La institución, distinguida recientemente con el campus de excelencia, colabora en unas jornadas feministas organizadas por los Jóvenes de EU
A. CAPARRÓS / VALENCIA
Día 11/11/2010
Las universidades públicas de la Comunidad Valenciana percibirán en el periodo 2010-2017 financiación para desarrollar sus actividades por importe de 7.000 millones de euros. La cifra equivale a la mitad del presupuesto de toda la Generalitat para el próximo año. El desembolso supera con creces la inversión del AVE entre Madrid y Valencia (5.400 millones). Una cantidad, en definitiva, que satisface a los rectores, quienes consideran que el modelo resulta «exportable para el resto de España», y a la sociedad civil, que ve en las instituciones académicas la plataforma para generar un tejido productivo basado en la búsqueda de la excelencia y la cualificación profesional.
Sin embargo, más allá de la tarea docente, la universidad alberga en su seno actividades de movimientos minoritarios que gozan de la estrecha colaboración de los responsables de las instituciones académicas. Un respaldo que resulta difícilmente explicable en algunos casos que bordean las delgadas líneas rojas de la transgresión y la propaganda. Además, implican un coste añadido, difícilmente computable, en tiempos de crisis económica.
El último episodio de una larga lista se escribe estos días en la Universidad de Valencia, que acoge las «IV Jornadas Feministas. Somos malas, podemos ser peores.» organizadas por «Acontracorrent», un movimiento impulsado por los Jóvenes de Izquierda Unida de la capital autonómica.
La institución que dirige el rector Esteban Morcillo colabora con un foro que aboga por una «Huelga del coño». Una propuesta de debate enmarcada en el bloque temático que incluye charlas sobre «Sexo, clase y raza» o estudios sociológicos referentes a «los malestares ocultos de algunas precarias conscientes».
El voto femenino
Morcillo fue elegido el pasado mes de marzo. Partía con la etiqueta de ser el rector más «conservador» de la historia democrática de la Universidad de Valencia. El catedrático de Farmacología se impuso gracias a los votos del personal docente e investigador. Por contra, su principal rival en las urnas, María Antonia García Benau, capitalizó el voto femenino, que no necesariamente feminista.
El nuevo rector —que partía con el 57 por ciento de los apoyos— ha guardado los equilibrios. La regla no escrita vaticina dos mandatos, equivalentes a ocho años. Demasiado tiempo por delante para herir sensibilidades en apenas ocho meses de trayectoria. Tanto es así, que la institución que dirige combina éxitos como la concesión del Campus de Excelencia Internacional con la cobertura de jornadas tan excéntricas como la que organizan las juventudes de Izquierda Unida en Valencia. Una formación política que no cuenta con representación política en el Ayuntamiento de la ciudad y que, no obstante, dispone desde el pasado martes de las instalaciones de la Facultad de Economía para difundir jornadas con lemas tan alejados de la corrección que se le presupone a una institución académica como el que reza «Soy puta, soy negro, soy moro, soy sudaca, soy mujer, el diferente eres tú, imbécil».
El aterrizaje de Morcillo no ha resultado fácil. Apenas unos días después tomar posesión del cargo, la Facultad de Geografía e Historia acogió una conferencia de Carlos Sastre, un ex terrorista de Terra Lliure, condenado por tres asesinatos. El rector se desmarcó de la controversia, pero el ex convicto pronunció su charla sobre la «Lucha clandestina por la independencia» en aras a la «libertad de expresión», según sostuvo el Rectorado. Apenas treinta personas asistieron a la conferencia. Prueba del escaso interés que suscitaba la iniciativa.
Pese a ello, la Universidad abrió sus instalaciones a Sastre. De nuevo, los equilibrios internos para satisfacer a las minorías se imponen a los criterios puramente académicos. Una situación que escapa en muchos casos a la voluntad —incluso al conocimiento— del propio rector, de quien no depende directamente la cesión de los espacios universitarios.
Estos días, las instalaciones de la Universidad de Valencia están plagados de carteles que invitan a presenciar charlas de «activistas transfemeninas» bajo el epígrafe de «Transmaribolleras vivas y combativas».
Alusión a la violencia
La cartelería, más propia de la convocatoria de una manifestación que de unas jornadas dirigidas a estudiantes, comparte el logotipo oficial de la Universidad de Valencia con la figuración de un cóctel molotov en el que se inscribe la leyenda «Contra el hetero patriarcado». Una alusión gratuita a la violencia enmarcada en las paredes de una institución pública.
http://www.abc.es/20101111/comunidad-valencia/universidad-valencia-acoge-foro-20101111.html
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