01/12/2010 El anuncio público de una reforma del Código Civil, hecho por la ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, para que se prohíba la custodia de los hijos al cónyuge -que no conyugue- "incurso" en un proceso por un delito de violencia de género, ha provocado de inmediato el rechazo unánime de todas las asociaciones de jueces, al margen de su ideología, y el apoyo, ¡cómo no!, del más rancio hembrismo que, bajo la bandera de luchar contra el indecente machismo, pretende auparse a una nueva atalaya de discriminación por razón de sexo, relegando, en este caso, a los varones a una especie de ciudadanos de segunda categoría que, como tales, ni siquiera deben ser amparados por principios constitucionales como la presunción de inocencia. Esta forma de entender la igualdad de género, sacralizando lo que se conoce como "discriminación positiva", conduce desgraciadamente a perniciosos resultados ya que, inevitablemente, y a las pruebas me remito, genera mayor violencia. ¿Por qué la ministra no plantea una reforma del Código Penal hacia un endurecimiento de penas a los condenados? ¿Por qué no incluso cadena perpetua, que libraría de por vida a las víctimas del miedo a la excarcelación del maltratador o maltratadora? Serían medidas más eficaces y, desde luego, de mayor protección a las víctimas, que la de generalizar, como es el caso, unas cautelas tremendamente lesivas para el presunto culpable -así convertido por arte de magia- que, en caso de inocencia, dañaría de forma grave su futura convivencia paterno-filial. Y la de sus hijos. ¿Acaso los jueces no pueden ya quitar la custodia de forma cautelar en determinados casos, no aplicándolo a aquellos que, a priori, consideren inocentes o de escasa peligrosidad? Generalizarlo, supondría una mayor injusticia y más agresividad ya que, de un lado, convertiría a presuntos inocentes en culpables y, de otro, generaría en éstos una innecesaria agresividad al ser tratados tan injustamente respecto al resto de los delincuentes, a los que se presume inocentes, por graves que sean los delitos que se les imputen, hasta ser definitivamente condenados.
Un asunto tan sensible no admite un ápice de frivolidad o improvisación. La ministra, tras manifestar que la retirada de la custodia sería para casos con "sentencia firme", se auto-corrige horas después en el sentido de que automáticamente se aplicaría a los "hombres incursos" en cualquier procedimiento por violencia de género. Ante tamaña afirmación, que "a bote pronto" incluiría de forma generalizada a cualquier imputado y a cualquier presunto delito, incluido el de amenazas, su propio Ministerio tiene que matizar que utiliza el término "incurso" para referirse a todos los "hombres procesados". Choca, de entrada, que en un Ministerio tan escrupuloso en despojar el lenguaje tradicional de reminiscencias machistas, aunque sean inventadas, -recuerden lo de "miembros y miembras- ni la ministra, ni sus subalternos -entre los que se encuentra la señora Aído-, reparen en hablar de hombres y mujeres en este caso, avalando así un hembrismo revanchista y enfermizo.
Así las cosas, la ocurrencia de la señora Pajín, más propia de un mitin de barrio para animar a sus seguidores que de una propuesta razonada de su Ministerio, ha necesitado también una aclaración instantánea por parte del mismísimo Rubalcaba. Gracias a él hemos podido saber finalmente que la medida se aplicará cuando una pareja está inmersa en un proceso de separación o divorcio y no cabe la custodia compartida por estar uno de ellos imputado penalmente por malos tratos; que se trata de una medida cautelar, revisable por el juez al acabar el proceso penal -¡menos mal!-; y que será aplicada tanto a mujeres como a hombres. La propuesta, en definitiva, se reduce a dejar el asunto como está pero obligando al juez a que, en los casos de petición de custodia individual, jamás la asigne cautelarmente al presunto maltratador o maltratadora, lo que ya vienen haciendo los jueces, salvo alguna excepción, supongo que velando en cada caso por lo menos malo para el menor, argumento que también esgrime Rubalcaba para avalar la polémica propuesta, pero convirtiendo presuntamente en culpable al progenitor imputado. Un alto precio para quien pueda verse inmerso en un largo proceso de falsas acusaciones de maltrato que a veces se dan. ¿O no?.
En todo caso, no se puede erradicar la violencia de género, que tantas desgracias causa a tantas familias, enfrentando al repugnante machismo un hembrismo miope, incapaz de analizar con sensatez todas las causas y circunstancias del maltrato, tanto físico como psicológico. Ni siquiera las necesarias campañas de concienciación, ni la educación igualitaria, atajan a corto plazo esta hemorragia de sangre y sufrimiento. Menos, si se anatematiza a uno de los sexos; ya ha sufrido demasiado el femenino por ello. A corto plazo sólo cabe la tolerancia cero con los culpables, lo que requiere un drástico endurecimiento de las penas. Pero con los culpables. Polémicas como la generada por la señora Pajín, con sus propagandísticas e imprecisas declaraciones, sólo ponen obstáculos en el largo camino a recorrer para erradicar de nuestra sociedad el machismo ancestral y el hembrismo pujante, única fórmula de conseguir una igualdad real y definitiva en el futuro.
http://www.diarioinformacion.com/opinion/2010/12/01/hembrismo-machismo-pesimo-camino/1070740.html
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