Rafael Rondón aconsejó a Salomón sobre como jugar fútbol y como ser padrehttp://www.el-nacional.com/deportes/Gladiador-papa_0_209979072.html
Rafael Rondón fue fundamental para que su segundo hijo se decidiera a jugar fútbolRafael Rondón mira a sus tres hijos con orgullo. Gerardo, el mayor, es ingeniero, Onlymai, la más pequeña, está a punto de recibirse como Técnico Superior Universitario en Turismo. No obstante, el del medio es el que acapara toda la atención de la gente, y eso que fue el único, que por decisión propia, dijo que no iba a estudiar sino hasta quinto año de bachillerato.
“Recuerdo que el día que le dije a mi papá y a mi mamá que no estudiaba más, se pusieron muy serios, creo que no les cayó muy bien”, comentó entre risas Salomón Rondón, mientras miraba cómplice a su papá, y recordó la anécdota de cómo su padre fue quien le dio el espaldarazo para jugar al fútbol.
“Desde pequeño siempre tenía la convicción de ser futbolista. Era una de las cosas que tenía más claras. Había terminado noveno grado y siempre lo tuve claro. Estábamos casualmente viendo fútbol durante una cena, y le dije que no quería seguir estudiando, que quería jugar fútbol. Mi papá me dijo que eso era imposible, que era una locura, que tenía que terminar primero de estudiar”, contó el ariete.
“En mi astucia de niño”, prosiguió el delantero el Rubin Kazan ruso, “le dije, bueno papá yo me gradúo, les entrego la medalla y el diploma, pero eso si, me dejar hacer lo que deseo”, y así fue, relató.
Mientras tanto, Rafael, quien daba clases de química en el colegio La Gran Colombia del sector El Cementerio, comentó que quedó impactado de la determinación de su hijo, de tan solo 15 años de edad.
“Fue un impacto enorme. Jamás me imaginé que uno de los muchachos, a esa edad, me dijera que iba a dejar de estudiar”, apuntó. “Después del sacrificio que uno hace para formarse como profesor, es lo que menos se imagina. Y su mamá (Maitana) y yo, nunca tratamos de separarlo bruscamente del fútbol después de eso. Al contrario. Le dimos mucho apoyo, y gracias a Dios el tiempo le dio la razón, tomó el camino correcto”, dijo el progenitor.
El niño futbolista. En la sala en la que intercambian sus anécdotas los Rondón está Rodrigo, el más pequeño de la familia. Es el hijo de Salomón, quien juega inquieto con una pelota de fútbol pequeña que patea hasta embocarla en una silla. Su grito de gol (“gol papito, gol”), dedicado a papá, enternece al ariete de Catia, y a su abuelo.
“Salomón desde pequeño andaba siempre con una pelota, para arriba y para abajo”, contó Rafael. “Pero no era tremendo. No era de salir a jugar a la calle. Eso sí, aprovechaba que la casa tenía una platabanda, y eso era llegar del colegio o del fútbol, a partir los vidrios de la abuela allá arriba”, contó.
“Salomón siempre jugó por debajo de su edad en cada categoría”, recordó su padre. “Y eso era que cada vez que subían a sus compañeros, el equipo perdía todos los partidos. Y ese muchacho lloraba a cada rato, y le daba patadas a la reja. Se molestaba mucho. Pero siempre lo llevamos con rectitud, con muchos valores”, recordó.
Mientras su padre recordaba eso, Salomón asumía su rol de padre. El ariete aseguró que las enseñanzas de Rafael lo han ayudado mucho en este nuevo proceso.
“Siempre tuvimos una educación ejemplar. Nunca fuimos niños de jugar en la calle. Pero cuando crecí, y ya éramos todos adolescentes, si me pongo en el pellejo de ellos y veo las dificultades que tuvieron que pasar. No fue fácil todo lo que papá y mamá tuvieron que pasar con tantos viajes a Maracay, a las canchitas de fútbol, y además el haberme separado de ellos tan pequeño, con 16 años me fui a Aragua a jugar fútbol. Mi papá salía del trabajo a las 2:30 pm para llevarme, dos horas de carretera, yo entrenaba, y después para atrás. Yo me imagino que para ellos no debe haber sido fácil. Espero que mi carricito no me salga así”, bromeó el delantero, quien tiene cuatro de los 10 goles de Venezuela en la eliminatoria suramericana.
Sin embargo, Salomón inmediatamente replicó en serio. “Si mi hijo decide jugar fútbol, lo apoyaré como mis padres lo hicieron conmigo. Ellos me enseñaron que los estudios son necesarios, y en el mundo como está tan complicado, más todavía. Mi papá nunca fue tajante conmigo, nunca me cortó las alas. De hecho, él me enseñó a pegarle con la zurda, porque yo no sabía, él fue el que se puso conmigo. Les agradezco todo”, consideró.
Contigo en la distancia. Uno de los obstáculos más complicados que ha tenido que salvar la relación familiar de los Rondón es la distancia y la diferencia horaria. Con Salomón en Rusia, tan lejos, hacen maromas para comunicarse por Skype o por teléfono.
“Mi papá es un gran abuelo. A pesar de la distancia, ya eso no es excusa. La tecnología te permite estar más cerca de los tuyos. Les mandamos videos. Hacemos muchas cosas. Y mamá y papá son unos abuelos muy consentidores. Por teléfono, y cuando lo tienen aquí, más todavía”, destacó.
“Es impresionante cómo lo que uno le inculcó a él como padre, se lo va pasando a sus hijos”, aseguró conmovido, a punto de llorar, Rafael. “Es extraordinario observar a Salomón como papá. Pendiente siempre de su hijo, cambiándole el pañal, bañándolo, como yo lo hice con ellos. Ese es el mejor regalo que me pudo dar, en este Día del Padre. Eso, y las tarjeticas que hacía con dibujitos en el colegio”, aseguró.
Los Rondón ayer se reunieron todos para homenajear a los padres de la familia, sin demasiada ostentación. “Un almuerzo sencillo, vino mi abuelo, mis tíos, todos. Somos 13 personas, muy unidos todos, y a pesar de que a uno le vaya muy bien seguimos siendo la misma gente humilde de siempre”, remató Salomón, celebrando su día.
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