MANUEL MOLINA Francisco Serrano Castro es magistrado de un Juzgado de Familia de Sevilla. Durante los últimos años he podido leer sentencias suyas en que daba la razón a mujeres frente a injustificables pretensiones de sus maridos; y también otras en que estimaba las pretensiones de hombres cuyas esposas eran agresoras o manipuladoras de los hijos comunes para obtener fines espurios. Pero lo más importante es que todas esas sentencias se caracterizaban, cuando había hijos menores, por velar por el interés de éstos, acordando custodias exclusivas o compartidas dependiendo de las circunstancias de cada caso; y –sobre todo– sin discriminar a ninguno de los progenitores por razón de su sexo. Su independencia está fuera de toda duda. Y además, por el modo en que fundamenta sus resoluciones, nunca me ha parecido un juez a quien le tiemble el pulso al decidir aquello que considera justo, aunque su decisión no encaje en la doctrina "políticamente correcta" predominante.
Pues bien, hace unos días unos cuantos lobbies y asociaciones autodenominadas feministas han solicitado al Consejo General del Poder Judicial que le abra un expediente al juez. ¿El motivo? Que el magistrado haya abierto la Caja de Pandora de los tabúes más odiados por esos grupos, afirmando lo que muchos otros piensan pero no se atreven a decir (o –como mucho– solo expresan en voz baja): que hay que luchar contra la violencia doméstica, pero que la actual ley de violencia "de género" no es adecuada, ni está reduciendo significativamente el número de mujeres maltratadas; que durante estos últimos años muchos hombres inocentes están siendo gravemente perjudicados al ser detenidos a causa de denuncias infundadas presentadas por mujeres que –aprovechando la actual alarma social– han hecho un uso instrumental de esa ley para vengarse u obtener ventajas en separaciones y divorcios; que debe intensificarse una eficaz protección a las mujeres realmente víctimas de maltrato y violencia, que están siendo perjudicadas por la dispersión de medios policiales y judiciales derivada de esa utilización fraudulenta de la ley; que habría que dar un tratamiento igualitario a hombres y mujeres –independientemente del sexo del agresor y la víctima–, algo que la actual legislación no contempla, ya que una misma agresión es castigada penalmente con mayor dureza si la comete un hombre, que si su autora es una mujer; que durante el último año han muerto asesinados a manos de mujeres (sus parejas o ex parejas) en España más de treinta hombres (sin contar los suicidios provocados por la presión a la que muchos han sido sometidos); y que, por todo ello, es conveniente revisar la actual legislación de violencia "de género".
Y no está sólo. Otros jueces y profesionales de toda España han venido denunciando esta situación durante los últimos años. Concretamente, en esta ocasión, las magistradas (sí, todas mujeres) de los otros Juzgados de Familia de Sevilla le han respaldado públicamente. Además, otras asociaciones feministas por la igualdad también le han mostrado su público apoyo.
Por tanto, la cuestión es: ¿qué pretenden aquellos lobbies al exigir que se expediente al juez? Pues, en realidad, no la apertura del reiterado expediente. Porque, como el propio Francisco Serrano se ha encargado de recordar, el Consejo General del Poder Judicial puede abrírselo –e incluso sancionarle– si actúa incorrectamente en el ejercicio de su función como juez en un caso concreto: es decir, al juzgar y dictar sentencia. Pero no por opinar libremente como ciudadano (algo que saben perfectamente hasta esos grupos de presión). En realidad, lo que pretenden es amedrentarle y silenciarle, al mejor estilo fascista o estalinista (los extremos siempre se tocan), vulnerando su derecho a la libertad de expresión que ampara a todos los ciudadanos en un Estado de Derecho. Porque solemos pensar que ese derecho empieza –como la caridad– por uno mismo; pero a veces se olvida que se extiende también a los demás, aunque nos disguste su opinión. Lo contrario se llama totalitarismo.
Por ello, en este caso concreto se podrán compartir, o no, las opiniones del juez Serrano Castro. Y también podrán gustar más o menos (dependiendo del sentido de Justicia y escala de valores de cada uno). Pero lo que no se le puede negar es su valentía (cualidad de agradecer en miembros de su gremio), porque es fiel a sus principios y se atreve a decir públicamente lo que piensa. Algo que actualmente tiene bastante mérito. Y es que en una sociedad con tantos aficionados a arrimarse al sol que más calienta –tolerantes sólo de boquilla– y un punto cainita, actuar de ese modo no suele reportar ningún beneficio personal. Todo lo contrario.
http://www.diariodemallorca.es/opinion/2010/01/04/juez-valiente-inquisidoras/534658.html
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