Poner (con cuidado) el dedo en la llaga

Llevo varios días reposando un juicio sobre el juez Serrano, quien ha puesto al parecer el dedo en las fallas de la Ley contra la Violencia de Género, la cual, en no pocas ocasiones, implicaría que el varón reciba un trato jurídico discriminatorio y aparezca como presunto culpable, figura desde luego de dudosa constitucionalidad. Y, en efecto, es ésta una apreciación compartida por más de un magistrado que posiblemente obligue al legislativo a tomar nota. Pero el problema es que Serrano ha puesto también el dedo en la llaga del maltrato a la mujer, asunto éste tan complejo y doloroso que le habría exigido tener más tacto. Baste decir que en Andalucía llevamos cuatro víctimas mortales a manos de sus parejas en menos de un mes. Y que fraudes de ley los hay desde para pagar menos impuestos, evitar una quiebra o empadronar a los hijos en el colegio deseado. Por tanto no negamos que este juez de familia sevillano lleve parte de razón, otra cosa es que sus argumentos, así como sus datos sobre denuncias contra hombres supuestamente falsas (por cierto, cuántas), deberían haberse canalizado por las vías judiciales reglamentarias o a través de los pertinentes foros jurídicos. Y en todo caso, debería haber introducido el debate en la sociedad cargando menos la suerte porque con su verbo y con sus formas pareciera que el juez Serrano estaba deseando la embestida del colectivo feminista. Asociaciones donde también es cierto que no todas las cabezas que han entrado al trapo se han parado a pensar, no ya en las opiniones de este togado, sino en por qué está fracasando la norma que se suponía iba a evitar la muerte de tantas mujeres. Porque aquí está el verdadero nudo gordiano –la inutilidad de la ley– que está estrangulando la lucha contra la violencia doméstica, tarea que no es cuestión ni de pancartas de ocasión ni de jueces que se detengan en aspectos parciales de un problema, sí más relacionado con la psiquiatría, el alcoholismo y con determinados usos culturales. En definitiva un problema de salud, primero mental y luego social.
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