No son pocos los esfuerzos de investigación que, desde las más diversas áreas (jurídicas, sociológicas, estadísticas, etc) intentan profundizar en las causas que originan la violencia de género, especialmente en sus manifestaciones más extremas, las que culminan con la muerte de las víctimas a manos de sus parejas o ex parejas masculinas.
Aunque la teoría no es novedosa, recientemente, la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género se ha adscrito a las tesis de quienes consideran que informar sobre un crimen de esta naturaleza podría producir la consecuencia dramática de desencadenar nuevos crímenes. Es decir, que en la violencia de género existe un efecto imitación que puede estar presente en el 25% de los asesinatos de este tipo, según las conclusiones de un estudio del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, elaborado por la Universidad de Granada, y se reclama, por ello, una cierta contención de los medios de comunicación en estos casos
Que existen periodos temporales en los que la concentración de homicidios/asesinatos de víctimas de violencia de género es mayor es algo incuestionable. En los estudios que elabora el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género cada año, se evidencian estas cifras. Y, por ejemplo, en el año 2010, en que hubo 73 víctimas mortales, los meses en que hubo mayor número de casos fueron Julio, con 10 víctimas, ó Abril, con 9. Y también advertimos esa concentración respecto de los días de la semana, pues 17 de ellos tuvieron lugar en domingo, y 13 en miércoles y jueves, respectivamente.
El estudio contiene, también, datos sobre de la mayor o menor incidencia por Comunidades Autónomas, por grupos de población, o por su radicación en grandes ciudades o pequeños pueblos, que también habrán sido contemplados en el realizado por el Ministerio, pero no hemos conocido que se haya derivado ninguna conclusión de cualquiera de estas variables. Y si se hubiera hecho, no parecería ni serio ni muy riguroso impartir recomendaciones que se basaran en estos únicos aspectos de los hechos.
Y es que puede ser muy útil conocer todos los detalles de una determinada clase de criminalidad, pero también puede resultar verdaderamente perturbador extraer conclusiones que se basen en una lectura parcial y nada precisa de la realidad contemplada.
Para conocer cuáles han sido las razones últimas del designio homicida, qué factores han desencadenado el paso a la acción de la idea de matar, el método empleado o cualquier otra circunstancia que concluya en la materialización de la muerte de la pareja o ex pareja es preciso estudiar de forma individualizada y con el mayor detalle posible, cada caso, e, incluso, qué hechos o manifestaciones anteriores a los mismos pueden guardar relación con el desenlace fatal. Cosa que ni siquiera resulta posible en un buen número de casos.
La información más completa de que se dispone al respecto es las que se contiene en los estudios anuales de las sentencias dictadas por homicidios/asesinatos en el seno de la pareja, porque en ellos se encuentran recogidos todos los detalles que se han llegado a acreditar en cada juicio concreto sobre su desarrollo y las circunstancias personales de ambos.
Y en ninguno de ellos aparece reflejado el dato anterior.
Pero si hay un elemento que aparece reiterado año tras año con empecinada frecuencia ese es el de la salida de la víctima del dominio definitivo del agresor, puesto que en no pocos supuestos, el ataque mortal se produce cuando aquélla inicia el proceso de separación o divorcio, o anuncia que va a hacerlo, o cuando éste se entera de que ella ha iniciado una nueva relación con otra pareja, o cree que lo ha hecho.
Este sí que parece un factor inequívocamente desencadenante del crimen, pero buscar algún procedimiento o remedio para evitarlo no parece una empresa fácil ni, desde luego, sencilla porque ¿cómo se pueden prevenir estas muertes, qué recomendación habría de darse a las eventuales víctimas ante esta realidad? ¿es posible anticipar la existencia de tal riesgo, sobre todo teniendo en cuenta que la mayor parte de las víctimas no habían denunciado a sus agresores?
Lo que me parece claro es que la respuesta tiene que venir del esfuerzo coordinado, complementario y prolongado de las distintas áreas de actuación que han de confluir en la lucha contra la violencia de género: el castigo, desde luego, de los hechos violentos, pero también la atención a las víctimas y, muy especialmente, la prevención y la sensibilización contra ella.
El papel primordial en este último ámbito ha de protagonizarlo la Educación, en todos sus niveles, sin duda, pero tampoco puede desconocerse el factor preventivo y de protección a las víctimas que han desempeñado y siguen desempeñando los medios de comunicación que difunden públicamente la violencia de género, desarrollando una labor de concienciación social y animando a alguna de las numerosas víctimas ocultas, a denunciar su maltrato.
Esta es una función tan esencial que me resulta incomprensible que se pretenda desconocerla u oscurecerla con ningún tipo de limitación.
Y si la recomendación, además, se sustenta en razones tan poco sólidas como las comentadas, lo que puede evidenciar es, quizás, que no se dispone de otro tipo de respuestas más fundadas.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/2011/06/21/existe-el-efecto-imitacion-en-la.html
Aunque la teoría no es novedosa, recientemente, la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género se ha adscrito a las tesis de quienes consideran que informar sobre un crimen de esta naturaleza podría producir la consecuencia dramática de desencadenar nuevos crímenes. Es decir, que en la violencia de género existe un efecto imitación que puede estar presente en el 25% de los asesinatos de este tipo, según las conclusiones de un estudio del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, elaborado por la Universidad de Granada, y se reclama, por ello, una cierta contención de los medios de comunicación en estos casos
Que existen periodos temporales en los que la concentración de homicidios/asesinatos de víctimas de violencia de género es mayor es algo incuestionable. En los estudios que elabora el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género cada año, se evidencian estas cifras. Y, por ejemplo, en el año 2010, en que hubo 73 víctimas mortales, los meses en que hubo mayor número de casos fueron Julio, con 10 víctimas, ó Abril, con 9. Y también advertimos esa concentración respecto de los días de la semana, pues 17 de ellos tuvieron lugar en domingo, y 13 en miércoles y jueves, respectivamente.
El estudio contiene, también, datos sobre de la mayor o menor incidencia por Comunidades Autónomas, por grupos de población, o por su radicación en grandes ciudades o pequeños pueblos, que también habrán sido contemplados en el realizado por el Ministerio, pero no hemos conocido que se haya derivado ninguna conclusión de cualquiera de estas variables. Y si se hubiera hecho, no parecería ni serio ni muy riguroso impartir recomendaciones que se basaran en estos únicos aspectos de los hechos.
Y es que puede ser muy útil conocer todos los detalles de una determinada clase de criminalidad, pero también puede resultar verdaderamente perturbador extraer conclusiones que se basen en una lectura parcial y nada precisa de la realidad contemplada.
Para conocer cuáles han sido las razones últimas del designio homicida, qué factores han desencadenado el paso a la acción de la idea de matar, el método empleado o cualquier otra circunstancia que concluya en la materialización de la muerte de la pareja o ex pareja es preciso estudiar de forma individualizada y con el mayor detalle posible, cada caso, e, incluso, qué hechos o manifestaciones anteriores a los mismos pueden guardar relación con el desenlace fatal. Cosa que ni siquiera resulta posible en un buen número de casos.
La información más completa de que se dispone al respecto es las que se contiene en los estudios anuales de las sentencias dictadas por homicidios/asesinatos en el seno de la pareja, porque en ellos se encuentran recogidos todos los detalles que se han llegado a acreditar en cada juicio concreto sobre su desarrollo y las circunstancias personales de ambos.
Y en ninguno de ellos aparece reflejado el dato anterior.
Pero si hay un elemento que aparece reiterado año tras año con empecinada frecuencia ese es el de la salida de la víctima del dominio definitivo del agresor, puesto que en no pocos supuestos, el ataque mortal se produce cuando aquélla inicia el proceso de separación o divorcio, o anuncia que va a hacerlo, o cuando éste se entera de que ella ha iniciado una nueva relación con otra pareja, o cree que lo ha hecho.
Este sí que parece un factor inequívocamente desencadenante del crimen, pero buscar algún procedimiento o remedio para evitarlo no parece una empresa fácil ni, desde luego, sencilla porque ¿cómo se pueden prevenir estas muertes, qué recomendación habría de darse a las eventuales víctimas ante esta realidad? ¿es posible anticipar la existencia de tal riesgo, sobre todo teniendo en cuenta que la mayor parte de las víctimas no habían denunciado a sus agresores?
Lo que me parece claro es que la respuesta tiene que venir del esfuerzo coordinado, complementario y prolongado de las distintas áreas de actuación que han de confluir en la lucha contra la violencia de género: el castigo, desde luego, de los hechos violentos, pero también la atención a las víctimas y, muy especialmente, la prevención y la sensibilización contra ella.
El papel primordial en este último ámbito ha de protagonizarlo la Educación, en todos sus niveles, sin duda, pero tampoco puede desconocerse el factor preventivo y de protección a las víctimas que han desempeñado y siguen desempeñando los medios de comunicación que difunden públicamente la violencia de género, desarrollando una labor de concienciación social y animando a alguna de las numerosas víctimas ocultas, a denunciar su maltrato.
Esta es una función tan esencial que me resulta incomprensible que se pretenda desconocerla u oscurecerla con ningún tipo de limitación.
Y si la recomendación, además, se sustenta en razones tan poco sólidas como las comentadas, lo que puede evidenciar es, quizás, que no se dispone de otro tipo de respuestas más fundadas.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/2011/06/21/existe-el-efecto-imitacion-en-la.html
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