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miércoles, 16 de febrero de 2011

Roma endurece los trámites para casarse o romper un matrimonio

El Papa dice que la boda "no es un derecho" y exige severidad al Tribunal de la Rota
JUAN G. BEDOYA - Madrid - 14/02/2011
Cada día del año, cinco matrimonios acuden en España a un tribunal eclesiástico pidiendo la nulidad de su vínculo. No es una anulación tan fácil como la facilitada por el llamado divorcio exprés civil, pero quien la persigue la consigue, después de largos y generalmente costosos trámites. Solo 122 de un total de 1.305 sentencias dictadas por jueces eclesiásticos en primera instancia en 2007 fueron contrarias a la nulidad. Son cifras casi simbólicas sobre los matrimonios que se registran en España cada año. En 2009 fueron 175.167, de los que el 64,3% no necesitó cura ni altar, es decir, fueron uniones civiles. Fue la primera vez que esa opción superó a las bodas por el rito católico (80.174). Hubo apenas otras 785 uniones de otras religiones
La tendencia a la baja de los matrimonios católicos, más las peticiones de nulidad sobre los ya celebrados y el aluvión de divorcios también entre sus fieles, han alarmado al Vaticano. Los obispos, además, sufren la presión de fieles católicos que, pese a tener que divorciarse, les reclaman volver a casarse y seguir en comunión con sus parroquias. Un sínodo de prelados europeos debatió hace cuatro años sobre esa cuestión, cerrando de momento el acceso de divorciados al sacramento eucarístico.
"Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre", dice el libro sagrado del catolicismo. Es el principio de la indisolubilidad del matrimonio. Pero el divorcio se ha convertido en moneda común en las sociedades modernas, también entre católicos. Las consecuencias son que los divorciados son apartados de la comunión, una especie menor pero muy visible de excomunión. Tampoco pueden volver a casarse por la Iglesia, aunque sí por lo civil pese a no reconocer el Vaticano el derecho de un Estado a dispensar de los votos tomados en una iglesia romana.
La Conferencia Episcopal sostiene que el matrimonio civil en España "es un contrato mucho más leve" que el de un servicio telefónico. "El matrimonio es la unión de cualquier ciudadano por tres meses, y a los tres meses ese contrato puede ser disuelto por cualquiera de las partes, sin dar razón. Es decir, es un contrato mucho más leve que contratar un servicio telefónico", ha dicho el portavoz episcopal y obispo auxiliar de Madrid, el jesuita Juan Antonio Martínez Camino.
Para evitar que se extienda la misma impresión a los matrimonios bendecidos por un sacerdote, Benedicto XVI ha dado orden de endurecer los procesos de nulidad. Basta ya de anulaciones a cualquier precio, clamó el Papa ante los magistrados del tribunal de la Rota romana, reunidos en pleno con motivo de la inauguración del año judicial.
La primera medida afectará a los cursillos prematrimoniales, que ahora duran unos pocos días e, incluso, horas. Así lo acaba de anunciar en Madrid el presidente de la subcomisión de familia de la Conferencia Episcopal, el obispo Juan Antonio Reig Plà. Es el Pontificio Consejo para la Familia quien está elaborando el "vademécum para la preparación del matrimonio" con esas y otras determinaciones.
Benedicto XVI plantea incluso medidas sobre "el derecho a casarse" por la Iglesia. Dice: "El derecho a casarse, o ius connubii, se debe ver en esta perspectiva. No se trata de una pretensión subjetiva que los pastores deban satisfacer mediante un mero reconocimiento formal, independientemente del contenido efectivo de la unión. El derecho a contraer matrimonio presupone que se pueda y se quiera celebrarlo de verdad y, por tanto, en la verdad de su esencia tal como la enseña la Iglesia. Nadie puede reivindicar el derecho a una ceremonia nupcial".
Lo que la Iglesia romana sostiene sobre el matrimonio viene del concilio de Trento, en el siglo XVI, aunque algunos eclesiásticos parecen creer que la familia y el matrimonio no existían hasta la fundación del cristianismo. Benedicto XVI no pretende ahora cambiar la doctrina, sino liberarla "de contenidos que no provenían de la fe y que hay que superar hoy día".
El Papa reclama a los jueces del Tribunal de la Rota que se dejen de contemplaciones al dictar sentencias, ni siquiera las pastorales. "No es verdad que, para ser más pastoral, el derecho deba hacerse menos jurídico", les dice. La idea fuerza es que el matrimonio cristiano sigue siendo indisoluble y no se debe ceder "a peticiones sugestivas que hagan que la declaración de nulidad termine teniendo un coste".
Benedicto XVI hace la misma petición a los abogados que ejercen ante los tribunales eclesiásticos. En caso de duda, les dice, el matrimonio debe entenderse como válido hasta que no se consigan pruebas irrefutables. También advierte contra el ambiente social y, una vez más, contra el relativismo que se ha apoderado, según él, de las sociedades modernas.
Dice Benedicto XVI: "Os invito a la virtud de la fortaleza, que se hace más relevante cuando la injusticia parece el camino más fácil a seguir, en cuanto que implica la condescendencia a los deseos y las expectativas de las partes, o también a los condicionamientos del ambiente social. Sin verdad, la caridad deriva hacia el sentimentalismo y el amor se convierte en una cáscara vacía, que llenar arbitrariamente. Es el fatal riesgo del amor en una cultura sin verdad".
Sobre la polémica de si un divorciado sin sentencia de nulidad puede acceder al sacramento de la comunión, el Papa es tajante. "Sería un bien ficticio, y una grave falta de justicia y de amor, allanarles el camino hacia la recepción de los sacramentos, con el peligro de hacerles vivir en contraste con la verdad de su propia condición personal".

Rastros del concubinato universal


"Si te casabas, podías ir a dormir fuera del cuartel todas las noches, así que llamé a todas las chicas que conocía hasta que una me dijo que sí". Lo ha contado el cantante Joaquín Sabina y lo subraya el teólogo católico José Pedro Manglano en El libro del matrimonio.
La cita sirve para subrayar que los motivos para casarse son tan misteriosos como los motivos del voto. Pero la Iglesia católica o el Estado hace siglos que quieren intervenir en esa decisión. Después de afirmar que el matrimonio es "una invención social", Sabina resumió las consecuencias: "Los papeles siempre empapelan".
Muchos de los enfrentamientos entre el Estado y la Iglesia han tenido al matrimonio por testigo, con la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo como último incidente, en 2005. Fue un altercado furioso, con obispos manifestándose contra el Gobierno por las calles de Madrid, pero mucho menos agresivo que cuando en 1870 se introdujo en España, por primera vez, el derecho a casarse solo por civil. Los periódicos católicos publicaron la noticia de la votación en las Cortes en páginas de bordes negros y los obispos ordenaron la celebración de oficios expiatorios en todas las iglesias. Motivo: se acababa de legalizar "el concubinato público universal".
Aceptado por el Vaticano como normal que los no cristianos puedan casarse al margen de la Iglesia -aunque a veces tarde siglos, el Vaticano suele acabar entrando en razón civil-, también hubo ruido de sotanas cada vez que se ha legalizado el divorcio en España, tanto en la II República como en 1981, tras la cancelación del negro nacionalcatolicismo franquista.
Lo que angustia ahora a la jerarquía eclesiástica es que gran parte de los matrimonios que se celebran lo hacen fuera de su Iglesia, pese a que el 74% de los encuestados por el CIS se proclamen católicos. También les preocupa la proliferación de divorcios, incluso entre los casados canónicamente después de prometerse fidelidad indisoluble. El Papa les urge a poner remedio, pero no ha dicho cómo. Se sabrá en meses.

Único país con Tribunal de la Rota propio


- El tribunal de la Rota es la sede de apelación en el Vaticano para las causas de nulidad matrimonial. Es el tribunal eclesiástico más alto después del Supremo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que es como se llama ahora la Inquisición.
- España es el único país con Tribunal de la Rota propio, por un privilegio otorgado por el Papa en 1537. Eso quiere decir que la solución de los conflictos en materia eclesiástica se resuelven en España, sin tener que acudir a los tribunales romanos.
- "Vicios de consentimiento" e "impedimentos de impotencia" son los motivos principales aducidos en las demandas de nulidad. Los procesos no son caros (unos 400 euros en primera instancia), pero son lentos y se encarecen por la necesidad de comparecer con abogado. Otro cantar es si el caso llega al Tribunal de la Rota, en última y segunda instancia.
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Roma/endurece/tramites/casarse/romper/matrimonio/elpepusoc/20110214elpepisoc_3/Tes

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