Italia tiene dos gangrenas, la mafia en el sur, el narcisismo tribal, en el norte. El estado italiano se creó desde el núcleo industrial-burocrática del reino de Torino, del XIX. Se implantó con violencia y anexiones brutales. Como en Alemania, el estado no nació del Derecho sino como si fuera un individuo sin ley, sediento de dominación. Se destruyeron todas las instituciones y las tradiciones civilizadas. Si Giotto o Dante hubieran visitado Toscana en el s. XX o XXI habrían pensado en una invasión extraterrestre. A Giotto, en el s. XIII, lo vitoreaban al rematar una pintura. En el XX se vitoreaba al charlatán paranoico. La idolatría del éxito, en el norte forjó al superhombre y supermujer, programados para realizar una carrera que les haga sentir función de unas fuerzas superiores. Al frustrarse esa imagen, por crisis, el narcisismo busca un chivo. Ayer y hoy la psicopatía narcisista ve malignidad oculta en determinados genes y el fascismo italiano lo ve en el extranjero.
Si en el norte burocratizado fue una planificación deliberada que acabó con el mundo común, en el sur lo fue el abandono, provocando que gente ýa no se relacionara compartiendo un mundo sino crímenes o complicidad. Hoy la mafia comparte crímenes y distribuye la droga que el narcisista hipócrita del norte ingiere para sentirse el único habitante de la Tierra y el más grandioso y superior. Pero si el mundo no es el infierno es porque han venido a él personalidades como Rita Atri. Nació Sicilia en 1974. Su entorno familiar, mafioso. Con 17 años y conociendo todos los infiernos del necrófilo entorno, decidió contar la verdad al juez Borsellino, quien se tomó en serio la justicia. Pero la mafia silencia a quien dice la verdad. Entrevistada en La Vanguardia, la procuradora Teresa Principato afirmaba " la mafia es un negocio familiar donde las mujeres, hoy son totalmente indispensables para exigir dinero y distribuir órdenes ". Y añadía, las matronas, " han sido siempre las más celosas guardianas de los valores mafiosos ". La madre de Rita Atri, la repudió.
Al saber que Borsellino era asesinado, ella se hundió. Hizo lo que no debió hacer absolutamente jamás: se suicidó. " La mafia somos nosotros y nuestro modo erróneo de ser ", anotó. No quería pertenecer a un grupo por odio al ser humano. Su madre, fue a demoler la lápida del cementerio. Yo le debo gratitud y la esperanza de vivir para merecer saludarla, algún día, donde esté. En su mirada había algo inmortal. Sonreía con los ojos, como Beatrice de Dante: " en sus ojos ardía una sonrisa tal que vi el verdadero paraíso ". Yo vi en ellos también el sentido de seguir diciendo la verdad y a defenderme implacablemente.
Destacado: " En su mirada habia algo inmortal "
Alfons Martí
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