Reunión de los lunes
domingo, 30 de agosto de 2009
El negocio de la negación del SAP.
Una vez más me ha llegado el minucioso estudio realizado sobre las supuestas mentiras del SAP, que se puede encontrar en la Web de Mujeres en Red – El Periódico feminista, con el título de ¿Qué y quien se esconde tras el I Congreso Internacional de Síndrome de Alienación Parental y Custodia Compartida?.
Por mi experiencia personal, siento una enorme tristeza al comprobar cómo hemos sido capaces de educar a unos seres tan egoístas, los cuales, amparándose en el supuesto bien superior del menor, ni tan siquiera saben lo que significa la palabra MADRE y utilizan a esos niños para obtener unos inmensos beneficios económicos, sin importarles lo más mínimo el sufrimiento que esos mismos niños están padeciendo.
Evidentemente si este escrito llega a manos de las mal llamadas feministas, arremeterán contra él alegando que ha sido escrito por un hombre. ¡Nada más lejos de la realidad!.
Puedo dar fe de que soy mujer y feminista convencida de toda la vida, que jamás se ha querido beneficiar de su condición de mujer para ser librada de tareas que podrían resultarme pesadas, que he demostrado que puedo trabajar igual que cualquier hombre (salvo en casos que por mi constitución física sea totalmente imposible, aunque no por eso habré dejado de intentarlo). Que jamás mis “días malos” han sido un impedimento para asistir al trabajo por muy mal que me encontrara y que, una vez madre, he buscado la manera de compaginar con el padre de mis hijos el cuidado de los niños cuando éstos han estado enfermos para no tener que faltar al trabajo. Porqué su padre está tan capacitado como yo para cuidarles.
Yo también me he separado y, al contrario que muchas mujeres, he compartido la custodia de mis hijos con su padre y ellos han vivido la mayor parte del tiempo en el que fue hogar conyugal con él, pasando yo a satisfacer una pensión adecuada a la MITAD de las necesidades de los niños. Y, evidentemente, habiendo liquidado previamente la vivienda.
Evidentemente, de haber querido, habría podido instar una separación contenciosa y a día de hoy estar disfrutando del uso y disfrute de la vivienda conyugal percibiendo una elevada pensión para los niños y habiéndomelo quedado todo a cambio de convertirme nuevamente en una mera cuidadora de niños, dejando mi vida laboral y mi futuro muertos para siempre y con la imperiosa necesidad de ser mantenida por un hombre por el resto de mis días.
¡Pero no! ¿De qué me habría servido todo eso?. Si hubiera “peleado” por cuidar yo sola de los niños, en caso de desear seguir trabajando (muchas horas, por cierto), esos niños indefectiblemente tendrían que ser cuidados por sus abuelos o por canguros, mientras que su padre, por su condición de autónomo, podía compaginar su trabajo con la atención a los niños. ¿Alguien conoce la historia del Rey Salomón, en la que la verdadera madre renunciaba a su propio hijo antes que fuera cortado por la mitad por ese sabio Rey?. Pues se trata de eso: de pensar con la cabeza que será lo mejor para nuestros hijos. Y si lo mejor es “renunciar” a ellos por su bien, pues se hace. ¿Alguien es capaz de imaginar cómo es para una madre la primera noche de separada el hecho de acostarse sin poder dar el habitual beso de buenas noches a sus hijos cuando éstos ya están dormidos?. Estoy convencida de que sólo un padre es capaz de imaginarse ese trance por haberlo vivido en primera persona. Pero eso no quiere decir que yo soy una mala madre. Los quiero con locura, de la misma manera que estoy convencida que también les quiere su padre y, afortunadamente, hoy los dos son mayores de edad y, en breve, mi hija mayor va a convertirme en feliz abuela.
Por otro lado, tengo una nueva pareja con la cual, por desgracia, todavía no puedo convivir y el cual también tiene 2 hijos, menores que los míos. Me llena de tristeza comprobar como el principal objetivo de dicha madre es expoliar al padre y manipular a esos pobres niños para lograr sus objetivos sin importarle lo más mínimo lo que los niños están padeciendo. Una madre que, la mayor parte de los días, por pereza, deja a los niños a dormir a casa de los abuelos para evitar tener que levantarse cada día media hora antes para atenderlos antes de ir al trabajo. Una madre que, a partir de las 10 de la noche dice literalmente que ese tiempo es para ella, debiéndose ocupar esos mismos niños de preparar su propia cena y cenar ellos solos mientras su madre está chateando en el ordenador y con una capacidad para beber cerveza mucho más alta de lo verdaderamente deseable. Una madre que, con mentiras, adecua sus vacaciones estivales para poder irse de viaje con sus amigas y sin sus hijos, disfrutando de la compañía de los niños 4 días escasamente contados y debiendo dejar nuevamente a los niños con los abuelos por haber agotado sus vacaciones.
Me entristece también comprobar cómo esos niños, especialmente el mayor, por su carácter introvertido, tiene muchos problemas de comportamiento y que su madre, a pesar de tener un informe de un psicólogo que le aconseja una terapia para ese niño y a pesar de ser enfermera, nada ha hecho al respecto.
Me cuesta comprender que una mujer (que todos sabemos que no somos ningunas santas), una vez separada sea incapaz de reorientar su nueva vida sin necesidad de odios ni venganzas que no llevan a ninguna parte y que, en la mayoría de los casos, son injustificados.
Las mujeres, la mayoría, rehacen su vida y encuentran que es totalmente lógico. Nadie niega que lo sea. Pero todo está bien mientras ellas lo hacen y pueden ver a su ex pareja sola y abatida, para poder pensar y hacer ver a sus allegados que “el pobre no es nadie sin mí”. El problema real empieza cuando su ex pareja, a su vez, rehace su propia vida. En estos casos el orgullo puede más que la cabeza y entonces ven necesario obstaculizar en lo posible esa nueva relación, ya sea a base de denuncias sobre hechos inexistentes, o a base de malmeter a los propios hijos contra la nueva pareja de su padre, convirtiendo a esos mismos niños en tiranos.
¿Que clase de niños estamos educando?. ¿Alguien se ha parado a pensar que esos mismos niños cuando sean mayores engañaran, mentirán y robarán sin pudor porqué es la educación que se les está dando?. ¿Cómo podemos pretender que esos hijos, los varones, no sean una nueva generación de machistas que no se involucrarán en el cuidado y la educación de sus propios hijos puesto que su madre les ha enseñado que el padre no es nadie y que es la madre quien siempre manda y decide?.
Pena me dan esas mismas madres cuando lleguen a la vejez y reciban de sus propios hijos lo que ellas han cultivado.
M. CARME CARREÑO
http://fecadise.blogspot.com/2009/08/el-negocio-de-la-negacion-del-sap.html
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