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viernes, 7 de octubre de 2011

La presunción de inocencia

Jueves 06 de octubre de 2011  
Cuando se trata de una denuncia de maltrato a un hombre encontramos una Justicia demasiado politizada
ANA AVELLANEDA Todos hemos oído hablar del derecho a la tutela judicial efectiva , el derecho a la presunción de inocencia, que esta amparado en nuestra Constitución por el artículo 24.
Es un derecho fundamental, que en los tiempos que corren, y con la vergonzosa politización del sufrimiento de las mujeres maltratadas, es pisoteado y da pie a que miles de hombres sean detenidos, acusados, separados de sus hijos y enjuiciados por un delito, con su dignidad, intimidad y libertad profundamente dañadas.
Esta penosa situación, que muchos quieren acallar, pero que vemos día a día los abogados, hace que no se refleje una realidad, la otra realidad. El drama de muchos padres a los que les pongo nombre : Felipe, Antonio, José María, Francisco, Pedro, Raúl, Francisco José... y muchos otros a los que he acompañado en el calvario que injustificadamente les ha hecho soportar la acusación de un delito de maltrato, el único de nuestro Código Penal que está vergonzosamente politizado.
A ellos , y a todos los que después de haber sido absueltos nadie les ha pedido perdón, les hago llegar mi consideración y apoyo. A los que no se les ha cancelado de manera automática sus antecedentes policiales, una vez terminado el procedimiento, a los que no se les ha requerido en un día para devolverles la fianza que injustamente se les pidió, a los que no se han encontrado con un fiscal que pida ni una sola vez en el trámite de conclusiones del juicio, que se abran diligencias por denuncia falsa contra la denunciante. A todos ellos que a sus abogados les dan muestras cada día de una fortaleza que desconocía que tenía el ser humano.
Y esto lo digo porque he vivido al igual que mis compañeros que están en el campo de batalla, lejos de los despachos, chiringuitos y estadísticas absolutamente tergiversadas, que estos hombres, miles cada día, después de ser detenidos indiscriminadamente, separados de sus hijos sin miramientos, con ordenes de alejamientos iguales para todos; después de haber sido sometidos a un procedimiento con la presunción de que son maltratadores, el peor estigma social que hay hoy en día, hayan sido absueltos y nadie les ha pedido perdón.
Esta realidad es la que vemos todos los días en los juzgados. Y vemos todos los días que cuando se trata de una acusación por delito de maltrato o cuando se mantiene una conversación sobre esta otra realidad la mayoría, juez, funcionario u operador jurídico, incluso compañeros me hayan dicho: «No podemos hablar». 
Es muy difícil trabajar en esta situación, ante el continuo desprecio ante un drama en el que la mayoría mira para otro lado y ello conlleva que se cometan injusticias continuamente, que no se cometen con la misma asiduidad con las personas que se enfrentan a una acusación por otro delito. Me refiero a los hombres, que pasan a ser «agresores» cuando son detenidos .
Y ello no es más que porque cuando se trata un procedimiento que se inicia por una denuncia de maltrato y se denuncia a un hombre, a un padre, desgraciadamente y en la mayoría de las ocasiones nos encontramos con una Justicia que se visualiza demasiado politizada y ello es preocupante y doloroso, porque la Justicia, como bien analiza el Académico de la Real Jurisprudencia y Legislación «la Justicia es el último valladar para proteger al ciudadano y al conjunto social respecto a aquellos que infringen la ley. Y entre todos hemos de evitar que la Justicia que ha de servir como remedio para los males de convivencia se presente desconcertada sin esperanza».
Y se presenta desconcertada, sin esperanza cuando se producen detenciones indiscriminadas, autos de alejamiento indiscriminados y acusaciones que no se mantienen. Y se presenta desconcertada cuando no se puede hablar de esta realidad, cuando se recurre ante la falta de argumentos de una ley injusta y que no soluciona el problema a la pregunta indecente de si estás de acuerdo con el maltrato. Se presenta desconcertada cuando un juez y una jueza, uno el juez Serrano, y otra, la jueza María Sanahuja, levantan la voz y se les somete a procesos públicos de descrédito e incluso se dirigen procesos judiciales contra ellos para cuestionarlos y convertirlos en delincuentes. Solo porque dicen la verdad, solo porque hablan de esas otras víctimas de la injusticia del maltrato. Esas víctimas que son maltratadas institucionalmente, cada día .
Ante ello y no tratando de ser valiente, sino de denunciar una realidad indecentemente acallada, contaminada con criterios ideológicos, que vulneran derechos fundamentales, me quedo con una frase del académico Luis Martí Mingarro. No demos marcha atrás. No den marcha atrás: ni los abogados, ni los jueces ni las víctimas en denunciar el maltrato a esas otras víctimas a las que hoy quiero darles mi apoyo y comprensión.
http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2011/10/06/presuncion-inocencia/455049.html

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