Decía Víctor Hugo que ser bueno es fácil, lo difícil es ser justo. La historia está repleta de logros y errores del ser humano por alcanzar la justicia máxima, eso que Ulpiano calificaba como el hábito de dar a cada cual lo suyo y que Cecilia Bohl de Faber tradujo al consejo universal de “ser justo antes que generoso y ser humano antes que justo”.
Vaya por delante que la reforma de la administración de justicia es una asignatura pendiente aún no resuelta en España desde la Transición. Así como la educación, la sanidad y hasta el Ejército han sufrido una profunda modernización, la Justicia española sigue pendiente de un proceso transformador de pies a cabeza. Y no se trata sólo de dotarla de medios económicos e infraestructuras para acabar con su endémico colapso. Es urgente y necesario modernizar el acceso a la judicatura para acabar con las perversas inercias del pasado que lastran el buen hacer de los miles de jueces que hoy imparten justicia en nuestro país con profesionalidad, rigor y objetividad.Uno de esos jueces es Francisco Serrano. Lleva 21 años ejerciendo su profesión, 13 de ellos como juez de familia intentando impartir justicia en un terreno extremadamente delicado como el de tomar decisiones que afectan a la vida de los menores ante el conflicto irreconciliable de los padres, que en algunos casos son capaces de utilizar al propio hijo para perjudicar a su expareja, cegados por el odio e inconscientes de que el verdadero perjudicado termina siendo el menor. Francisco Serrano no es infalible. Es más, tengo serias reservas respecto a sus manifestaciones públicas sobre el perjuicio que el aumento de denuncias de malos tratos está causando a muchos hombres. Él habla con datos en la mano y yo sólo me baso en impresiones, pero creo firmemente que la denuncia judicial de la mujer es el paso esencial para combatir la lacra de la violencia de género que sigue sembrando de muerte nuestro país. Y que no cesa.
El juez Serrano está hoy suspendido cautelarmente de empleo y sueldo, aunque aún nadie le ha notificado nada. El Consejo General del Poder Judicial le ha apartado de sus funciones hasta que se celebre la vista sobre el llamado caso del niño cofrade. La acusación le pidió hasta doce años de cárcel por permitir que un niño saliera de nazareno en la cofradía de El Silencio alargando un día la custodia paterna y retrasando en 24 horas la entrega del niño a su madre, cuyo abogado imputa ahora a Serrano varios delitos de lesiones –a la madre, al menor y a su hermano– por daño psicológico, así como delitos de cohecho, revelación de secretos, falsedad en documento público y delitos contra la administración de justicia.Vaya por delante que la madre tiene todo el derecho a manifestar su desacuerdo con el auto dictado por el juez y recurrirlo, si bien en este caso la Audiencia Provincial ratificó en todos sus extremos la actuación del juez Serrano. La defensa del magistrado no encuentra base alguna para apartar al juez porque dictó el auto tras escuchar al menor, basando su decisión exclusivamente en el interés del niño en salir de nazareno por encima de otras consideraciones.Francisco Serrano se ha caracterizado siempre en sus sentencias por anteponer al menor por encima de todo. Adquirió relevancia nacional por el caso de la niña de Benamaurel, donde falló que la menor se quedara con su familia de acogida y no regresara con su madre biológica atendiendo únicamente al interés expresado por la pequeña. Lo mismo ocurrió en el llamado caso de Iván y Sara. El Tribunal Constitucional y el Supremo avalaron en ambos casos la decisión de Serrano, que se ha caracterizado estos años por innovar en el derecho de familia y la custodia compartida, buscando siempre el bienestar del menor por encima de todo lo demás.Si todo va en plazo, en octubre se celebrará la vista por el caso del niño cofrade, muy parecido a otro que ya resolvió Serrano el año anterior con otro menor que quería salir en la Hermandad de Los Gitanos y que falló de idéntica manera. La diferencia es que entonces hubo más tiempo para escuchar a las partes. La defensa de Serrano alega ahora que, a pesar del escaso margen de tiempo que hubo entre la solicitud y la Madrugá, la madre conoció el auto dos días antes de la salida de la cofradía y no existió connivencia con ningún abogado para facilitar al niño cumplir su voluntad, expresada por él mismo ante el magistrado en sede judicial.Así lo expresa la Audiencia al recordar que, en cualquier caso, la decisión del juez “no supone una discrepancia en el ejercicio de la patria potestad o una modificación sustancial del régimen de estancia, comunicación y visitas, sino una medida puntual y cautelar en evitación de un perjuicio al menor de referencia”. La madre del menor esta legitimada para recurrir hasta donde el sistema legal le permita, pero la trayectoria de Francisco Serrano no invita a pensar que nos encontremos ante un juez injusto, arbitrario y merecedor de doce años de cárcel. La decisión del juez estuvo acompañada de errores informáticos y humanos y fue tomada con una celeridad inconveniente, pero se hizo atendiendo el interés del menor sobre el de los padres. Walter Savage Landor ya dijo que demorar la justicia es injusticia. Esperemos que su hiperbólica aplicación no se lleve por delante a un juez justo.
Recibido por email de:Domingo González Alonso(Portavoz de www.asociacionambos.org)
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