Es de lamentar que el divorcio se haya convertido en un satélite del matrimonio moderno. Entre las causas que empujan a disolver el matrimonio, más del tercio de los divorciados mencionan la diferencia de caracteres y diversos puntos de vista.
La borrachera y el alcoholismo, el abuso de sustancias psicótropas como los principales motivos del divorcio son enseñados por el 13,5% de las mujeres, el adulterio el 8%, la existencia de otra familia 7% y tan solo el 6,5% señalaron la irresponsabilidad respecto a la familia y la insuficiente preparación para la vida familiar.
La mayoría abrumadora de las rusas, el 70%, está convencida de que el divorcio es un procedimiento desagradable pero en ocasiones necesario. Entre los varones hay un 10% menos racionalistas de tal índole. Esta diferencia es bien explicable, dice la doctora en Sociología Tatiana Gurkó, especialista en sociología familiar y relaciones entre los sexos.
- En nuestro país la mujer era económicamente independiente antes de que tal tendencia surgiera en Occidente. Allí el “auge” de los divorcios comenzó más tarde, cuando las mujeres comenzaron a entrar activamente en el mercado del trabajo. En nuestro país, en el tiempo soviético la mujer trabajaba prácticamente igual que el hombre, era económicamente independiente y por eso actuaba con frecuencia como promotora del divorcio. Actualmente las mujeres aquí se radican aún más en el mercado de la mano de obra. Por eso no tienen estímulos económicos para conservar un matrimonio infeliz.
Ni siquiera los hijos influyen en la decisión de conservar o no la familia. Las mujeres no los consideran un obstáculo para el divorcio, mientras que entre los hombres hay un 2% de padres compasivos. En la sociedad se habla cada vez más a menudo que la institución de la familia sea algo anticuado.
En cambio, los especialistas no están de acuerdo con esto. Las familias existían, existen y existirán, simplemente se vuelve otras. La familia con uno de los padres es un fenómeno extendido (30%). En particular, comienza a aumentar el número de familias paternas. El padre y su hijo es igualmente una familia, asevera Tatiana Gurkó.
- La gente vivía y vive en familia. Pero la propia familia se torna otra, distinta. Es posible hablar de una crisis del matrimonio como institución jurídica. Hoy en la sociedad el matrimonio feliz se aprecia más que el estable. Si bien las personas religiosas se atienen a otras opiniones. Las más de las veces, justo entre ellas se observan estables nexos familiares. Por eso en los países en donde está muy desarrollada la religión, hay más matrimonios estables y menos divorcios.
Un matrimonio feliz y el único por toda la vida no le cae a cada uno, razón por la que los divorcios son inevitables. Así y todo, al contraer matrimonio es fundamental no olvidar que la familia presupone una gran labor seria que requiere determinados esfuerzos de parte de todos los participantes del proceso, de los hombres y de las mujeres.
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