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martes, 3 de agosto de 2010

Un maltratado en el Parlamento.


Un maltratado en el Parlamento
Un funcionario de la Cámara relata su convivencia de treinta años plagada de golpes y humillaciones junto a su pareja.

Se puede decir más alto e incluso con mayúsculas, pero no más claro: «No me da vergüenza contar mi caso y que se entere todo el mundo. Sí, he sido un hombre maltratado. Mi mujer me pegaba y uno de mis hijos también lo hizo en alguna ocasión». Así habla para ABC un funcionario del Parlamento de Canarias, «Carlos» en este reportaje, aunque este no es su nombre real.
Su experiencia es similar a la de otros muchos ciudadanos que han padecido el dolor y el horror de asistir, un día sí y otro también, a todo un calvario de vejaciones, insultos, humillaciones e incluso golpes pero, por otro lado, también sabe que su caso es muy particular. Desde hace más de 25 años convive laboralmente con los que dictan las leyes y ha comprobado como, conociendo algunos de ellos su situación, prácticamente se han limitado a ofrecerle «una palmadita en la espalda», acompañada de un «ten paciencia, ¡qué le vamos a hacer...!» para, encogiendo los hombres, entregarse a sus correspondientes tareas legislativas. ¿Pero por qué este funcionario de la Cámara regional, que goza de una excelente reputación en su entorno, no denunció ante los tribunales el maltrato al que estuvo sometido durante una parte del matrimonio que duró una treintena de años?. La respuesta es simple y de sobra conocida: «Por amor, por cariño, porque pensaba que esa manera de comportarse conmigo era fruto de sus nervios, se enfadaba pero se le pasaba enseguida... y me daba pena verla sufrir aunque, en ocasiones, me pegara. Nunca tuve fuerza para denunciarla».
Confiesa «Carlos» que toda su vida la dedicó a su familia. «Nunca permití que a mi compañera ni a mis hijos le faltara nada. Ella siempre tuvo lo que quería», asevera mientras, en su mente, fluyen recuerdos que le siguen haciendo daño. «No entiendo ni entenderé nunca por qué actuó así conmigo; bueno, sí, está claro que nunca me quiso», destaca en tono de resignación. Hace año y medio, aproximadamente, sin sospechar y sin que mediara conversación alguna, Carlos
comentó que fue denunciado por su esposa por malos tratos. La Policía acudió a su casa y, en presencia de sus hijos, mayores de edad, fue detenido, esposado y conducido a las dependencias policiales donde permaneció en un calabozo alrededor de 48 horas.
A los pocos meses y al no encontrar motivos suficientes fue absuelto de todo cargo aunque en la actualidad, y transcurrido más de un año, continua necesitando tratamiento médico específico. «Se dieron cuenta de que yo era inocente, que no tenía nada que ver con lo que se me acusaba, pero en mi historial figuro como un supuesto maltratador», se lamenta. Al preguntarle por qué procedió así su ex esposa contesta que, tal vez, ya lo tenía todo premeditado. «Quería deshacerse de mí, creo que estaba bien asesorada», asegura. Al presentar esa denuncia se aceleraron los trámites de divorcio y el reparto de los bienes adquiridos durante el matrimonio se inclinó más a favor de ella aunque, afirma, no le preocupa haberse quedado en la calle y vivir en un piso de alquiler después de haber compartido una casa diseñada especialmente para la familia, ni tan siquiera tener que pasar una paga compensatoria a su ex. Lo que más le duele es haber perdido el respeto y cariño de su hijo.
Algunos hombres víctimas de malos tratos recuerdan que ellos forman parte de una realidad censurada, de la que se habla poco en política y de la que se expone muy poco en los medios de comunicación y, aún silenciándose y escondiéndose, se sabe que cada año aumenta el número de hombres asesinados por mujeres por cuestiones sentimentales. Esto lleva a afirmar a algunas asociaciones y colectivos de hombres maltratados que carece de sentido el debate que se ha puesto sobre la mesa: ¿Se cuenta o no se cuenta, se publica o no se publica? Unas preguntas que han nacido de las dudas de algunos políticos que comprueban como aumenta semana tras semana el número de mujeres asesinadas, víctimas de violencia machista. La titular de Bienestar Social, Inés
Rojas, ha llegado a cuestionar la conveniencia o no de que estos casos se divulguen en los medios de comunicación ante el temor de que se produzca un «efecto contagio»
Desde el Grupo Parlamentario Socialista, Eulalia Guerra se pregunta si la consejera «acaso no se ha enterado de que ha sido precisamente la información sobre la violencia de género lo que la ha sacado de la impunidad». «Carlos», mientras tanto, debe preguntarse por qué no se informa sobre la violencia en el seno familiar que sufren los hombres sacándola de la impunidad.

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