Desde hace ocho años Ricardo Pérez Rodríguez busca a su hijo luego de que su ex esposa se lo llevara de manera ilegal.Busca a su hijo desde hace ocho años como si fuera parte de una segunda piel, es lo que da sentido a su vida desde que el menor fuera alejado de él de manera ilegal por su ex esposa. Ha sabido de una red de complicidad y de corrupción que ha impedido que el niño regrese. Parece la suya una historia de teleserie, pero no lo es. Tan sólo un caso real, quizá uno más, de muchos otros de los que nada se sabe. De niños que, fracturada la relación de pareja, son virtualmente secuestrados por uno de los padres.
Vive una incesante búsqueda que día a día lo lleva a toparse con obstáculos humanos como la corrupción, la ausencia de sentido común, la falta de voluntad, la incapacidad de las autoridades y silencios obsesivos. A eso dice haberse enfrentado Ricardo Pérez Rodríguez, quien busca a su hijo desde hace ocho años a consecuencia de que se lo llevara de manera furtiva su ex esposa
En estos años, no ha dejado de recorrer diversos estados del país impulsado por la necesidad de encontrar a su hijo y también en esa su búsqueda se ha encontrado de manera sistemática con la apatía de las autoridades que le han dado la espalda.
La desesperación, dice Ricardo, llega acompañada de la frustración cada vez que se topa con una autoridad que sucumbe al influyentismo de la familia de su ex mujer y a un sistema de justicia que no solo se vende al mejor postor. Un sistema judicial al fin, incapaz de entender la historia de un niño que necesita de su padre y del padre que necesita de su hijo.
Esta historia inició el día aquél –hace ocho años- en que su ex esposa, Norma Narváez Gocher, se llevó al hijo de ambos sin su consentimiento. En este tiempo sabe que el pequeño ha sido trasladado por la madre por diversos estados e incluso le ha cambiado el nombre para evitar que sea localizado.
De acuerdo a las investigaciones que ha podido realizar, el niño ya no se llama Ricardo Pérez Narváez, sino que la madre habría cambiado su nombre con el que fue registrado jurídicamente por el de José Ricardo Castillo Torres.
Ella, dice Ricardo, también se ha cambiado de nombre para evadir a la justicia que desde hace varios años le ha girado una orden de arresto por desacato, y ahora se hace llamar Rocío Castillo Torres.
En su periplo para alejar al niño de su padre, Norma Narváez Gocher habría falsificado también actas de nacimiento para escapar de sus responsabilidades legales y para que Ricardo no pueda encontrar a su hijo. En particular el acta del niño, ahora señala que nació en Monterrey, Nuevo León y establece que es hijo de una madre soltera. En realidad el niño nació en San Luis Potosí y originalmente fue registrado por ambos padres.
Ricardo denuncia además la falta de medidas de seguridad en las escuelas para inscribir a sus alumnos: “con toda la tristeza del mundo me he dado cuenta que en el sistema escolar no verifican la autenticidad de documentos y a esta mujer – su ex esposa- le ha bastado ir presentando copias fotostáticas de actas de nacimiento falsas para que mi hijo vaya a clases y además lo pueda cambiar de estado en estado sin complicación alguna”.
Los últimos años se le han ido en la búsqueda de su hijo. Todos los días, afirma, se estrella con redes de complicidad y autoridades corruptas, con falsificadores de documentos y con autoridades escolares que se vuelven cómplices al guardar silencio sobre las inconsistencias de la documentación de su hijo, entre ellas, por ejemplo, las fotografías de identificación que no existen.
Pero también se ha se topado con la actitud adversa de la familia de su ex esposa, que a pesar de saber en dónde tiene a su hijo se ha quedado callada. Pero no sólo eso, también se prestan a encubrir un delito ya que Norma perdió la custodia del niño.
A punto de recuperarlo…
Su hijo tiene ahora mismo 11 años. Con recursos propios y prácticamente con ayuda de familiares y amigos, Ricardo estuvo a punto de recuperarlo el pasado mes de diciembre en Irapuato, Guanajuato. Pero otra vez el manto de la impunidad y las complicidades lo impidieron.
Y cuenta: el día que se cumplimentaría la orden de arresto contra Norma y de que el menor pasaría a su padre, elementos de la Policía Ministerial del Estado de San Luis Potosí encargados del caso le “avisaron” que no podrían acompañarlo al estado vecino porque “tenían que ir a un curso”.
La orden no se cumplimentó y cuando Ricardo volvió a Irapuato en busca de su hijo, se encontró con que ya no asistía a la escuela y que la casa en la que Norma lo tenía ya estaba vacía.
Y de nuevo a comenzar de cero.
El origen…
Para Ricardo, todo comenzó cuando cometió “el pecado” de no tener suficiente dinero. A los pocos meses de nacido su hijo, las cosas económicas no iban bien y entonces optó por regresar a trabajar a Cancún.
"Yo me fui porque quería una mejor calidad de vida para mi familia, siempre mande dinero y siempre estuve en comunicación. Ya que yo tenía allá una casa para llevarme a mi esposa y mi bebe, vengo a San Luis Potosí y me recibe un abogado para notificarme que había una demanda de divorcio", dice.
Su ex esposa lo acusó de abandono de hogar, falta de manutención y violencia. Además de esto tuvo que enfrentar una orden de restricción y no pudo volver a ver a su hijo hasta que cumplió tres años, cuando se le concedió una hora para verlo.
" Aunque yo comprobé que nada de lo que me acusaban era cierto, la juez se puso de su parte y tardó lo que quiso en dejarme volver a ver a mi hijo", relata.
Estados de cuenta y cartas le ayudaron a desmentir a su ex esposa y finalmente se otorgó una custodia compartida: ella se quedó con la guarda, por lo que las visitas serían vigiladas, sin embargo incumplió con su parte y nunca le dejó ver a su hijo.
También, un juez le giró a Norma un acta de arresto por desacato y fue aquí en donde comenzó el verdadero infierno.
A partir de entonces Ricardo no supo más de su hijo en ocho años. Los esfuerzos fueron en vano, las autoridades actuaron sin cuidado alguno y Ricardo tuvo que buscar al niño con sus propios medios.
Era un hecho que su ex mujer no seguía viviendo en San Luis Potosí, por lo que la búsqueda se hizo en estados como Zacatecas, Aguascalientes, Querétaro, Guadalajara y el Distrito Federal, entre muchos otros.
En todos estos años, dice, sólo supo de la desesperación por encontrar a su hijo. Cada Navidad, Día del Padre, el cumpleaños del niño y cada Día de Reyes tan sólo sabía que el deseo más grande que podría pedir era volver a ver al niño.
Pero también, sólo él supo que este dolor se alimentó al saber que en realidad nadie quería ayudarlo, que cada que estuvo cerca de recuperar a su hijo algo extra –ya la complicidad, ya la corrupción judicial- se atravesó en su búsqueda.
La fortuna sonríe… y de nuevo la complicidad
En diciembre pasado, la fortuna pareció ponerse de su lado cuando uno de sus hermanos vio a Norma en una fiesta escolar en Irapuato. Las indagaciones comenzaron y pronto pudo saber a qué colegio acudía el niño y en donde vivía, incluso a la distancia pudo ver por primera vez en mucho tiempo a su hijo.
Dice que en su afán por hacer las cosas correctamente, le informó a las autoridades -que habían girado la orden de arresto en contra de Norma- que ya la tenía localizada. Sin embargo, éstas le señalaron que para poder atraparla se requería de un acuerdo de cooperación con las autoridades guanajuatenses. El proceso demoró un par de días. Finalmente Norma no fue arrestada.
Aunque su hijo ya no estaba en la escuela, Ricardo comenzó a indagar al grado de descubrir que el niño siempre ha estudiado en colegios salesianos y Marista, que incluso en algunos procesos de inscripción ni siquiera se presentó documentación.
Descubrió que su hijo había vivido en Morelia y luego en Irapuato, que ya tenía otro nombre y que sus documentos “oficiales” en realidad eran falsos, además de que su ex mujer también alterado su identidad al cambiarse de nombre.
Ricardo afirma que logró obtener un acta de nacimiento, la cual le fue certificada como falsa por el Registro Civil y con fotos de hace años logró comprobar ante las autoridades escolares y judiciales que Norma mentía. Se enteró además de que su ex esposa nunca permitió que se le tomaran fotos al niño – ni en la escuela ni en las fiestas infantiles-, y que únicamente avisaba que el Día del Padre su hijo no iría a actividades porque “se deprimía”.
Supo además que su hijo juega futbol –de donde logró obtener la única fotografía reciente que hay del niño- y sus maestras le informaron que a pesar de ser un buen niño le pesa no tener padre.
“Me dijeron que se deprime porque no tiene papá, y que además llora cuando se entera que alguno de sus compañeros está en la misma situación”, dice.
Ricardo además se sumó a la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos (AMNRDAC), en donde ha recibido apoyo, comprensión y asesoría. Sin embargo no ha logrado recuperar a su hijo. Ha concluido que en tanto exista un sistema corrupto que rodea estos casos, será difícil obtener resultados.
Finalmente, expresa un mensaje para su hijo y al borde del llanto, afirma: “No he dejado de pensar en ti un solo día y nunca te he dejado de buscar”.
Informes sobre este caso:
buscandoaricky@hotmail.com
http://www.yancuic.com/nota.php?seccion=7¬icia=1483
Vive una incesante búsqueda que día a día lo lleva a toparse con obstáculos humanos como la corrupción, la ausencia de sentido común, la falta de voluntad, la incapacidad de las autoridades y silencios obsesivos. A eso dice haberse enfrentado Ricardo Pérez Rodríguez, quien busca a su hijo desde hace ocho años a consecuencia de que se lo llevara de manera furtiva su ex esposa
En estos años, no ha dejado de recorrer diversos estados del país impulsado por la necesidad de encontrar a su hijo y también en esa su búsqueda se ha encontrado de manera sistemática con la apatía de las autoridades que le han dado la espalda.
La desesperación, dice Ricardo, llega acompañada de la frustración cada vez que se topa con una autoridad que sucumbe al influyentismo de la familia de su ex mujer y a un sistema de justicia que no solo se vende al mejor postor. Un sistema judicial al fin, incapaz de entender la historia de un niño que necesita de su padre y del padre que necesita de su hijo.
Esta historia inició el día aquél –hace ocho años- en que su ex esposa, Norma Narváez Gocher, se llevó al hijo de ambos sin su consentimiento. En este tiempo sabe que el pequeño ha sido trasladado por la madre por diversos estados e incluso le ha cambiado el nombre para evitar que sea localizado.
De acuerdo a las investigaciones que ha podido realizar, el niño ya no se llama Ricardo Pérez Narváez, sino que la madre habría cambiado su nombre con el que fue registrado jurídicamente por el de José Ricardo Castillo Torres.
Ella, dice Ricardo, también se ha cambiado de nombre para evadir a la justicia que desde hace varios años le ha girado una orden de arresto por desacato, y ahora se hace llamar Rocío Castillo Torres.
En su periplo para alejar al niño de su padre, Norma Narváez Gocher habría falsificado también actas de nacimiento para escapar de sus responsabilidades legales y para que Ricardo no pueda encontrar a su hijo. En particular el acta del niño, ahora señala que nació en Monterrey, Nuevo León y establece que es hijo de una madre soltera. En realidad el niño nació en San Luis Potosí y originalmente fue registrado por ambos padres.
Ricardo denuncia además la falta de medidas de seguridad en las escuelas para inscribir a sus alumnos: “con toda la tristeza del mundo me he dado cuenta que en el sistema escolar no verifican la autenticidad de documentos y a esta mujer – su ex esposa- le ha bastado ir presentando copias fotostáticas de actas de nacimiento falsas para que mi hijo vaya a clases y además lo pueda cambiar de estado en estado sin complicación alguna”.
Los últimos años se le han ido en la búsqueda de su hijo. Todos los días, afirma, se estrella con redes de complicidad y autoridades corruptas, con falsificadores de documentos y con autoridades escolares que se vuelven cómplices al guardar silencio sobre las inconsistencias de la documentación de su hijo, entre ellas, por ejemplo, las fotografías de identificación que no existen.
Pero también se ha se topado con la actitud adversa de la familia de su ex esposa, que a pesar de saber en dónde tiene a su hijo se ha quedado callada. Pero no sólo eso, también se prestan a encubrir un delito ya que Norma perdió la custodia del niño.
A punto de recuperarlo…
Su hijo tiene ahora mismo 11 años. Con recursos propios y prácticamente con ayuda de familiares y amigos, Ricardo estuvo a punto de recuperarlo el pasado mes de diciembre en Irapuato, Guanajuato. Pero otra vez el manto de la impunidad y las complicidades lo impidieron.
Y cuenta: el día que se cumplimentaría la orden de arresto contra Norma y de que el menor pasaría a su padre, elementos de la Policía Ministerial del Estado de San Luis Potosí encargados del caso le “avisaron” que no podrían acompañarlo al estado vecino porque “tenían que ir a un curso”.
La orden no se cumplimentó y cuando Ricardo volvió a Irapuato en busca de su hijo, se encontró con que ya no asistía a la escuela y que la casa en la que Norma lo tenía ya estaba vacía.
Y de nuevo a comenzar de cero.
El origen…
Para Ricardo, todo comenzó cuando cometió “el pecado” de no tener suficiente dinero. A los pocos meses de nacido su hijo, las cosas económicas no iban bien y entonces optó por regresar a trabajar a Cancún.
"Yo me fui porque quería una mejor calidad de vida para mi familia, siempre mande dinero y siempre estuve en comunicación. Ya que yo tenía allá una casa para llevarme a mi esposa y mi bebe, vengo a San Luis Potosí y me recibe un abogado para notificarme que había una demanda de divorcio", dice.
Su ex esposa lo acusó de abandono de hogar, falta de manutención y violencia. Además de esto tuvo que enfrentar una orden de restricción y no pudo volver a ver a su hijo hasta que cumplió tres años, cuando se le concedió una hora para verlo.
" Aunque yo comprobé que nada de lo que me acusaban era cierto, la juez se puso de su parte y tardó lo que quiso en dejarme volver a ver a mi hijo", relata.
Estados de cuenta y cartas le ayudaron a desmentir a su ex esposa y finalmente se otorgó una custodia compartida: ella se quedó con la guarda, por lo que las visitas serían vigiladas, sin embargo incumplió con su parte y nunca le dejó ver a su hijo.
También, un juez le giró a Norma un acta de arresto por desacato y fue aquí en donde comenzó el verdadero infierno.
A partir de entonces Ricardo no supo más de su hijo en ocho años. Los esfuerzos fueron en vano, las autoridades actuaron sin cuidado alguno y Ricardo tuvo que buscar al niño con sus propios medios.
Era un hecho que su ex mujer no seguía viviendo en San Luis Potosí, por lo que la búsqueda se hizo en estados como Zacatecas, Aguascalientes, Querétaro, Guadalajara y el Distrito Federal, entre muchos otros.
En todos estos años, dice, sólo supo de la desesperación por encontrar a su hijo. Cada Navidad, Día del Padre, el cumpleaños del niño y cada Día de Reyes tan sólo sabía que el deseo más grande que podría pedir era volver a ver al niño.
Pero también, sólo él supo que este dolor se alimentó al saber que en realidad nadie quería ayudarlo, que cada que estuvo cerca de recuperar a su hijo algo extra –ya la complicidad, ya la corrupción judicial- se atravesó en su búsqueda.
La fortuna sonríe… y de nuevo la complicidad
En diciembre pasado, la fortuna pareció ponerse de su lado cuando uno de sus hermanos vio a Norma en una fiesta escolar en Irapuato. Las indagaciones comenzaron y pronto pudo saber a qué colegio acudía el niño y en donde vivía, incluso a la distancia pudo ver por primera vez en mucho tiempo a su hijo.
Dice que en su afán por hacer las cosas correctamente, le informó a las autoridades -que habían girado la orden de arresto en contra de Norma- que ya la tenía localizada. Sin embargo, éstas le señalaron que para poder atraparla se requería de un acuerdo de cooperación con las autoridades guanajuatenses. El proceso demoró un par de días. Finalmente Norma no fue arrestada.
Aunque su hijo ya no estaba en la escuela, Ricardo comenzó a indagar al grado de descubrir que el niño siempre ha estudiado en colegios salesianos y Marista, que incluso en algunos procesos de inscripción ni siquiera se presentó documentación.
Descubrió que su hijo había vivido en Morelia y luego en Irapuato, que ya tenía otro nombre y que sus documentos “oficiales” en realidad eran falsos, además de que su ex mujer también alterado su identidad al cambiarse de nombre.
Ricardo afirma que logró obtener un acta de nacimiento, la cual le fue certificada como falsa por el Registro Civil y con fotos de hace años logró comprobar ante las autoridades escolares y judiciales que Norma mentía. Se enteró además de que su ex esposa nunca permitió que se le tomaran fotos al niño – ni en la escuela ni en las fiestas infantiles-, y que únicamente avisaba que el Día del Padre su hijo no iría a actividades porque “se deprimía”.
Supo además que su hijo juega futbol –de donde logró obtener la única fotografía reciente que hay del niño- y sus maestras le informaron que a pesar de ser un buen niño le pesa no tener padre.
“Me dijeron que se deprime porque no tiene papá, y que además llora cuando se entera que alguno de sus compañeros está en la misma situación”, dice.
Ricardo además se sumó a la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos (AMNRDAC), en donde ha recibido apoyo, comprensión y asesoría. Sin embargo no ha logrado recuperar a su hijo. Ha concluido que en tanto exista un sistema corrupto que rodea estos casos, será difícil obtener resultados.
Finalmente, expresa un mensaje para su hijo y al borde del llanto, afirma: “No he dejado de pensar en ti un solo día y nunca te he dejado de buscar”.
Informes sobre este caso:
buscandoaricky@hotmail.com
http://www.yancuic.com/nota.php?seccion=7¬icia=1483
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