Arturo Romay afirma que, de los 1.200 euros que cobra de pensión, tiene que dedicar 700 euros a la manutención de su segunda hija, de 24 años, y a la pensión para su ex mujer. «Llevo doce años pagando -cuatro de separación y ocho de divorcio- y siempre he cumplido, tanto con mi ex mujer como con mis tres hijos», dice.
Tiene 52 años y comenzó a ser pensionista hace cuatro, cuando un cáncer le obligó a jubilarse. En ese momento, su hija pequeña -que hoy tiene 22 años- empezó a trabajar, por lo que Romay dejó de pasarle pensión. El mayor de sus tres vástagos - hoy, de 25 años y casado- también tenía recursos propios, por lo que el padre solo tenía que pasar la mensualidad para su ex mujer y para la segunda de sus tres hijos, que áun dependía de los padres.
Romay asegura que eso cambió cuando la joven empezó a trabajar «como viajante de una empresa de recambios. Pero él tiene que seguir pagándole una pensión por orden judicial.
«Entre la madre y la hija pago unos 700 euros mensuales, y doble en las extraordinarias», explica, insistiendo en que él ya no puede hacer frente a esta situación con su pensión por enfermedad. «Estoy a las puertas de la muerte y no es justo que a mí me dejen tirado cuando ellas ya trabajan», comenta subrayando que su ex mujer también tiene empleo desde hace once años, «pero todavía tengo que pagarle pensión, aunque yo no pueda».
Ahora, Romay afirma que «llevo un montón de sentencias en mi contra» y que ya no tiene recursos para pleitear más ni para demostrar que su hija tiene recursos propios. «Yo sé que hay meses en los que gana casi 2.000 euros, pero no puedo pagar un detective para probarlo», dice afirmando tener buena relación con todos sus hijos, aunque en este caso cree que «está manipulada».
http://www.lavozdegalicia.es/lugo/2010/11/07/0003_8833812.htm
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