madre por que ya lleva mucho tiempo sucediendo cosas así y le advertí que si no hacía algo para enmendar esto lo notificaría al juzgado y pediría la custodia. Dos semanas más tarde hace ahora aproximadamente dos meses me sucedió lo siguiente:
Llegué a mi piso sobre las diez de la noche después de terminar en mi pluriempleo de la tarde. Me enfundé ropa cómoda y me puse ha hervir una bolsa de comida del congelador. A los pocos minutos me tocaron el timbre y contesté. Eran la policía que me dijeron que querían hablar conmigo y le abrí la puerta del postigo. Una vez en la puerta de casa- y les atendí tal y con lo que llevaba puesto, un pantalón de pijama y una camiseta de manga larga y zapatillas- me dijeron que tenia que acompañarles a comisaría.
Ante mi extrañeza y preguntas de por qué, uno de ellos me dijo que yo ya sabía porqué y que les gustaría hacer aquello del modo más pacífico posible. Aun no me creía aquello y al mismo tiempo que les indicaba que no sabía nada les inquirí que pasaba. Hasta pensé que era una broma bien elaborada con gente disfrazada y todo. Al penetrar uno de los agentes al umbral y tomarme por el brazo me di cuenta de que aquello iba en serio y que además de mi resistencia a creerlo no sabía que estaba pasando.
Puede que por eso mi actitud les pareciera de poca colaboración, pero al ver que si que era todo real les indique que no me podía ir así que iba vestido de cualquier manera, y que tenia el fuego puesto, por lo que me di la vuelta instintivamente hacia la cocina para apagarlo. Al dirigirme hacia allí el otro agente me ordenó que no me moviera y me cogió del otro brazo y yo le dije que no me tocara. En menos de un segundo estaba en el suelo contra el que mi cara golpeó fuertemente y dos policías estaban sobre mi espalda poniéndome unas esposas.
Uno de los agentes entró en la cocina apagando el fuego, quizá pensaron que iba a coger un cuchillo porque su maniobra fue como una reacción rápida defensiva. Pero en el suelo esposado por la espalda y dolorido bufé y les grité “cabrones”, no me podía creer que eran policías, aquello no tenia sentido. Las esposas me hacían daño e intentaba ponerme las manos en otra posición y me gritaron que no me resistiera. Me dijeron que estaba detenido, que tenia derecho a estar callado, a un abogado, a un médico, y a que avisarán a quien yo quisiese. Me bajaron por la escalera de mi comunidad esposado en pijama y sin zapatillas que se habían quedado en el piso.
Los vecinos de mi comunidad son gente sencilla porque ahora vivo de alquiler en una zona humilde, pero son buena gente y al oír el escándalo se asomaron a sus puertas viéndome de esa guisa esposado y acompañado por la policía y preguntando que había pasado. En mi vida he experimentado más vergüenza ni me he sentido más vulnerable. Me metieron en la parte trasera un coche patrulla cerrado con una mampara de plástico con asientos duros y las manos a la espalda. Dicho habitáculo olía a vómitos, quizás hubiesen trasladado previamente a algún borracho. Al girar el patrulla en las calles y rotondas yo me caía de lado a lado y no podía cogerme maniatado como iba ni tenía cinturón de seguridad para fijarme al asiento, dándome en un par de ocasiones en la cabeza con la ventanilla.
Me llevaron a un centro de salud donde una medico vio mi golpe en la cara y extendió un parte de lesiones. Al llegar a comisaría me tomaron las huellas dactilares y me hicieron firmar un documento donde se me notificaba la detención y que yo había pegado a mi ex mujer un puñetazo en la cabeza cuando ella andaba por la calle aquella mañana. Después me llevaron a los calabozos. En una habitación cerrada me hicieron desnudarme ante dos agentes y a sacarme colgantes y anillos, y cuando hice el amago de resistirme a que me arrebataran el colgante con el nombre de mi hija el agente me miró como si me fuese a abofetear y me lo sacó a la fuerza por encima de la cabeza. En mi vida me he sentido tan humillado. Pasar la noche en una celda que también olía a orines, vómitos, y humo de tabaco fue asqueroso, pero lo peor fue la humillación. En las celdas de al lado dos detenidos no cesaba de gritar al guardia que les diese fuego para fumar. Solo me dieron una manta para dormir encima de un colchón sucio y me pasé toda la noche temblando de frio.
Al día siguiente hice mi declaración, me preguntaron donde había estado a las once y cuarto de la mañana del día anterior, y yo de momento recordaba que en la fábrica a la que voy por la mañana no tenía faena y que me dijeron que podía irme, pero no recordaba las horas a las que había hecho cada cosa ni a donde había ido, aun estaba un poco shockado asimilando lo que me estaba pasando y estaba fuera de mi. A los pocos minutos recordé que a esa hora después de almorzar en una cafetería del polígono, me fui a hacer gestiones pendientes y que me encontraba en el caja-Madrid.
Mi madre llegó a primera hora a la comisaría, a la pobre anciana le dieron un disgusto tremendo cuando la avisaron, y me trajo ropa. Conseguí hablar con mi abogado y le recalque lo de mi estancia en caja-Madrid. Este insistió a la policía en que se hiciesen las comprobaciones oportunas. Efectivamente dio resultado se comprobó la cinta y media hora antes de la supuesta agresión, yo ya estaba haciendo mis buenos cuarenta y cinco minutos de cola para llegar a la ventanilla en una oficina bancaria al otro lado de la ciudad de donde supuestamente habían agredido a mi ex mujer Tanto antes como después de esa hora yo estaba siendo grabado por la cámara de vigilancia del Banco, lo que demostraba mi inocencia. Al final no se han llegado ni a presentar cargos.
Desde que me sucedió padezco crisis de ansiedad e insomnio. Le pregunté a mi abogado que si esto podría volver a pasarme y me contestó que el hecho de ser una falsa denuncia no la beneficiaba en su credibilidad si volviese a pasar, pero que aun así sí que podría volver a suceder. Al llegar a mi casa comprobé que los vecinos me observaban de un modo distinto y a fecha de hoy aunque he explicado lo sucedido su actitud ha cambiado hacia mi.
Mi ex mujer ya no me permite contactar telefónicamente con mi hija y en todo este tiempo sólo me ha dejado llevármela un fin de semana de los que me tocaban, he notado que la niña se comporta conmigo parcamente como con cautela. El resto de fines de semana no me la ha entregado aduciendo enfermedad de la niña. He avisado a la policía y al llegar estos les ha enseñado un parte médico de la niña, tomando nota los agentes para hacer un informe y no haciendo nada más. He denunciado estos hechos, aun no se nada. Siempre me presento a recogerla con algún amigo que me sirva de testigo. El abogado me ha prevenido bien de que me ponga del humor que me ponga no se me ocurra ni levantar la voz ni insultarla, ni nada peor, aunque reconozco que la situación que se está generando me encantaría poder decirle barbaridades y preguntarle como ha sido y es capaz de hacer algo así. No tengo desahogo posible.
Han pasado dos meses ayer asistí a salud mental, ya que me dieron hora para dos meses después de cuando lo pedí ya que al soltarme sufrí varios ataques de ansiedad. Sentí que la psiquiatra que me atendió me escuchaba con cierta dosis de escepticismo y al final me recetó un ansiolítico que también me serviría para dormir según me dijo.
Esta noche he llegado a casa muy nervioso después del trabajo, mi angustia y el insomnio me está interfiriendo en los dos trabajos que tengo y que necesito porque aparte de pensión hipoteca y alquiler, tengo que comer. Me he tomado la primera pastilla y me he sentado delante de mi mini televisor y he visto un anuncio del ministerio en el que varios famosos dan un mensaje contra la violencia hacia la mujer, alguno de ellos con una mirada recriminatoria en los ojos. He sentido una profunda sensación de asco al ver el anuncio y pensar en el tema de la violencia de género, y me he puesto a escribir esto.
Hace dos semanas también envié una carta al comisario, preguntándole que si yo hubiese estado el día de la denuncia y a esa hora, en mi casa o en cualquier otra parte del 99,9% del espacio terrestre no sujeto a video vigilancia, ¿que habría pasado conmigo?. Por supuesto aun no me ha respondido nadie.
ADEMÁS DE LOS IMPLICADOS, LAS VERDADERAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA, LOS HIJOS TRAUMATIZADOS POR ESTAS MALAS PRÁCTICAS. MANTENER UN SISTEMA JUDICIAL QUE NO GARANTIZA LA JUSTICIA ES UN NEGOCIO CON PÉRDIDAS QUE NECESARIAMENTE DEBE CAMBIAR LA OFERTA ACTUAL.prensa http://www.diariodealcala.es/articulo_c/general/2175/dos-historias-terribles

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