No podré cuidarlo y me encantaría que me crecieran alas grandes para protegerlo cuando esté lejos. Servirle de soporte ante una caída que sé no sucedería si yo estoy.
No sé si le pondrá protector solar o si lo dejará meterse a la pileta al mediodía. No puedo hacer nada.
No sé si comerá bien y si se bañará todos los días.
Seguramente vuelva con la cabeza completa de piojos y sucio. Ojalá vuelva feliz.
Reflexiones de padres y madres que están separados. Que al ponernos en ese sitio duele, angustia.
Porque casi todos las mamás y papás nacimos con ellos para estar. Con indecisiones, temores idas y vueltas pero estamos.
No tomo en este momento los que se van para no desear regresar. Hablo en este caso de la mayoría. Los que están, los que estamos y deseamos que así sea siempre.
Los que deseamos compartir cada momento y que sabemos que el tiempo pasa pronto y los bebés dejan de serlo en un abrir y cerrar de ojos para ser niños tiempo completo. Ese tiempo que parece infinito y se vuelve finito cuando nos dicen que ya no quieren salir con nosotros, que se van con sus amigos.
Se nos cae ahí el lazo de la verdad y la capa de súper héroe. Nos volvemos papás de adolescentes. Y es otra historia.
Hasta esos días en que podemos soñar que somos maravillosos y que un beso cura las heridas más profundas queremos disfrutar.
Al momento no conozco a nadie que haya deseado estar separado. Que haya sido un proyecto en la vida. Sucede. Mil y una causa. La ruptura de pareja es un hecho muchas veces.
Y para llevar esos momentos de las vacaciones separados de su proyecto de vida, de sus hijos tal vez sea bueno hacer algunas reflexiones.
Son las vacaciones de los niños. Tienen derecho a pasarla bien, disfrutar del cariño de mamá o papá.
Debe comunicarse con el que no está cuando lo considere necesario la niña/o. Si no lo hace debe su mamá o papá hacerlo y si es delante del niño, mejor. Por supuesto con trato cordial. Contarle qué hicieron durante el día y qué cosas disfrutó más.
¡Unos de los gestos más bonitos de los chicos son las expresiones cuando ambos padres hablan lindo de él/ella! Los invade una satisfacción y felicidad indescriptible. Es como sentir que van por buen camino. Que están haciendo las cosas bien porque sus papás son felices con ellos.
De esta manera le ofrecemos tranquilidad y seguridad no sólo al papá que no está sino a nuestro hijo. Él necesita saber que ambos se interesan por él y que aquello que desean es verlo feliz.
Los que se quedan deben saber dónde van a estar sus hijos alojados, dirección y teléfono. Con quién y por cuanto tiempo. Si hay cambios de planes. La confianza se pone a prueba en esos momentos y es lo complejo porque muchas veces es una de las causas de la ruptura. Cuanto más claro y organizado, mejor.
Las vacaciones no es un buen momento para presentaciones de pareja o de familia. Debe ser un momento relajado donde no se tenga la sensación de necesitar “enganchar” gustos y acuerdos. Eso se podrá hacer durante el año, en forma paulatina, dando espacio a pequeñas conversaciones o simplemente dando lugar a la expresión de cualquier tipo.
Vacaciones son un necesario espacio de ocio, de encuentro con amigos, con gente nueva, con lo hijos y principalmente con nosotros mismos.
En estos días pueden surgir discusiones, conversaciones interesantes, planteos y hasta debates. Caprichos, reproches, halagos y aburrimiento. La paciencia puede agotarse como las ideas para hacer cosas. Todo será parte de una nueva etapa. Bienvenida sea si fue una decisión adulta, si no lo fue es tiempo de re pensarlo.
Nuestros hijos necesitan un papá y una mamá, íntegros, confiados. Sin culpa. Reconociendo defectos, errores, virtudes y aciertos. Reconociéndose ser humanos. Sinceros y frontales. En paz.
Esa será una buena herencia, seguramente la mejor de todas.
Lic. Laura Collavini
Diseñadora de material didáctico.
lauracollavini@hotmail.com
Recibido por email 28.0110
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