Martes 28 de junio de 2011
Vecinos con pancartas a favor de Antonio Vidal. L.O.
MANUEL G. TALLÓN Más de 1.000 personas se opusieron ayer al realojo de una mujer y su novio en la vivienda de su ex marido en Sangonera la Verde. La agente judicial que acudió a la calle Las Casas de la pedanía murciana para proceder a notificar la decisión del juez se tuvo que dar media vuelta ante la presión vecinal y la imposibilidad de acceder a la vivienda a la que se dirigía.
Antonio Vidal García, trabajador de la construcción de 40 años, contó ayer que su mujer «decidió marcharse de casa hace un año para vivir con otro hombre» y que varias semanas después el juez decretó medidas provisionales para la custodia compartida de las dos hijas del matrimonio –actualmente de ocho y cuatro años–, algo que ambas partes acataron.
«Sin embargo, meses después mi exmujer reclamó que la había echado de casa y que yo no me había encargado de las niñas y esto propició que el juez me obligase a pagar 600 euros y a perder la custodia de mis hijas», añadió.
A este punto se ha llegado y este hombre se ve obligado a ceder la parte de la casa que compartía con la que era su esposa y que es propiedad de su madre.
«Vivíamos en una finca única con dos partes separadas. En una estábamos nosotros y en la otra, mi madre, pero ahora el juez me obliga a ceder ese espacio y a vivir al lado de mi exmujer y de su novio, incluso compartiendo gastos de luz y agua y un patio común», indicó al referirse a una situación que considera «incómoda e injusta». «El sistema está así montado y en estos casos siempre se perjudica al hombre hasta el punto de que se nos trata como si fuésemos una máquinas registradoras», comentó al tiempo que avanzó que está pendiente de la sentencia definitiva para recurrir.
Antonio Vidal García, trabajador de la construcción de 40 años, contó ayer que su mujer «decidió marcharse de casa hace un año para vivir con otro hombre» y que varias semanas después el juez decretó medidas provisionales para la custodia compartida de las dos hijas del matrimonio –actualmente de ocho y cuatro años–, algo que ambas partes acataron.
«Sin embargo, meses después mi exmujer reclamó que la había echado de casa y que yo no me había encargado de las niñas y esto propició que el juez me obligase a pagar 600 euros y a perder la custodia de mis hijas», añadió.
A este punto se ha llegado y este hombre se ve obligado a ceder la parte de la casa que compartía con la que era su esposa y que es propiedad de su madre.
«Vivíamos en una finca única con dos partes separadas. En una estábamos nosotros y en la otra, mi madre, pero ahora el juez me obliga a ceder ese espacio y a vivir al lado de mi exmujer y de su novio, incluso compartiendo gastos de luz y agua y un patio común», indicó al referirse a una situación que considera «incómoda e injusta». «El sistema está así montado y en estos casos siempre se perjudica al hombre hasta el punto de que se nos trata como si fuésemos una máquinas registradoras», comentó al tiempo que avanzó que está pendiente de la sentencia definitiva para recurrir.
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