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- MENORES QUE AGREDEN A SUS PADRES:
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA DE CRITERIOS PARA LA CREACIÓN Y APLICACIÓN DE TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS ESPECÍFICOS (49 páginas)
- MENORES AGREDIERON A PROPIETARIA DE ALMACÉN DE PUERTO NATALES (la imagen pertenece a este enlace)
A pesar de la importante inversión acometida desde las distintas Administraciones, la lacra de la violencia de género sigue dejando tras de sí un trágico balance de muertes y agresiones año tras año. Aunque la concienciación social cada día es mayor, el maltrato sigue entre los grandes problemas sociales de España y parece que lo seguirá siendo en los años venideros. Según los últimos informes, el número de agresores de género menores de edad se ha incrementado hasta en un 30 por ciento a lo largo de 2011.http://www.elimparcial.es/sociedad/menores-maltratadores-107585.html
Aunque la concienciación social en nuestro país en torno a la violencia de género se ha incrementado en los últimos años de forma paralela a la muerte y sufrimiento de centenares de mujeres, la última memoria hecha pública por la Fiscalía de Menores de la Comunidad de Madrid pone de manifiesto que el maltrato sigue siendo un problema enrraizado en la sociedad y que no tiene visos de erradicarse en los próximos años.
Según el documento de la Fiscalía, este tipo de delitos cometidos por menores de edad se ha incrementado en un 33 por ciento en Madrid, pasando de 55 a 71 casos identificados sólo el año pasado. Mientras, la media nacional desciende poco más de tres puntos hasta situarse en un 29,9 por ciento más en 2011.
Sin embargo, el porcentaje podría llegar a ser mucho mayor si todos los episodios salieran a la luz, algo que sigue siendo una utopía, puesto que muchas chicas evitan contactar con la Policía por miedo a represalias de sus agresores o de su entorno o por vergüenza.
Pero, ¿qué piensa un menor de edad para maltratar? ¿qué se le pasa por la cabeza a un chico para usar la violencia contra las mujeres a tan temprana edad? A día de hoy, a los expertos les cuesta identificar un perfil cerrado sobre un agresor, si bien hay conductas y rasgos identificativos que suelen ser recurrentes en este tipo de casos.
"Son personas que no tienen unas relaciones afectivas normales, ya que en su vida prevalece la inseguridad, la desorganización, la dependencia y la ambivalencia emocional, no controlan su carácter, no entienden de límites ni tienen autocontrol", señala en declaraciones a EL IMPARCIAL Martín Padilla, psicólogo de la Comisión Española de Investigación de los Malos Tratos.
"Aunque puede ser un elemento a tener en cuenta, no siempre un maltratador ha visto violencia en su casa, con sus padres, y por eso no tiene por qué heredar esa conducta, si bien sus relaciones familiares suelen ser complicadas", añade Padilla, que cree que es más reseñable el frontal rechazo que demuestran este tipo de chicos "a la frustración, al sentirse apartados o a la impotencia", los verdaderos desencadenantes de la violencia.
Una opinión diferente es la que sostiene en conversación con este periódico Carlos del Santo, terapeuta de la conducta y experto en violencia juvenil. "El núcleo familiar de un menor maltratador le marca de por vida y casi siempre el que pega ha visto cómo se pega en casa porque el sujeto banaliza y absorbe esa forma de conducta, para él una torta o un empujón es algo habitual que nada tienen que ver con la violencia, sino con imponer su forma de ver el mundo por la vía que sea", apunta el experto en una línea muy similar a la expresada esta semana por el fiscal Manuel Moix, quien lamentaba que los menores mimeticen un modelo de conductas "indeseables" de sus progenitores.
En este sentido, para Del Santo sí hay un perfil marcado de maltratador. "Los casos que salen a la luz suelen tener como patrón a un chico de 16 a 17 años, de clase social media o media-baja, con antecedentes familiares de violencia de género, sean o no públicos, con problemas en los estudios, con relaciones afectivas estables y que suele vivir en poblaciones urbanas medias o del extrarradio", señala.
Si bien esta clase de chavales contemplan la violencia como algo natural, Padilla defiende que no tienen por qué estar abocados a ser maltratadores también de adultos. "Es un trabajo laborioso y de ir poco a poco, de incorporar la terapia a su día a día y de hacerles ver que hay otras formas de relacionarse con el mundo, de poner límites donde no los hay, de hacerles ver que eso implica querer y proteger y reforzar las vías de interactuar con la gente que les rodea", sostiene el psicólogo.
Del Santo expone una opinión similar. "Son menores que lejos de necesitar más distancia, más castigo, les urge sentirse queridos de una manera constructiva, son personas que necesitan reconstruir su estructura afectiva para, una vez logrado, encajar en la sociedad como individuos sociables y perfectamente controlados; el encerrarles y estigmatizarles no aplaca el problema, lo multiplica", concluye el terapeuta.
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