15.11.10 - P. G.
Silvio Daniel Bina tiene ahora 19 años. En el 2005 desapareció de casa durante dieciséis meses. :: GUADALUPE FARAJ/ENDESA
Silvio Daniel Bina no sabe o no quiere explicarlo. «Digamos que tuve un problema con una vecina», zanja. Tenía entonces 15 años y resolvió irse de casa. Tomó el tren para Constitución, un barrio bonaerense de mala nota, y pasó la noche a la intemperie, con otros niños de la calle. «Luego vino un hombre, me dijo que recorría el país en bicicleta y me propuso ir con él. Acepté». Silvio relata los pormenores de su periplo surrealista con voz monocorde y triste, pero con la minuciosidad de un geógrafo: viajaron a la pampa, trabajaron tres meses en unos hornos de ladrillo, subieron de nuevo hasta Buenos Aires, llegaron a Santa Fe, cruzaron en balsa el río Paraná, fueron a Córdoba... «El hombre aquel, Víctor Raúl Chapelet, no era mal tipo. Y yo sólo veía la aventura», se excusa.
Mientras Silvio Daniel pedaleaba por las llanuras infinitas de la pampa, Ana, su madre, se consumía: «No podía dormir, no pensaba. Un día me fui caminando hacia las vías del tren. Sólo el recuerdo de mis otros hijos me libró de arrojarme. La Policía me desanimaba, me decía que mi hijo seguramente estaría por ahí drogándose, pero una madre sabe el tipo de hijo que cría». Ante la incomprensión policial, Ana encontró ayuda en la ONG 'Missing Children', que se fundó en Argentina en el año 1999 para auxiliar a los padres cuyos hijos habían desaparecido. En once años, han atendido 5.600 denuncias, aparte de otras peticiones expresas de las comisarías o de los juzgados. «El 94% de los casos se resuelven favorablemente», explica Adriana Sellán, una de sus responsables. «Los muchachos se van de casa voluntariamente, porque han discutido con sus padres o por amor... Pero el chico que está en la calle es un chico que está en riesgo», advierte.
'Missing Children' no despliega su benéfica labor desde un enorme edificio o desde un majestuoso local en el centro de Buenos Aires. Adriana ocupa un despachito atestado de papeles, cedido por el propietario del club deportivo Vicente López, en un barrio de la capital. «Aquí estamos muy bien», sonríe. Desde este minúsculo lugar, sus llamamientos llegan a todos los rincones de la Argentina gracias, entre otras cosas, a la colaboración de Endesa. La empresa energética se ofreció a Missing Children para incluir las fotografías de los niños perdidos en los recibos de la luz. «Es un ejercicio de responsabilidad social. Estamos muy satisfechos de los 70 chavales que han aparecido directamente gracias a la factura», enfatiza José María Hidalgo, director general de Endesa en Argentina. «La publicación nos ayuda además a que las personas que pasan por una situación semejante sepan que existimos», resume Sellán.
Por eso acudió Ana a las oficinas de la ONG y por eso pudo recuperar, deiciséis meses más tarde, a su hijo Silvio. Una mujer de Córdoba que lo había visto paseando por la calle, cotejó su imagen con las fotografías y lo denunció. «Yo los extrañaba, pero me daba miedo volver», confiesa Silvio. Pero, cuando lo recuperó, Ana no tenía el cuerpo para reprimendas: «Muchos días pensé en lo que le diría; pero al final sólo pude abrazarlo y llorar».
Con ese momento sueña ahora Fabio Gustavo Rivadeneira, de 47 años. Hace 18 meses que no tiene noticias de su hijo David Federico, de 8 años. Su caso esconde muchos pliegues amargos: Fabio se divorció de su mujer, la acusó de maltratar al niño, la Justicia le entregó a él la custodia y, un día, la madre lo secuestró. «Lo que más me angustia es que piense que su padre no hace nada por buscarlo», se lamenta. Ahora narra su desgracia mientras sujeta entre sus manos, como si acariciara un amuleto, la factura de la luz con la imagen sonriente de David Federico.
OTROS CASOS
ZUNILDA AQUINO 32 AÑOS
La hermana de Zunilda, Janina, se marchó en abril de 2009. Tenía 14 años y no dijo nada en casa. Se había fugado con su novio. Sólo reaccionó al ver su foto en la factura de Endesa. Se asustó. Llamó a sus padres y lo confesó todo.
LEONARDO FEDELE 38 AÑOS
La ex mujer de Leonardo, Verónica, secuestró a su hijo Diego, minusválido, cuando la Justicia le entregó la custodia a su padre. Dos años después, alertados por las fotografías de los recibos, unos vecinos la delataron.
http://www.diariovasco.com/v/20101115/al-dia-sociedad/extranaba-pero-daba-miedo-20101115.html
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