Conferencia del Presidente de la Plataforma Ciudadana por la Igualdad, organizada por el Foro Oromana en Alcalá de Guadaíra, Sevilla.

El Magistrado Juez Francisco Serrano, explicó en el Foro Oromana de Alcalá de Guadaira, con el aforo completo, la necesidad de reformar el concepto legal de maltrato.


24 de Noviembre, 2010

Indicó que tras casi seis años de la entrada en vigor de la Ley de Violencia de Género, lamentablemente, se han hecho patentes los defectos que muchos profesionales pusieron entonces en evidencia, comenzando por el propio Consejo General del Poder Judicial, cuando emitió informe no vinculante sobre la misma. Pero es más, se ha radicalizado su interpretación con campañas de intoxicación ideológica que ha llevado a la elaboración de protocolos, directrices y criterios, que están provocando, por un lado, la conculcación sistemática de derechos fundamentales: detenciones indiscriminadas de hombres ante una mera denuncia, eliminación del principio de presunción de inocencia, juicios rápidos para obtener condenas, todo lo cual lleva a la criminalización de hombres inocentes por el mero hecho de serlo, e incremento de las situaciones de conflicto y violencia familiar. Por otro lado, se siguen dejando desprotegida a la mujer que sufre auténtico maltrato por el mero hecho de ser mujer, aquella que tiene miedo del hombre que la agrede por considerarla inferior y carente de los mínimos derechos de respeto, libertad y capacidad de decisión, dejando impune muchas veces al auténtico maltratador.
Entiende el Juez Serrano que por eso sigue en aumento el número de víctimas, no estando la solución en multiplicar sin sentido el número de denuncias, sino en la necesidad de que se reformule el concepto de maltrato, que actualmente no se basa en un criterio legal sino ideológico. Porque, el concepto de “maltrato machista”, ha de quedar reducido a aquellas agresiones, físicas o psicológicas, que, en la relación de pareja, el hombre ejerce sobre la mujer precisamente por esa motivación machista y como consecuencia de una situación de desigualdad y dominio que habría que probar en cada caso, y no, como se pretende, en base a una preconcebida concepción sociocultural que ofrece la simple “experiencia”. Una “experiencia” que sería deseable que se aplicaran sólo a sí mismos quienes pretenden imponerla al resto de la sociedad. Desde ese enfoque, cualquier discusión puntual, acometimiento recíproco, insultos mutuos desconectados de cualquier cuestión de género (sexo), supone para el hombre ser calificado como un perverso criminal maltratador, equiparado a aquel que infringe un daño grave e incalificable, absolutamente minoritario, que trasmite, como algo general, la propaganda oficial. Lo malo es que, mientras no se modifique la actual situación, seguirán muriendo mujeres a manos de individuos cobardes y violentos, así como por otros que, sin serlo, la desesperación, la injusticia y la desproporción legal, puede llevar a adoptar la misma bellaca actuación, para después terminar quitándose ellos mismos la vida.
En definitiva es necesario cambiar, redefinir qué se ha de entender por el maltrato que hemos de condenar con eficacia y contundencia, evitando, además, esperpénticas declaraciones de algún responsable de violencia que afirma que ¾ partes de las mujeres sufren o tienen riesgo de sufrir violencia lo que, descartando a las mujeres que no conviven con hombres, llevaría al absurdo de que todos los hombres seríamos maltratadores, y todas las mujeres maltratadas.
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