Isabel Preysler, una de las famosas pioneras del divorcio en España
La filipina puso fin a su relación con Carlos Falcó, marqués de Griñón, en 1985
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"Nada cansa tanto como luchar por las causas que son evidentes, pero, afortunadamente, hemos conseguido derribar una importante barricada". Así de exultante se mostraba el entonces ministro de Justicia, el ucedecista Francisco Fernández Ordóñez, hace tres décadas. Tras un árduo debate y una votación secreta que mostró la división del partido en el Gobierno, se aprobaba la ansiada Ley del Divorcio.
Y no fue fácil. Era 22 de junio, el calor empezaba, y tras 17 meses de trabajo jurídico, lucha política y constante polémica, conseguía sacar adelante la ley que él personalmente había patrocinado.
Pese a la oposición interna del sector democristiano de su propio partido, quienes pidieron inmediatamente su cabeza a Leopoldo Calvo Sotelo, España conseguía uno de los avances sociales más importantes de la incipiente democracia.
Fue el 7 de julio cuando el proyecto se hizo Ley, 13 días después se publicó en el BOE, el 15 de agosto entró en vigor y el 2 de septiembre abrieron por primera vez sus puertas los 70 juzgados de familia creados ex profeso. Todo estaba listo en las grandes ciudades para recibir una avalancha de solicitudes de disolución de matrimonio. Las vacaciones, ya se sabe, aumentan el número de parejas cansadas de aguantarse mutuamente.
La noticia saltaba, sin embargo, una semana después y en un juzgado menor. En Santander concretamente. Allí, Vidal Gutiérrez Gandara y Julia Ibars Riego formalizaban en los juzgados lo que venía siendo una realidad desde hacía un año, cuando un tribunal eclesiástico les reconoció la nulidad matrimonial. Fue la primera pareja que pudo disolver su contrato civil desde 1938.
La sentencia firmada por el juez José Luis Garayo Sánchez fue la primera de más de 1,2 millones que se han concretado desde la legalización del divorcio.
Nuevos modelos de familia
Siempre existieron, pero las leyes han ayudado a normalizar situaciones que hasta ese momento se mantenían en la más estricta intimidad familiar.
"Estabamos separados y todos lo sabían, aunque cuando a mis hijos les preguntaban siempre decían que su padre estaba trabajando en el extranjero". Carme, una barcelonesa de 89 años define como "dura" la vida de una mujer sola con hijos en los años previos a la aprobación de la ley. "Cuando se aprobó mis hijos eran mayores, pero mis amigas me empezaron a mirar de forma distinta".
"Durante años te seguían viendo como un bicho raro", asegura Javier, quien se divorció recién inagurado el año 1982. "Mis hijos tenían que explicar a diario porqué sus padres no vivían juntos. Con los años, cada vez eran menos los 'amiguitos' que no tenían padres divorciados"
Con la crisis y los nuevos modelos familiares, cada vez son menos las parejas que deciden firmar un compromiso "hasta que la muerte nos separe". Hasta que la venta del inmueble suele ser más habitual.
Desde 2004, cuando 216.149 personas contrajeron matrimonio, el descenso de bodas se ha acelerado hasta registrar poco más de 177.000 enlaces en 2009 (última estadística publicada por el INE)
Menos bodas, menos altares y más ayuntamientos. La creciente secularización de la sociedad española hace que la mayoría de los enlaces (el 54% en 2009) sean civiles. Algo que no se concibía hace 30 años, cuando sólo un 5,6% de las parejas decidían prescindir de la bendición de su alianza.
La aprobación del matrimonio homosexual en 2005 ha hecho que el número de uniones civiles crezca, en torno a las 3.000 anuales.
http://noticias.terra.es/2011/espana/0622/actualidad/divorcio-conquista-social-de-democracia-cumple-30-anos.aspx
"Nada cansa tanto como luchar por las causas que son evidentes, pero, afortunadamente, hemos conseguido derribar una importante barricada". Así de exultante se mostraba el entonces ministro de Justicia, el ucedecista Francisco Fernández Ordóñez, hace tres décadas. Tras un árduo debate y una votación secreta que mostró la división del partido en el Gobierno, se aprobaba la ansiada Ley del Divorcio.
Y no fue fácil. Era 22 de junio, el calor empezaba, y tras 17 meses de trabajo jurídico, lucha política y constante polémica, conseguía sacar adelante la ley que él personalmente había patrocinado.
Pese a la oposición interna del sector democristiano de su propio partido, quienes pidieron inmediatamente su cabeza a Leopoldo Calvo Sotelo, España conseguía uno de los avances sociales más importantes de la incipiente democracia.
Fue el 7 de julio cuando el proyecto se hizo Ley, 13 días después se publicó en el BOE, el 15 de agosto entró en vigor y el 2 de septiembre abrieron por primera vez sus puertas los 70 juzgados de familia creados ex profeso. Todo estaba listo en las grandes ciudades para recibir una avalancha de solicitudes de disolución de matrimonio. Las vacaciones, ya se sabe, aumentan el número de parejas cansadas de aguantarse mutuamente.
La noticia saltaba, sin embargo, una semana después y en un juzgado menor. En Santander concretamente. Allí, Vidal Gutiérrez Gandara y Julia Ibars Riego formalizaban en los juzgados lo que venía siendo una realidad desde hacía un año, cuando un tribunal eclesiástico les reconoció la nulidad matrimonial. Fue la primera pareja que pudo disolver su contrato civil desde 1938.
La sentencia firmada por el juez José Luis Garayo Sánchez fue la primera de más de 1,2 millones que se han concretado desde la legalización del divorcio.
Nuevos modelos de familia
Siempre existieron, pero las leyes han ayudado a normalizar situaciones que hasta ese momento se mantenían en la más estricta intimidad familiar.
"Estabamos separados y todos lo sabían, aunque cuando a mis hijos les preguntaban siempre decían que su padre estaba trabajando en el extranjero". Carme, una barcelonesa de 89 años define como "dura" la vida de una mujer sola con hijos en los años previos a la aprobación de la ley. "Cuando se aprobó mis hijos eran mayores, pero mis amigas me empezaron a mirar de forma distinta".
"Durante años te seguían viendo como un bicho raro", asegura Javier, quien se divorció recién inagurado el año 1982. "Mis hijos tenían que explicar a diario porqué sus padres no vivían juntos. Con los años, cada vez eran menos los 'amiguitos' que no tenían padres divorciados"
Con la crisis y los nuevos modelos familiares, cada vez son menos las parejas que deciden firmar un compromiso "hasta que la muerte nos separe". Hasta que la venta del inmueble suele ser más habitual.
Desde 2004, cuando 216.149 personas contrajeron matrimonio, el descenso de bodas se ha acelerado hasta registrar poco más de 177.000 enlaces en 2009 (última estadística publicada por el INE)
Menos bodas, menos altares y más ayuntamientos. La creciente secularización de la sociedad española hace que la mayoría de los enlaces (el 54% en 2009) sean civiles. Algo que no se concibía hace 30 años, cuando sólo un 5,6% de las parejas decidían prescindir de la bendición de su alianza.
La aprobación del matrimonio homosexual en 2005 ha hecho que el número de uniones civiles crezca, en torno a las 3.000 anuales.
http://noticias.terra.es/2011/espana/0622/actualidad/divorcio-conquista-social-de-democracia-cumple-30-anos.aspx
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