EMILI J. BLASCO / CORRESPONSAL EN WASHINGTON
Día 08/10/2011
Gaile Owens nunca detalló en el juicio los abusos que había sufrido durante años a manos de su marido. Quiso ahorrar a sus hijos, entonces de 8 y 12 años, relatos demasiado escabrosos, con vejaciones y forzadas prácticas sexuales. Pero omitiéndolos quedó indefensa ante la sentencia de pena de muerte, dictada en 1986 por haber pagado a un matón para que terminara con la vida de su esposo. Tras 26 años en una prisión de Tennessee, conmutada la sentencia el año pasado cuando le quedaban días para ser ejecutada, Gaile Owens salió ayer en libertad condicional. Fue detenida a los 32 años; abandona la cárcel con 58.
«Durante muchos nunca creí que este momento llegaría», afirmó la mujer al poder abrazarse con sus hijos ya fuera de la prisión. Su caso había provocado una amplia movilización. Algunos miembros del jurado que la consideraron culpable en 1986 llegaron a afirmar posteriormente que de conocerse los detalles luego trascendidos sobre el calvario que atravesaba Owens en su hogar, su voto hubiera sido diferente. En el juicio, ella reconoció su culpabilidad, pero también quedó claro que no tenía certeza de que el asesinato se fuera a ejecutar, ni mucho menos pensaba que Ron, su marido, moriría con tal brutalidad, con 21 golpes propinados con una barra metálica utilizada para cambiar neumáticos de coches.
Cuando Owens consideró que no podía sorportar más la situación conyugal comenzó a recorrer los bajos fondos de la ciudad de Menphis en busca de alguien dipuesto a matar a su esposo. Ofrecía entre 5.000 y 10.000 dólares. Nadie se la tomaba en serio y se convirtió en el hazmerreír de los maleantes de Menphis. Algunos cobraron dinero, pero nunca llevaron a cabo lo prometido. Eso hizo que en el nuevo trato con Sidney Porterfield, que trabajaba en un garaje, tampoco tuviera seguridad de que el asesinato se fuera a producir. Ni siquiera concretaron la cantidad del pago. Tampoco el día ni la forma en que Ron Owens debía morir. «Solo quería que no fuera delante de los niños. Lo siento, me gustaría no haberlo hecho», explicó en el juicio.
Un chivatazo en el hampa de Menphis llevó a la detención de la mujer cinco días después. Ella y el asesino fueron juzgados en el mismo juicio. El continúa en el corredor de la muerte, sin que se le haya aplicado clemencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario