La custodia compartida es la principal reivindicación de este colectivo, que aboga por el diálogo con las ex parejas
M .ÁNGELES MORCILLO MÉRIDA
José Antonio Pajuelo tiene seis hijos de tres mujeres diferentes. En realidad, son tan sólo cuatro, aunque si cuenta los que aporta su actual pareja, entre los dos llegan a la media docena. A uno de ellos, fruto de su primer matrimonio no lo ve tan a menudo como él quisiera, aunque dice que siempre lo tiene en sus pensamientos. Otros dos son hijos de su segunda esposa, a los que trata como si fueran propios. La cuarta es una pequeña que la pareja tuvo en común. Y los otros dos, son de su pareja actual. Dos matrimonios fracasados, el primero de ellos acabó en una separación traumática, que no le han quitado la fe de encontrar el amor al lado de una mujer. Lo que sí tiene claro José Antonio es que el diálogo es la mejor forma de llegar a un acuerdo con una ex pareja.
Esta idea y otras básicas para la convivencia son las que pone en común con personas que atraviesan su misma situación. Es por ello, que un grupo de padres de la ciudad quiere poner en marcha, de forma seria, una asociación de padres y madres separados.
Son muchos afectados, pero con distintos problemas y, a veces, hasta con distintas guerras abiertas. Aunque con una característica en común. Son padres y madres separados, y como tal, todos tienen hijos. Luchan para protegerlos, estar con ellos e, incluso poder verlos alguna vez al mes y, sobre todo, reivindican en todos los casos la custodia compartida.
Para hablar de estos temas se reúnen de forma periódica en alguna cafetería de la ciudad. Carecen de local como tal, pero eso no les impide atender a las personas que, en el primer momento de la separación, se encuentran desorientadas y perdidas y que necesitan de su ayuda. Y lo hacen sabiendo de qué se trata porque tienen experiencia en la materia.
De todas formas, asegura que «no queremos convertirnos en abanderados de ninguna causa. Tan sólo exponemos nuestros puntos en común y contamos nuestras experiencias para que puedan ayudar al otro».
Pajuelo asegura que es muy difícil poner de acuerdo a tantas personas que tienen un mismo problema pero con distintos matices. Pero dice que todos tienen claro una cosa. «No debemos dejarnos engañar por los estamentos de la sociedad que, en un momento tan traumático como es una separación, intentan sacar negocio a toda costa. En muchas ocasiones, no se acaba con el mismo abogado que con el que empieza un proceso de divorcio y eso significa mucho. Los primeros momentos eres un pardillo y el abogado puede aprovecharse y no hacerlo nada bien».
Dice estar en contra de conseguir el máximo provecho posible en este tipo de situaciones e insta a la justicia a que «ésta te tiene que echar una mano y agilizar las cosas en momentos tan delicados en vez de alargarlas en el tiempo».
Asegura que, en todo el tiempo que lleva tratando con gente que está en proceso de separación, se ha encontrado incluso el caso de abuelas que reivindican poder ver más a menudo a sus propios nietos.
No utilizar a los hijos
Desde esta asociación también se trata de concienciar a las partes de que los hijos no deben utilizarse como arma arrojadiza. «No se les debe hacer chantaje emocional para conseguir su cariño ni tampoco seguir con tu pareja por el simple hecho de tener hijos en común». Eso, dice, a la larga tan sólo causa problemas.
Apela a la madurez y al sentido común de los padres a la hora de llevarse bien entre ellos. Él asegura que su relación con su segunda ex mujer es buena y un ejemplo para los demás padres y madres integrados en la asociación que, en la actualidad, superan la decena de miembros. Aunque también es cierto que las personas y sus problemas cambian continuamente. «Esto posibilita el entendimiento y, por consiguiente, el bienestar de los hijos. La cordialidad y el diálogo es lo más importante».
Como es normal, los miembros de esta asociación están en contacto con otras asociaciones similares tanto de dentro como de fuera de la región. Intercambian experiencia y opiniones sobre los casos con los que se encuentran.
Para todo el que esté en su misma situación, Pajuelo hace un llamamiento y asegura que «una separación es un proceso que no es nada fácil, pero tampoco se acaba el mundo, y lo mejor es hacer las cosas con madurez. De nada sirve hacer la guerra, no conduce a nada y no es nada bueno, tampoco para los hijos».
Y, sobre todo, aconseja a todas las parejas el diálogo y la conversación. Que hablen mucho entre ellos.
http://www.hoy.es/20090830/merida/grupo-padres-separados-asocia-20090830.html
1 comentario:
El problema es cuando ella no acepta ningun tipode conversación y lo único que hace es manipular al menor. No hay derecho.
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