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sábado, 23 de enero de 2010

Divorcio: las consecuencias de vivir sin un padre.


Al parecer fue el homo sapiens el que comprendió su capacidad de procrear y se hizo cargo de sus hijos, dando origen, por primera vez, a la familia con una pareja sexual y a la vez parental. Previamente, los hombres se habrían comportado como los primates, donde los machos son inconscientes de que al copular engendran crías, y tienen vínculos esporádicos con las hembras.
Desde la aparición de la familia, hombre y mujer han cumplido roles distintos al interior de ella, sin perjuicio de que estos roles se han modificado y evolucionado con el pasar del tiempo.
Es así, como hoy en día, la diferenciación entre el papel instrumental del padre y el rol expresivo de la madre que hacía el sociólogo americano Talcott Parsons no se ajusta del todo a la realidad actual.
Según sus observaciones de los años 50, el padre ejercía la función instrumental de vincular a la familia con la sociedad, mientras la madre estaba estrictamente ligada al cuidado de los hijos. Con la incorporación de la mujer al trabajo, “los roles parentales se han modificado y las funciones instrumental y expresiva parecerían estar más compartidas por ambos padres”.
A pesar de esta mayor complementación, hombre y mujer siguen cumpliendo funciones diversas, lo que nos remite a reconocer que son iguales en cuanto seres humanos, pero distintos al pertenecer a diferentes sexos. Sólo desde esta perspectiva podemos comprender por qué madre y padre no son intercambiables.
Las consecuencias de vivir sin el padre son múltiples y negativas para los niños, y a la larga para las sociedad en que viven, es por esto, como dijimos anteriormente, que los norteamericanos se han lanzado a la investigación de estas consecuencias. En Estados Unidos más del 50% de los matrimonios terminan en divorcio, lo que implica que aproximadamente la mitad de los hijos se encuentran distanciados de sus padres.
Aunque la madre y el padre pueden ser igualmente receptivos y afectuosos, se ha comprobado que interactúan con los hijos de manera distinta, y que esto es notorio en los primeros años de vida de los niños. Mientras las madres enfatizan el cuidado y la cautela, los padres acentúan el juego. De esta forma, los hombres estimulan la competencia, el desafío, la iniciativa y la independencia en sus hijos.
Desde los 70 los norteamericanos han corroborado a través de sucesivos estudios que la ausencia del padre afecta las habilidades cognitivas de los niños, y han concluido que papás involucrados y disponibles pueden tener un positivo impacto en la vida académica de sus hijos.
En 1970 una investigación examinó en una muestra de 500 niños, de entre 9 y 15 años, los efectos de la ausencia del padre en sus habilidades cognitivas. Los resultados indicaron que tanto para niños hombres como para mujeres la ausencia paternal (definida como 2 años o más de separación) estaba relacionada con una baja habilidad en tareas de percepción espacial, motrices y manipulativas. Además, los niños hombres de padre ausente arrojaron en aritmética puntajes inferiores que aquéllos de familias completas.
Otro estudio de 1972 confirmó lo anterior, y agregó “que niños que sufrían la ausencia paternal a causa de divorcio, abandono o separación tenían menores puntajes que aquellos que sufrían la ausencia paternal por causa de muerte”.
Un estudio de 1971 que comparó pruebas de aptitudes académicas y notas de alumnos de 3° básico, con la presencia del padre en sus vidas, obtuvo el siguiente resultado: los niños con alta presencia paternal (más de 2 horas diarias), obtenían mejores notas y tenían puntajes en los índices de logro académico superiores a los que se esperaba para su edad (cerca de un año); los que tenían ausencia paternal tardía (después de los 5 años), o baja presencia paternal (menos de 6 horas de contacto semanal), obtenían puntajes ligeramente inferiores en las pruebas de aptitud con respecto a lo esperado para su edad; los que tenían peores notas y puntajes en las pruebas, eran aquellos niños con temprana ausencia paternal (antes de los 3 años).
En 1990 se llevó a cabo un estudio que reveló la importancia del contacto de los niños con sus padres no tutores. Tras ordenar los logros académicos de hijos de padres separados de entre 9 y 15 años, se observó que tan sólo un tercio de ellos había sufrido una disminución en sus calificaciones tras la separación de los padres. Los niños fueron divididos en dos grupos, aquéllos que experimentaban menores resultados académicos tras las separación, y aquéllos que no sufrían una disminución en sus notas. Y de todos los factores que se analizaron, en lo único que ambos grupos diferían significativamente era en el tiempo que pasaban con sus padres no tutores. Los menores sin cambios en sus resultados escolares pasaban mucho más tiempo con su padre no tutor que los otros. La investigación concluye que el contacto con ambos padres beneficia la vida académica porque permite que los niños estén expuestos a una mayor gama de intereses y estímulos.
También existe consenso en torno a la influencia del padre en el desarrollo moral de los hijos. “Debido a que es probable que se involucren más que las madres en la sociedad externa, son los padres los principales transmisores de las reglas básicas de la sociedad”. Un estudio de 1971 encontró que los niños que tenían una fuerte identificación con los padres tenían mayores puntajes en las pruebas que medían juicio moral interno, valores morales y conformidad con las reglas, que los menores con una baja identificación paterna.
En relación con lo anterior está el hecho de que los investigadores se han topado frecuentemente con la ausencia del padre en los expedientes de niños y niñas delincuentes. Aún más, “entre los delincuentes es más común encontrar la falta de un padre, que la presencia de un padre abusador”.
El padre es importante para la consolidación de la identidad sexual tanto en los niños como en las niñas. Los niños hombres aprenden del comportamiento masculino de sus padres en las interacciones familiares. “En ausencia o carencia del padre, puede desarrollarse la masculinidad del niño siguiendo otros modelos masculinos: hermanos, tíos, abuelos, incluso profesores”.
En las hijas, los padres contribuyen a fomentar su feminidad cuando son cariñosos y protectores con ellas. Diversos estudios han confirmado que mujeres exitosas en sus relaciones heterosexuales y también en el ámbito profesional, tuvieron padres que las trataron con mucho respeto, que valoraron su feminidad, y que al mismo tiempo estimularon sus habilidades.
“Los expertos han encontrado que hombres y mujeres que tienen identidades sexuales inseguras o negativas, han experimentado una baja presencia del padre durante la niñez, ya sea porque estuvo ausente, porque los rechazó o porque ejerció sobre ellos una autoridad rígida o castigadora”.
Existe una amplia evidencia de que los hijos de familias divorciadas o separadas en promedio exhiben más problemas conductuales, y están menos capacitados académica, social y sicológicamente que aquéllos de familias nunca divorciadas. No obstante, entre los sicólogos es permanente la discusión sobre si los problemas que presentan estos menores son producto de la separación misma o de los conflictos pre-separación.
La información que hemos recolectado no se aplica a todos los niños de padre ausente, sin embargo, es probable que en presencia de ciertas predisposiciones biológicas y circunstancias sociales, sufran problemas que les hagan más difícil enfrentar la vida. Por el contrario, quienes experimentan una paternidad de buena calidad tienen más posibilidades de tener una vida satisfactoria.

http://uncachitoderealidad.blogspot.com/2010/01/divorcio-las-consecuencias-de-vivir-sin.html

1 comentario:

viso dijo...

Este enlace parece que se ha suprimido o hay algún error en él. En este otro también se encuentra la información: http://www.apase.org.br/70004-chile.htm