Vivir en el camping para capear la crisis
Cada vez más divorciados, muchos trabajadores de otras regiones y algunos desahuciados. No pueden aguantar más la crisis y han optado por irse a vivir a un camping, donde se han convertido en los nuevos inquilinos. Las estancias medias de tres o cuatro días que tenían los turistas que acudían a estos recintos se prolongan ahora durante meses. Al menos, hasta los 180 días que, legalmente, se puede residir en una instalación de este tipo.
Con el precio de los pisos y los alquileres por las nubes, residir en un camping puede ser una buena opción, al menos de forma temporal. El gran atractivo de estos recintos turísticos se encuentra en los bungalows. Se trata de pequeños apartamentos para una o dos personas, cuyo precio ronda habitualmente los 60 euros por noche en temporada alta (y más bajos el restodel año). Lo que más llama la atención en ellos es un servicio de limpieza que se encarga diariamente de mantener en buenas condiciones la instalación, como en un hotel.
Comodidad
Así lo considera Jesús, madrileño de 48 años. Su situación era casi dramática. Se acababa de separar, tenía que mantener a sus dos hijos, en su trabajo de comercial apenas consigue comisiones y se vio en la calle y sin techo, porque tampoco tenía ayuda de la familia. Un amigo le comentó la posibilidad de ir a un camping, hasta que capeara el temporal. Allí no se compromete a mantener un alquiler cinco años, ni a presentar unos avales que no tiene. Y acudió al de Getafe. Allí, la estancia no es demasiado barata (65 euros al día, en temporada alta), «pero te despreocupas porque te lo hacen todo las chicas», explica Jesús.
En menos de 30 metros cuadrados, los bungalows de los camping de la región (El Escorial y Aranjuez son los más conocidos, aunque también existen otros en Villaviciosa de Odón o Alameda de Osuna) sirven cada vez más a separados que, por su situación en casa, no estaban acostumbrados a realizar las labores del hogar. En ese pequeño espacio cuentan con salón-cocina, una habitación y un pequeño cuarto de baño. «Reconozco que estoy cómodo en ese sentido», afirma Raúl, uno de los divorciados en el camping de Aranjuez. «Sabemos que aquí no podemos estar más de seis meses, pero es la única forma que tenemos para sortear la crisis».
Todos los responsables de los camping de la región reconocen que cada vez hay más peticiones de gente para irse a vivir durante un largo tiempo. «A nosotros no nos gusta que estén demasiado tiempo», explica Damián, responsable del camping de Aranjuez. «Primero, porque no es legal que estén más de 180 días y segundo, porque al final, muchos de ellos se hacen dueños de las instalaciones y salimos perjudicados».
Sólo medio año
Pero lo que tampoco pueden hacer es negarles un servicio cada vez más reclamado. «Sabemos que mucha gente está pasando por una época difícil, pero nosotros no podemos dar cobijo durante más de medio año», recalca Enrique, subdirector del camping de El Escorial. Todos los responsables de estas instalaciones inciden en que no es posible prolongar la estancia más de lo permitido por ley.
Por ello, algunos clientes buscan alternativas para sortear la legalidad. Por ejemplo, trasladándose de camping a camping cuando se cumplen esos seis meses. Alberto y María tienen la suerte de poseer una caravana. Allí llevan haciendo su vida desde hace algunos meses. Él es transportista y asegura no importarle estar viviendo en una caravana. «No es tan incómodo y, sobre todo, nos resulta mucho más barato que un piso», explica. Ahogados por las deudas (llegaron a tener una hipoteca, dos préstamos personales y un pago pendiente a Hacienda), les desahuciaron de la vivienda que tenían en Alcorcón.
Su familia no puede ayudarles y han encontrado la salvación en la caravana. Ahora estaban dudando entre el camping de Osuna o el de Getafe. Por unos 10 euros al día, pueden dejar su caravana en alguno de estos recintos y tener una vida más barata, a cambio de un poco menos de comodidad.
Otros optan, aseguran, por encadenar varios contratos a nombre de varias personas diferentes. «Ojalá pudiera ir a vivir a un piso, pero no es posible», explica Ángel Luis. En su caso, su familia no es que no pueda, es que, directamente, no quiere ayudarle a salir de su trágica situación. «Sí, estuve en la cárcel, pero ahora trabajo, y con ese dinero voy pagando el camping, porque aquí no me piden ni avales ni nada, como en muchos alquileres», afirma.
Dormir cerca del trabajo
Precisamente en el de Getafe, son varios los clientes que residen de lunes a viernes por el trabajo que tienen en las cercanas empresas del polígono industrial. «Es una práctica cada vez más habitual», explica Juan. «Yo trabajo por aquí cerca y me viene mucho mejor que un hotel», afirma. Los fines de semana, eso sí, se marcha a Ciudad Real, donde tiene a su familia.
Incluso los camping se han convertido en otra forma de pasar las vacaciones. «Hay mucha gente que, en vez de irse a la playa porque no tienen dinero, se vienen aquí», comentan los responsables del camping de Aranjuez. Y es que la mayoría de estos recintos cuentan con todo tipo de servicios (piscinas, restaurante y tienda), que hacen más llevaderas las vacaciones.
fuente: ABC.es: Noticias de España y del mundo - ABC.es
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