Los divorcios conflictivos aumentan de forma alarmante en Gipuzkoa por efecto de la crisis

El Territorio se coloca a la cabeza en contenciosidad
Parejas que no se separan por motivos económicos acaban pleiteando tras fracasar relaciones muy deterioradas

Jorge Napal - Viernes, 13 de Mayo de 2011

Donostia. Gipuzkoa va dejando de ser un territorio modélico a la hora de finiquitar una relación sentimental. Los mutuos acuerdos de otro tiempo van quedando relegados. La crisis comienza a provocar "estragos" en parejas que aguantaron más de la cuenta por temor a una situación económica incierta que ha acabado por estallar. Soportar y soportar, hasta que no se puede más. "Hay relaciones tan viciadas que incluso están desembocando en episodios de violencia de género", alerta Julia Rodríguez, psicóloga de Agipase, la asociación guipuzcoana de Padres y Madres separados.
El balance de rupturas matrimoniales de 2010 presentado ayer en Donostia ofrece una fotografía novedosa. Las separaciones y divorcios descendieron un 6,6%. Es decir, rompieron 102 parejas guipuzcoanas menos que al año anterior, pese a lo cual la contenciosidad creció un 3%. Dicho de otro modo, hay menos rupturas por efecto de la crisis, pero las parejas que se separan acaban como el rosario de la aurora. Esta dinámica coloca al territorio a la cabeza de Euskadi en el capítulo de episodios conflictivos.
Donde antes primaban los mutuos acuerdos, ahora hay follón y, según subraya Rodríguez, "el crecimiento de casos es muy importante". La psicóloga advierte de que es preciso "echar el freno" ante una situación que está comenzando "a rodar" porque los menores están siendo los mayores paganos. "Hay niños que acaban atendidos en Psiquiatría infantil. Es algo muy duro, y creo que los padres no son conscientes de ello", sostiene.
Joana Gumbao, trabajadora social de Agipase, incide en que otro de los aspectos más novedosos que traen los nuevos tiempos es la creciente juventud de las parejas que deciden pasar página a su vida sentimental. El tramo mayoritario se sitúa entre los 35 y 45 años, con un acusado descenso de este intervalo de edad según pasan los años.
Una piedra en el camino Son más jóvenes y, a diferencia de otras generaciones precedentes, tienen más interiorizado su rol de padre y madre, aunque se encuentran con una piedra en el camino a la hora de seguir haciéndose cargo de los críos. "El mutuo acuerdo no se puede llevar a cabo por orden judicial si una de las partes no quiere, algo que cada vez está ocurriendo más. Por eso mismo están creciendo tanto los divorcios contenciosos", expone Gumbao.
Es a partir de ese momento, cuando el niño y la vivienda acaban dentro de un mismo pack. La psicóloga Julia Rodríguez asegura que los menores son siempre "los grandes perdedores".
Él o ella deciden irse, ¿pero a dónde? La creciente contenciosidad que se registra en Gipuzkoa ha dado paso a un "problema enorme de vivienda", puesto que quien abandona el hogar debe pagar la mitad de la hipoteca y la pensión alimenticia. Desde la federación observan que "con un sueldo" resulta poco menos que misión imposible acceder después de todos esos pagos "a otra vivienda digna".
En buena medida, por eso se vicia la relación, porque el amor desaparece pero no hay medios económicos al día siguiente. Buena muestra de lo complicado que resulta salir de casa es que están creciendo como la espuma los impagos de créditos y pensiones. Es un "drama humano" que coloca a tantas personas separadas viviendo en campings, e incluso durmiendo en furgonetas estacionadas en polígonos industriales, según relataron ayer.
Todo ello se produce, además, en un contexto en el que el Fondo de Garantía Social para impago de pensiones, aprobado por mandato parlamentario, sigue sin ponerse en marcha, según denuncia la asociación. En un escenario tan poco halagüeño para ofrecer los mejores cuidados a los hijos, Agipase alerta de que los menores se están viendo sometidos a una "creciente manipulación", ya que "se les está utilizando para que se posicionen a favor de uno u otro". "Casi se les obliga a elegir, algo que se debe evitar a toda costa", comulgan ambas profesionales. Es evidente el desconcierto del niño, que acaba colocado en medio de una pareja que no se puede ni ver, y con el problema de la vivienda enrareciendo aún más el ambiente.
Debido a ello, la federación defiende el impulso del alquiler social para este colectivo, algo que, al menos, permitiría mitigar los efectos de una situación que nunca es fácil. "Con una vivienda, al menos, es posible trabajar la separación de otra forma", asegura Rodríguez. El temor a quedarse en la calle queda así alejado. "Si les damos un espacio digno, se puede empezar a trabajar el divorcio de otra forma", incide Rodríguez, convencida de que, con ello, bajaría la contenciosidad.
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