Domingo, 22 de Enero, 2012
El 17 de mayo de 2001, Almería volvió a estar en el centro de la información nacional. Una profesora del colegio Ferrer Guardia de La Cañada que impartía clases de Religión, había sido despedida. Su delito; casarse con un divorciado. Manifestaciones de los niños en el colegio con el lema Resu, no te vayas; comunicados de la Asociación de Padres y Madres en favor suyo; críticas del profesorado que no entendía una decisión injusta e incomprensible; un Obispado ausente y que mintió de una manera impropia de quien ostenta esa condición y en repetidas ocasiones; políticos deseosos de un minuto de fama y gloria informativa de todos los partidos en los que se traslucía un apoyo más que explícito a la maestra. Once años después, en un bar del centro de Almería, Resurrección Galera y su marido, Johannes Romes recuerdan delante de un café que, "de todo lo que se dijo entonces nada de nada".http://www.elalmeria.es/article/almeria/1164951/once/anos/soledad.html
Su historia siempre conmueve, no importa el tiempo que pase. Es la eterna lucha de dos personas que poco tienen que perder y que se enfrentan, con su dignidad como única bandera a una institución que cada vez que levanta su voz, acostumbra a callar a todos los demás. Tenían poco que perder y la derrota se cernía sobre su futuro. Pocos pensaban, más aún después de que un tribunal almeriense y una sala del TSJA dieran la razón al Obispado, que pudieran sacar algo en claro de una aventura judicial con resultado más que incierto. Hace unos meses las cosas comenzaron a cambiar.
El Tribunal Constitucional reparó años y sentencias de indudable aroma político de conveniencia y en una sentencia modélica aseguró algo muy básico pero que conviene recordar. Lo decía esta misma semana el consejero de Educación, Francisco Álvarez de la Chica: "nadie está por encima de la Justicia, ni siquiera la Iglesia". Tiene razón.
Resu y Juan, quieren, después de que el TSJA haya ahondado más aún en una herida por la que sangró la prepotencia episcopal, se. El "surrealista" sistema de contratación de los profesores de Religión, hace que sea el Obispado quien los proponga (y los despida) y el Ministerio los pague. De hecho, a los impuestos de todos corresponderá abonar los 200.000 euros de salarios atrasados desde su despido.
Resu no quiere nada, salvo "que esto se termine ya, que me devuelvan a la enseñanza que es lo que me apetece hacer, volver a impartir clases".
Juan va más allá y considera que "lo que hay que hacer es cambiar los acuerdos entre España y la Santa Sede y eso es algo que quiero conseguir, porque no es justo". Es el más crítico de los dos: "es de vergüenza lo que hicieron; palabras, palabras y nada de nada". En su interior, aún con la sonrisa no disimulada en sus barbas crecidas en estos años, aún resuenan lo que a su mujer le llamaron desde algunos púlpitos, "concubina" o cuando en una parroquia del centro de la capital almeriense, un párroco la comparó con María Magdalena.
A Resu le quisieron arrebatar su vida. Nadie resiste a estar bajo el microscopio como ella y su marido estuvieron en unos meses infernales para ambos. Se enfrentaron a una todopoderosa máquina de influencia social y esta perdió.
Las páginas de esos medios, que guardan ambos en una caja, se han puesto amarillas. Sus recuerdos siguen muy blancos. Con una bolsa que esconde un jersey comprado en rebajas en el centro de Almería, a donde se desplazaron desde su casa rural en Níjar, Resu y Juan quieren recuperar el tiempo que les negaron hace once años. Lo que les dijeron aún resuena en sus oídos. Con la razón de su parte (que no perdieron nunca) les suena a una nueva promesa rota.
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