Los juristas afirman que la alarma se dispara muchas veces sin que el agresor se acerque a la víctima.El Gobierno admite que existen deficiencias en el sistema telemático, pero las ve como un mal menor.
04/07/2011 J. G. ALBALAT BARCELONA
En julio del 2009, el Gobierno presentó a bombo y platillo el sistema por medios telemáticos (GPS) de cumplimiento de las medidas de alejamiento en casos de violencia doméstica y sexista. Dos años después de que se hiciera público el protocolo sobre las pulseras antimaltrato --firmado también por el Consejo General del Poder Judicial y la Fiscalía-- los jueces recelan a la hora de utilizar este sistema. Los aparatos, explican, fallan y las alarmas se disparan sin motivo, a la vez que consideran que el método no es demasiado eficaz. Las personas protegidas en España por vía telemática son 676.
El juez, en función de la disponibilidad de dispositivos, es quien debe acordar que la medida cautelar de alejamiento, impuesta en casos de violencia doméstica o sexista, sea controlada mediante el sistema electrónico (el inculpado lleva un transmisor y un localizador GPS, y la víctima solo uno de estos últimos aparatos). El objetivo es la detección del agresor en la zona prohibida por la autoridad judicial. Cuando esta situación se produce, se dispara la alarma y hay una comunicación inmediata con un centro de control, gestionado por una empresa privada, que avisa a la policía.
"Es un mecanismo que no funciona bien. Las alertas se disparan mucho sin motivo y para las víctimas es muy estresante, porque creen que el agresor está cerca, y no es así. Las mujeres no se sienten seguras. En ocasiones saltan las alarmas porque la batería está baja, porque el GPS no tiene cobertura o por otros problemas técnicos. Otra cuestión es la posibilidad de que el imputado utilice un inhibidor", explica Francisca Verdejo, titular de un juzgado de violencia doméstica.
Según la magistrada, el método no está regulado procesalmente porque, entre otras cosas, no se puede imponer su uso. Para esta jueza también es arriesgado que la alarma vaya a un centro de control de la empresa privada que gestiona el sistema y, desde allí, se avise a la policía, que debe trasladarse al lugar. Los minutos que pasan son esenciales para la víctima.
El delegado del Gobierno para la violencia sexista, Miguel Lorente, admite que, en ocasiones, la alarma de las pulseras se dispara sin motivo. "También ha sonado en el ministerio sin que ocurriera nada. Estoy feliz de que suene, aunque falle, porque demuestra que, cuando tenga que funcionar, funcionará. Si un dispositivo se dispara quizá necesita un ajuste", explica.
LIBRE ELECCION Lorente recuerda que "la Administración pone los medios a disposición de los jueces, que son los que deciden si lo utilizan". "Está claro --añade-- que interviene un elemento personal a la hora de decidir, lo que explica que en algunas zonas se utilice más la pulsera que en otras".
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